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Haroldo Quinteros Bugueño/ Profesor universitario. Doctor en Educación  La libertad es el mayor bien a que puede aspirar el ser humano. Como vive y necesita... Censura: el Caso Pamela Jiles

haroldo quinterosHaroldo Quinteros Bugueño/ Profesor universitario. Doctor en Educación 

La libertad es el mayor bien a que puede aspirar el ser humano. Como vive y necesita interactuar con sus semejantes, sabe que el único límite de su libertad es la libertad de los demás. Dicho con más claridad, así como él merece el respeto de todos, cual es la garantía de vivir en paz, sin que se conculquen sus derechos, ni se lo despoje de sus bienes ni de su dignidad, a él no le está permitido hacer lo contrario con sus congéneres. No obstante este principio tan acariciado por todo el mundo, la libertad se vulnera a diario en todas partes, ora abierta y hasta violentamente, ora veladamente.

En este último caso, la expresión de la libertad que más se pisotea es la más visible, la libertad de expresar públicamente y sin temor lo que se siente, siempre que se haga al amparo de la verdad. El único canal para el ejercicio de ese derecho lo constituyen los medios de comunicación de masas, los que en un país realmente libre siempre son parejos en cuanto representar las corrientes de opinión existentes y, además, en alcance, al punto que toda persona puede hacer oír sus opiniones hasta los últimos rincones del país en que vive.

¿Qué sucedió, entonces, con Pamela Jiles, la polémica periodista y ex – estrella del programa “Mentiras Verdaderas” del canal de televisión “La Red,” recientemente despedida, a pesar del enorme “rating” que tenía? El tema de Jiles era exclusivamente la política contingente nacional, y a ella, directa y atrevida en sus juicios, y, por añadidura, sin compromisos con ninguno de los grandes bloques que gobiernan el país, le dio por criticar, de rey a paje, a conocidos personajes de la vida política nacional. No sólo eso, también combinaba la crítica de las actuaciones públicas con la idoneidad de muchos de ellos, disparando ácidos cargos de nepotismo, compadrazgos, apostasía política y oportunismo. Eso, como era de esperar, difícilmente podía pasar inadvertido.

Al ser exonerada, Jiles no culpó a la plana ejecutiva de La Red, sino a “presiones de la élite que manda en el país,” para agregar luego que “esa élite se sintió tocada por mis opiniones.” En otras palabras, Jiles dijo que La Red fue presionada para ponerla en la calle. La periodista, desde luego, no se refería a una élite de la moda ni deportiva, sino a grupos fácticos que actúan desde las sombras.

 

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