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Cambio 21 /Por Óscar Reyes P.- Tres décadas después de ocurridas las supuestas “apariciones” de la Virgen en Villa Alemana que conmocionaron al país, está... Fraude de apariciones de la Virgen en Villa Alemana: Acusado ex ministro Cuadra dice que «nunca supo nada» del montaje más grande en la historia

ex ministro Fco CuadraCambio 21 /Por Óscar Reyes P.- Tres décadas después de ocurridas las supuestas “apariciones” de la Virgen en Villa Alemana que conmocionaron al país, está más que claro que fue un montaje y un fraude para desviar la atención de las gravisímas violaciones a los derechos humanos y de las protestas que ocurrían contra la dictadura. La maquinación fue orquestada desde el mismo seno de la dictadura y los principales acusados son el ex jefe de la CNI, general Humberto Gordon y el ex ministro Francisco Javier Cuadra. Cerca de un millón y medio de chilenos llegaron al Cerro Membrillar en Villa Alemana, en tres años a «observar» a la virgen

Septiembre de 1983: Chile estaba convulsionado.

 La dictadura completaba diez años en el gobierno y la gente empezaba lentamente a sacar la voz. A protestar.

 Había poquísimos medios de comunicación que podían dar a conocer lo que ocurría en Chile en esos días. La casi totalidad eran obsecuentes con Pinochet y su dictadura.

 Y muchos de ellos -tal como lo han reseñado innumerables investigaciones- fueron cómplices de las más graves violaciones a los derechos humanos que se tenga memoria en nuestra patria.

 Pero ni siquiera los medios obedientes y cómplices con la dictadura podían acallar las protestas a la que llamaban las organizaciones sindicales y estudiantiles, porque los partidos políticos estaban proscritos. Eran organizaciones ilegales.

 Las protestas eran convocadas por la Confederación Nacional de Trabajadores del Cobre, que presidía un delgado dirigente sindical, de tiesos bigotes, que había salido del mineral El Teniente a enfrentarse a Pinochet: Rodolfo Seguel Molina.

 En Chile, la mayoría de los canales de TV no informaban de las protestas en sus programas noticiosos. Los diarios casi las ignoraban. Sólo las radios Chilena (de la Iglesia Católica) y Cooperativa (propiedad de dirigentes opositores de la dictadura) sacaban al aire la voz de Seguel convocando a las protestas.

 Las dos emisoras sufrieron el acoso del gobierno militar y de Dinacos, que era el órgano censor de los medios de comunicación.

Comenzaban a aparecer algunas revistas como la Hoy, Análisis, Cauce, Apsi, que trataban de informar, a pesar de las fuertes restricciones a la libertad de prensa.

 Junto con Seguel había otros dirigentes sociales que convocaban a las protestas: María Rosas y Jorge Pavez, por los profesores; Arturo Martínez, por los trabajadores gráficos; Sergio Troncoso, de la construcción; Moisés Labraña, de la pequeña minería.

 Por los universitarios, los líderes eran Tomás Jocelyn-Holt, de la Universidad Católica; Yerko Ljubetic y Gonzalo Rovira, de la Universidad de Chile, y Andrés Rengifo, de la Usach.

 Las protestas contra la dictadura arreciaban.

 Se declaraba estado de sitio. El toque de queda era estricto.

 Había poblaciones, especialmente en el sur de Santiago, donde sólo se ingresaba con tanquetas para atacar a los pobladores organizados.

 Los agentes de la policía represiva de Pinochet llegaban con sus autos sin patentes y en movimiento disparaban sus metralletas, pistolas y revólveres a los jóvenes que se reunían en la noche a manifestarse.

 En algunas protestas los muertos en una sola jornada llegaban a las 40 personas.

 La dictadura entró en estado de desesperación.

 Los obispos criticaban duramente las violaciones a los derechos humanos y sus crímenes, la mayoría de ellos aún impunes.

El gigantesco montaje

 En una de esas protestas y cuando Pinochet sobrevolaba la capital de noche en un helicóptero -que ardía por los cuatro costados con fogatas y caceroleos- fue que decidió vengarse.

 Como a Rodolfo Seguel ya lo había mandado a detener más de una treintena de veces («Estuve preso en la cárcel cuatro veces seguidas y en comisarías más de 30», nos relata el ex sindicalista y posteriormente diputado), es que ordena «taparles el hocico a esos «hijos de puta», refiriéndose a los obispos.

 «Hay que hacerlos cocinar en su propia salsa», le dijo Pinochet a un grupo de generales. Pero sus palabras iban dirigidas específicamente al brigadier Humberto Gordon Rubio, que dirigía la Central Nacional de Informaciones, CNI, que continuó con la «labor» de la DINA de Manuel Contreras.

