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Iván Vera-Pinto Soto/  Antropólogo Social, Magíster en Educación y Dramaturgo Es increíble que la presencia de una mascota en una familia puede generar un... Derechos de los  animales y tenencia responsable

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Es increíble que la presencia de una mascota en una familia puede generar un ambiente positivo entre los miembros de ese segmento social, incluso, puede convertirse en un verdadero personaje que alegra nuestras vidas, nos da compañía y, en algunos casos, hasta sirve de guardián.

A partir de la anterior premisa, es indudable que los animales merecen cuidado y protección en nuestra comunidad. Frente a las numerosas denuncias de actos de salvajismo que han ocurrido con diversos tipos de animales, creo que es necesario tomar conciencia y aplicar las leyes que existen para sancionar severamente a todos los individuos que maltratan, torturan  y explotan a los animales. Hoy en día existe en Chile una legislación que castiga la crueldad hacia estos seres, pero, sin embargo, vemos que normalmente las autoridades responsables no las ejecutan.

En el curso de la historia, el hombre y la mujer se han liberado de los sistemas y formas sociales que los oprimían. No obstante ¿qué ha pasado con el resto de los seres vivientes? Simplemente ellos fueron utilizados por los humanos como un conjunto más de objetos disponibles. Y como no podían defenderse, en ningún tiempo se pensó en darles espacio dentro de nuestra utópica igualdad social. La mentalidad depredadora que heredamos socialmente nos lleva a olvidar que todos los animales tienen un ciclo vital que cumplir a lo largo de su existencia. Durante ese tiempo están obligados a subsistir, a adaptarse libremente al medio ambiente, a interactuar armónicamente con las demás especies, formando ecosistemas y evolucionando a lo largo del período.

Para nadie es un misterio que el hombre ha violado todas las leyes de la naturaleza. Lo que se traduce que millones de animales sucesivamente sufren una vida sórdida y mueren cruelmente víctimas de los intereses económicos de la sociedad industrializada. Por otra parte,  tampoco se nos educa en el respeto al medio ambiente y a los seres vivientes. Es por ello que la educación formal e informal debe propiciar en los niños un aprendizaje que les permita observar, comprender, respetar y amar a los animales. No podemos permanecer indiferentes ante el genocidio que el hombre comete a diario, más aún contra los animales que son seres dotados de sensibilidad psíquica y física. Tenemos que formar nuevas mentalidades, educando a los pequeños en los derechos de los animales. De igual manera, cada uno de nosotros debe tomar la iniciativa para ayudar a construir una cultura de la vida; adquiriendo un compromiso con los principios éticos, sociales y medioambientales que eviten ocasionar sufrimientos innecesarios a los protagonistas del medio y a los animales.

Me parece pertinente y valioso el surgimiento en nuestro país de movimientos como la Sociedad Protectora de Animales, conformada por personas poco corrientes que están orgullosas de dedicarse en cuerpo y alma al cuidado de los animales. Así también, el movimiento por los Derechos de los Animales que surge como respuesta a la indefensión que millones de animales sufre como consecuencia de su consideración como útiles o herramientas de trabajo, sea esto en el ámbito moral o jurídico. En su manifiesto este movimiento plantea el principio que cada animal debe disfrutar de una serie de derechos fundamentales: a la vida, a la libertad, a evitar que se le inflija sufrimiento.

Esta situación debe cambiar radicalmente, no pueden los animales ser meros recursos a nuestra disposición, para servirnos de comida, vestido y entretenimiento. Tenemos que cambiar el prejuicio que existe contra otros seres por no pertenecer a nuestra especie. Y debemos insistir en educar a las personas para que trabajen por los animales, porque esa acción se traducirá posteriormente en un trabajo por la justicia, el respeto, la dignidad, los derechos humanos, la paz, contra la violencia y el sufrimiento de  todos los seres vivos. Parafraseando a los activistas del Movimiento por los Derechos de los Animales podemos concluir que “Cuando un ser humano es cruel hacia los animales, está siendo cruel hacia los débiles, los que no pueden defenderse”.

Por otro lado, el adoptar una mascota obliga una tenencia responsable, lo que se traduce en el cumplimiento de un conjunto de deberes que adquiere una persona o familia. Su objetivo es asegurar la buena convivencia y el bienestar de los animales y las personas que viven juntos a ellos. Los principales aspectos ligados a la tenencia responsable son los cuidados veterinarios, el ambiente adecuado y el control de la reproducción. No obstante, por irresponsabilidad de los dueños, observamos diariamente en todos los espacios de nuestra ciudad a perros que no permanecen en sus casas, por el contrario, deambulan por los sectores vecinales ensuciando las calles con sus excretas y orinas; poniendo en peligro la integridad y vida de las personas y provocando una serie de perjuicios al entorno. Los casos han sido numerosos, incluso algunos con víctimas fatales.

La pregunta concreta es ¿cómo dar solución a este tema que desborda los límites de la buena convivencia?  Personalmente no estoy de acuerdo con las medidas eutanásica que serían las más sencillas y crueles, por el contrario, prefiero que se destinen los recursos suficientes para que las municipalidades puedan habilitar los caniles suficientes para mantener a toda la población canina que sea retirada de la vía pública, que contemos con el apoyo de las autoridades para hacer jornadas de adopción de estos animales. Por otro lado, creo que no es justo castigar al animal sino al dueño irresponsable con fuertes multas, penas y con la pérdida del animal ante faltas reiteradas.

Los etólogos consideran que un perro no nace fiero, sino que se hace a través de la educación que recibe. Por ello, hubo una polémica por los medios de comunicación cuando se discutió una lista de «razas potencialmente peligrosas», que muchos educadores caninos consideran como una forma de demonizar a ciertos perros, por sus características físicas. La pregunta es: ¿perros peligrosos o dueños peligrosos? La respuesta pasa por aclarar qué se entiende por perros «potencialmente peligrosos», referidos a ciertas razas caninas y cruces. Aún la Ley no contempla los requisitos para ser propietario de un perro potencialmente peligroso, tampoco se establece las normativas para que las personas se les obliguen a obtener una licencia que cumpla con algunas medidas de seguridad.

 Es claro que los propietarios de estos perros deberían disponer de aptitud psicológica y capacidad física adecuadas, es decir, de las condiciones físicas precisas para proporcionar los cuidados necesarios al perro y garantizar su adecuado manejo, mantenimiento y dominio. También debería ser obligatorio formalizar un seguro de responsabilidad civil por daños a terceros. Sabemos que el Código Penal sanciona y castiga a los dueños o encargados de la custodia de animales que lesionen o dañen a terceros, incluso aunque se haya escapado o extraviado.

 Al margen de cuestiones legales, conseguir que un perro, sin importar sus características físicas, sea equilibrado, sociable y feliz, depende exclusivamente de sus dueños, pues – de acuerdo a los veterinarios – la  agresividad en el perro doméstico no es heredable y únicamente se debe a una causa orgánica o por aprendizaje. La actitud agresiva en los perros es siempre aprendida y depende mucho de la educación que les den los propietarios y no a la raza a la que pertenecen, es decir, dependerá de si los dueños son responsables o irresponsables. Por lo mismo, a ellos hay que evaluarlos y sancionarlos severamente por los actos agresivos que cometan sus canes.

 

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