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Haroldo Quinteros Bugueño/ Profesor universitario. Doctor en Educación Las leyes sobre aborto, total o parcial, son legales en la gran mayoría de los países del... Aborto e hipocresía

haroldo quinterosHaroldo Quinteros Bugueño/ Profesor universitario. Doctor en Educación

Las leyes sobre aborto, total o parcial, son legales en la gran mayoría de los países del mundo, incluidos los más religiosos, como las naciones árabes, Italia, Polonia, Grecia y España, por sólo mencionar algunos. El aborto parcial, i. e., el terapéutico, es aquél que se practica en caso de inviabilidad del feto, violación y si el parto conlleva riesgo de muerte para la embarazada, y sólo está interdicto en unos pocos y pequeños países: El Salvador, Malta, República Dominicana, y Haití (este último, como es uno de los países más pobres del mundo, sólo porque carece de hospitales y médicos suficientes para su práctica pública).

A ellos sólo se suman dos: El Vaticano, la ciudad-estado confesional en que  habitan sólo unos 300 civiles, y…. Chile. Sí, Chile, pero sólo porque el minúsculo puñado de militantes de extrema derecha  que usurpó el poder en Chile en 1973 y gobernó en dictadura durante 17 años,  barrió con la ley de aborto terapéutico que existía desde 1931, para imponer en su lugar su penalización. Veamos hasta qué punto llega el fundamentalismo de esta gente.

En el acta del 14 de noviembre de 1974 de la llamada “Comisión de Estudios de la Nueva Constitución,” consta que el más conspicuo de los asesores políticos del gobierno dictatorial, Jaime Guzmán, propuso la siguiente redacción para la nueva ley de aborto: «La madre debe tener el hijo aunque este salga anormal, aunque no lo haya deseado, aunque sea producto de una violación o aunque, de tenerlo, derive su muerte.” Se infiere de este juicio no sólo un anacrónico fanatismo, sino el absoluto desprecio a la vida, pensamiento y opinión de la mujer, como si ésta sólo fuese un objeto, un animal que pare, y  no una persona.

En nuestro país existen enormes desigualdades sociales, producto, precisamente, del esquema económico que impuso por la fuerza en el país la ultra-derecha, la misma que hoy lidera la vocinglería contra el proyecto de ley de aborto terapéutico. La primera expresión de esas desigualdades es la extrema pobreza que hoy afecta tan gravemente por lo menos a unos 3 millones de chilenos; por lo tanto, según el pensamiento de Guzmán, tenemos que dejar morir a una madre de 3 hijos, pobre, y que acusa problemas irreversibles en su cuarto parto, sin siquiera haber tenido ella derecho a voz. Finalmente, ¿de qué principios hablan estos talibanes criollos?

Hace sólo unos días, la abogada Lucrecia Brito ingresó ante tribunales de Santiago una querella más contra algunos “valientes soldados” acusados de practicar violaciones contra 14 presas políticas. De esas mujeres, varias quedaron embarazadas, y a ellas, dentro de los propios centros de torturas se les practicaron abortos. Pues bien, ¿por qué  los que cacarean contra el aborto terapéutico no se suman hoy a esta querella que justo contempla el “delito” de aborto?

Por cierto, cómo vamos a pedirles que siquiera se pronuncien contra esos brutales actos de barbarie, practicados por hombres armados contra mujeres indefensas, si ocurrieron cuando ellos gobernaban sin oposición alguna. Es lamentable que a esta hipocresía se haya sumado el cardenal Ezzati, quien, por supuesto, ha olvidado por completo que somos un país laico desde 1925 y que las leyes hoy se hacen en el Parlamento de la República, y no las impone al país un grupúsculo de consejeros políticos de una dictadura.

En fin, de seguir esta retrógrada resistencia a ley de aborto terapéutico, prácticamente universal en todo el mundo, cortemos por lo sano: Que se convoque a un plebiscito sobre el tema. Sin duda, éste demostrará al mundo entero que Chile sigue avanzando sin tregua hacia la restitución definitiva de la democracia.

 

 

 

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