Reformitas al Binominalismo
Opinión y Comentarios 8 mayo, 2014 Edición Cero
Haroldo Quinteros Bugueño/ Profesor universitario. Doctor en Educación
Otra vez, por desgracia, nadie ha preguntado a la ciudadanía si quiere seguir o no con el sistema binominal de elecciones, para remplazarlo por uno proporcional. No, quienes resolverán el asunto serán los parlamentarios, que, recuérdese siempre, no son elegidos para resolver asuntos constitucionales de crucial importancia para el destino del país. El tema no es trivial ni de segunda o tercera categoría. Estamos hablando, nada menos, que del modo de elegir a nuestros gobernantes, el más importante de todos los problemas que resolver bien si nos adentramos en la cuestión de la calidad de la representatividad de las ideas y programas políticos que asumirá determinado gobierno.
Es así porque, a su vez, la calidad de la vida ciudadana, en su totalidad, reside en la validez que tengan los modos de elección de sus autoridades. No obstante, aun sabiendo todo el mundo que esto es una verdad absolutamente indiscutible, el sistema binominal que nos rige, además de haber sido impuesto al país a sangre y fuego por una dictadura, seguirá vigente, maquillado por los cuatro costados, y quizás por cuánto tiempo más. Por cierto, el binominalismo no es representativo. Es falaz y falto de validez política y moral. Cómo no tomar en cuenta que la Humanidad entera no lo acepta, y que no existe en ningún país del mundo, excepto Chile.
El sistema binominal de elecciones, en su versión moderna, fue un invento del gobierno de transición de Polonia en 1990, integrado mayoritariamente por miembros del Partido Comunista pro-soviético de ese país. Polonia, como todo el glacis soviético, se aprestaba a pasar desde una dictadura a una democracia parlamentaria, luego del fin de la Guerra Fría. En verdad, los viejos dictadores trataban de impedir que en las primeras elecciones la oposición al fenecido régimen dictatorial ganara por paliza. Aquí fue igual, salvo que el binominalismo polaco sólo se aplicó en la primera elección legislativa, y breve tiempo después fue eliminado y remplazado por el universal sistema proporcional. ¿Sabían esto los UDI chilenos – tan anti-comunistas ellos – que todavía defienden el sistema binominal?
En otras palabras, ¿se dan cuenta que, básicamente, no se puede ser de conciencia democrática y seguir con un sistema de elecciones cuyo origen sólo radica en las dictaduras, del signo que sean? Ergo, el origen del sistema binominal de elecciones chileno sólo pudo tener un origen autoritario, la dictadura de Pinochet, a su vez pieza de un brutal sistema subcontinental de sanguinarias dictaduras, apoyadas por el imperio estadounidense, justo en las postrimerías de la Guerra Fría. Sin embargo, de aquel infamante conjunto, sólo Chile ha seguido con la vieja Constitución impuesta en dictadura, y sólo Chile ha consagrado el sistema binominal de elecciones, sin el cual la leyes de la dictadura ya no existirían.
Con las reformas que acordará la Alianza con Nueva Mayoría, consistente en ampliar el número de congresales acá o acullá, seguiremos teniendo diputados y senadores que en la elección en que fueron candidatos ocuparon el último lugar, como Fulvio Rossi, o que muchos fueron terceros entre cuatro candidatos, como Jaime Guzmán, el mismísimo autor de este engendro. Con las reformas al sistema binominal, se nos dice que “nos estamos acercando al sistema proporcional.” Falso. El sistema binominal de elecciones es, en esencia, el exacto opuesto al sistema proporcional. Debe ser derogado si más ni más, y en su lugar, sumándonos a lo que existe en todo el mundo democrático, debemos instituir el sistema proporcional. Ya es hora de exigirlo.