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Iván Vera-Pinto Soto/  Antropólogo Social, Magíster en Educación y Dramaturgo Hace muy poco se iniciaron las actividades académicas universitarias y con ello se revive... “Mechoneo” y el ser pensante

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Hace muy poco se iniciaron las actividades académicas universitarias y con ello se revive una antigua tradición estudiantil denominada “mechoneo”. Un rito de recibimiento que se organiza para quienes se integran a la nueva etapa de estudios superiores. No obstante, este evento ha despertado la polémica pública por las actitudes violentas y humillantes que se exhiben en algunas recepciones. El escenario está dividido: para algunos esta actividad representa una expresión lúdica, alegre y propia del mundo universitario que debe caracterizarse por el pluralismo de pensamiento. En cambio, para otros, es sólo una manifestación de incivilidad y falta de respeto por los demás e, incluso una forma de violación de los derechos esenciales de las personas.

Es indudable que el carácter festivo y amistoso que tuvo la actividad en su origen ha decantado en una serie de actos que resultan cuestionables para un segmento importante de nuestra comunidad nacional. Todos, en alguna oportunidad, hemos sido testigos de acciones que se exceden los límites de lo que podría ser una celebración universitaria. Asimismo, creo que no debe resultar nada grato para la mayoría de los nuevos estudiantes la experiencia de pasearse descalzos, con la ropa hecha jirones, sucios, con un olor bastante desagradable y pidiendo dinero para recuperar sus pertenencias.

Algunos plantean que decididamente el temido “mechoneo” debe ser erradicado, ya que pese a las distintas campañas que han emprendido algunas federaciones de estudiantes y autoridades universitarias del país, no se han producido cambios en las actitudes y costumbres instauradas por los jóvenes. Adversamente, otros opinan – como la Fundación Paz Mundial – que es posible hacer una operación para intentar cambiar el carácter de este rito, buscando respaldo y apoyo en los universitarios con el propósito de crear días de integración y camaradería, en lugar de humillación y malos ratos hacia quienes comienzan sus carreras universitarias. Esta es una experiencia que desde hace algunos años se está aplicando en algunas Casas de Estudios y que consiste en un plan que involucra la participación de alumnos en acciones sociales comunitarias.

Por otro lado, sabemos que para provocar cambios culturales en cualquier ámbito se requiere de una gestión a largo plazo. No podemos pensar que con una orientación del entusiasmo moderado y medianamente programado vamos a poder cambiar algunas prácticas violentas de algunos sectores. Desde esa óptica, debemos considerar que esta costumbre matizada de juego y violencia es un problema social y hay que abordarlo desde sus bases.

La violencia y las humillaciones hacia los demás, en fechas que deberían ser sólo fiesta y diversión, se produce por carencias conductuales o de conocimientos. Por ello, es necesario explorar la problemática social de la juventud para proponer acciones que inhiban el problema de la violencia desde los sustratos. El objetivo es que los estudiantes tengan internalizado el respeto por su dignidad. Es preciso generar en el sujeto pensante un aprendizaje que lo lleve a reflexionar que quien maltrata es violento porque tiene insuficiencias, que lo reconozca y evite asociarse a los grupos que promueven la violencia abierta o solapada. En el fondo, no es combatir a los violentos, sino darles la alternativa de otro camino.

El tema del “mechoneo” a primera vista podría resultar insustancial debatir en este espacio, sin embargo, me gustaría profundizar sobre el concepto de qué es ser universitario. Partamos reconociendo que quienes llegan a la universidad forman parte aún de un grupo social privilegiado de nuestra comunidad, que deben procurar entregar, a través de su quehacer, amor por cada cosa que hacen, entrega por mejorar el entorno y convicción por el respeto y aplicación de los derechos humanos, en otras funciones.

Pero ahondemos un poco más. ¿Qué es ser universitario? En esta era que vivimos tenemos que afirmar que el sujeto universitario (alumno y profesor) es un ser pensante, capaz de promover profundas transformaciones en las agendas de los pueblos, mediante un trabajo creador, solidario y transformador; cuya praxis se fortalece en el despliegue de docencia, investigación, vinculación y el trabajo productivo al interior y exterior de las instituciones de educación universitaria. En esa línea, tenemos que acordar que el universitario como persona es un ser libre, social y comprometido obligatoriamente con el desarrollo de su comunidad y, como tal, convocado por vocación cardinal a buscar la verdad y el bien social.

De acuerdo a la anterior definición, podemos inferir que todas las acciones educativas formales y extra programáticas, deben estar encaminadas a potenciar a la persona mediante el enriquecimiento de sus mejores valores, la formación integral, el establecimiento de su conciencia y el incremento de sus capacidades de servicio social.

Bajo esa mirada, las fiestas universitarias, aunque son y deben ser siempre organizadas con autonomía por parte de los estudiantes; estimo que, sin perjuicio de ello, deben estar encauzadas por la autoridad universitaria, en procura de instalar actos simbólicos institucionales de fraternidad entre los alumnos y ejercicios que relacionen efectivamente a la universidad con su zona de influencia. En otros términos, debe proponerse actividades que permitan compartir entre los jóvenes, inventar espacios creativos de fiesta y juego, como también otras instancias de integración, alejadas de todo aquello que represente denigración de las personas. En pocas palabras, valorar la dignidad del ser humano debe ser el centro de esta tarea.

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