Edición Cero

Haroldo Quinteros Bugueño/ Profesor universitario. Doctor en Educación En el siglo V a. C., el filósofo Platón era enemigo de la democracia. Sostenía que ella... Democracia y el Gobierno de los mejores

haroldo qHaroldo Quinteros BugueñoProfesor universitario. Doctor en Educación

En el siglo V a. C., el filósofo Platón era enemigo de la democracia. Sostenía que ella daba amplio espacio a los demagogos, capaces de conducir al pueblo a los mayores desastres. Para él, la democracia no aseguraba el advenimiento de los mejores al poder político, cual debía ser la enseña máxima de un buen gobierno. Proponía que el Estado fuese dirigido por los más sabios (los filósofos), obviamente elegidos de entre ellos mismos. Su discípulo, Aristóteles de Estagira, contrariamente a su maestro, era partidario de la democracia, observando que en razón de la condición humana, en el poder los sabios dejan de ser tales y se transforman en los peores déspotas y corruptos gobernantes.

El Estagirita, además, sostenía que la única forma de sostener y cuidar la democracia era que un pueblo culto cívicamente eligiera a sus gobernantes, por voto obligatorio, secreto, limpio e informado. Por supuesto, según él, la cultura cívica sólo podía garantizarla una buena Educación, a partir de la primera infancia. Era Platón quien estaba equivocado.

En Atenas, habida cuenta de las limitaciones de la época, la educación de los ciudadanos era, en general, universal y buena, lo que explica por qué los gobernantes elegidos fueron inteligentes y probos, lo que llevó a los antiguos griegos al culmen del Humanismo. Pues bien, en Chile no tenemos la democracia a que hacía referencia Aristóteles. Nuestra cultura cívica es pobre porque el Estado, vía nuestra Educación, no le da la importancia que tiene, además de ser clasista y escasa en recursos. Para rematar, el sistema de elección de quienes hacen las leyes del país es tramposo y falaz. Tenemos un sistema constitucional que fue impuesto al país bajo dictadura, y, por lo tanto, refleja sólo el cuadro ideológico de su autora, la derecha; es decir, el sistema binominal de elecciones fue construido con el exclusivo propósito de eternizarla en el poder.

Resultado final: una baja cultura cívica y el sistema de cómo elegir a las autoridades es lo que ha hecho de nuestra antigua democracia un remedo de tal, lo que nos tiene al borde del colapso moral y social. Los partidos mayores son inactivos, y en ellos manda un minúsculo hato de caciques. Reparten las “pegas” de gobierno, lo que no se hace prioritariamente sobre bases profesionales y de probidad, sino sólo sobre cuán leales se les sea. Por una parte, hoy los partidos de Nueva Mayoría se debaten en riñas intestinas precisamente sobre las malas designaciones hechas por los caudillos partidócratas; y por otra, el gobierno de derecha saliente, a última hora, se ha puesto a repartir “pegas” en la administración pública a sus perdedores en las elecciones pasadas. Anoten: por lo menos unos 20 candidatos de la Alianza que perdieron en las últimas elecciones al Parlamento fueron contratados en cargos de gobierno en calidad de “asesores.” Por cierto, esta “movida” trasunta corrupción política pura, porque los cargos repartidos son inútiles (hasta ahora no existían), y los sueldos mensuales –que pagamos nosotros-  no son “reguleques,” sino millonarios (el detalle de esta maniobra puede verse en www.portalnet.cl).

De este modo, los jefes de las dos coaliciones mayores, mantienen viva y activa a su inmutable red de leales. Esto sólo puede terminar con una nueva Constitución Política, que garantice transparencia y limpieza en todos los niveles de la vida social. Sin embargo, a quien corresponde ahora la posibilidad de hacerlo, Nueva Mayoría, hasta ahora no se manifiesta por convocar al pueblo a la elección de una Asamblea Constituyente que someta a consideración del pueblo una constitución que realmente refleje su soberanía.

Los comentarios están cerrados.