 Versiones de la época señalan que Pinochet -que estaba furioso e indignado- informó de la acción que llevarían a cabo a un grupo de civiles que le daban sustento al régimen. Entre estos destacaban su vocero, Francisco Javier Cuadra (ex RN), y el ministro del interior, Sergio Fernández (UDI) posteriormente senador.

 También sabían del montaje que se venía, incluyendo otros dos ministros: Alfonso Márquez de la Plata (independiente pro UDI) y Sergio Onofre Jarpa (RN).

 Humberto Gordon, un ex Edecán de Eduardo Frei Montalva, tenía manga ancha económica y de recursos humanos para concretar todas las acciones para asegurar la estabilidad de la dictadura. Éstas podían traducirse en las más deleznables y «que les dolieran a estos curas rojos», como acostumbraba a decir Pinochet sus asesores más directos.

 A través de la Armada, Gordon -que tenía información de todo lo que pasaba en el país, supo que en las cercanías de Villa Alemana, en la localidad de Peñablanca, un grupo de personas se reunía para escuchar a un joven huérfano de 17 años que decía que «hablaba con la virgen».

 Junto con su equipo dieron rienda suelta a la imaginación y determinaron potenciar al supuesto vidente Miguel Ángel Poblete. Así desviarían la atención de la opinión pública.

 Todas las fuentes consultadas por Cambio21 señalan que el ministro Cuadra estaba al tanto de este montaje. «Realizó una operación similar después, con el Cometa Halley», señala un sacerdote.

 Miguel Ángel: el que hablaba con la virgen

 Miguel Ángel Poblete vivía en la marginalidad. Se drogaba constantemente con neoprén y pasta base en los cerros cercanos a Peñablanca.

Ahí daba rienda suelta a su histrionismo y su incipiente homosexualidad.

 Se juntaba con otros nueve jóvenes, todos menores y también marginales, que le avisaron a los pobladores de Peñablanca, Quilpué y Villa Alemana que «el Miguel Ángel habla con la virgen».

 Y mientras Chile se convulsionaba con las protestas a nivel nacional, la dictadura dio todo su apoyo al supuesto «vidente».

 Le asignaron varios funcionarios del ministerio Secretaría General de Gobierno, cuyos ministros eran Alfonso Márquez de la Plata, Francisco Javier Cuadra y luego Orlando Poblete. El derrotado ex alcalde de Providencia Cristián Labbé terminó siendo vocero de la dictadura.

 También hubo funcionarios del ministerio del Interior que proveyeron de recursos económicos. Ahí estuvieron Sergio Fernández, Enrique Montero, Sergio Onofre Jarpa, Ricardo García y nuevamente Sergio Fernández, después senador de la UDI.

 Las apariciones

Su primera aparición en el cerro Membrillar de Peñablanca como presunto vidente la realizó el 12 de junio de 1983. Guiado por sus amigos adictos a las drogas, subieron al cerro para poder consumir e intercambiar las sustancias ilícitas.

Tras haber consumido harta droga y alcohol, el joven comenzó a entrar en un trance de proporciones que lo llevó a convulsionar, acto que observó una mujer que trabajaba como profesora en Quilpué y quien, más tarde, fuera la encargada de esparcir el mito del joven que hablaba con la virgen.

 Luego de ese día, con un desplante de proporciones, Poblete reunió a un grupo de gente en Peñablanca y comenzó una escena de reiteradas visiones en donde, supuestamente, la virgen María se acercaba a él para hablarle, apareciendo desde el sol.

 Hasta esos cerros llegaron miles de fervorosos creyentes que creían ver junto a Miguel Ángel a la madre de Jesús. Por mirar al sol, muchos sufrieron quemaduras de retina.

 Según datos de la iglesia, en las masivas «apariciones» de la virgen llegaron en total más de un millón y medio de chilenos, en sólo tres años. Las «visiones» se daban fundamentalmente dos o tres días antes de las protestas convocadas por Rodolfo Seguel y los dirigentes estudiantiles y sindicales.

 Este fervor religioso era transmitido por Televisión Nacional en su noticiero 60 Minutos con gran despliegue. Las notas de la «aparición» de la virgen y las amenazas que hacía a los obispos por boca de Miguel Ángel duraban hasta 20 minutos.

Eran un verdadero show dentro del «noticiero» y los diarios se hacían eco de este gigantesco fervor mariano. Y todo era transmitido por la televisión.

 Sólo la Iglesia Católica llamaba a la cautela.

 Miguel Ángel «veía y hablaba con la virgen» y el paroxismo se desataba cuando sufría de estigmas: su frente sangraba. Lo que él ocultaba es que reventaba unos pequeños globos con tinta roja que escondía entre su pelo.

 La hostia que le aparecía en su boca repentinamente era nada más y nada menos que un pedazo de plástico que había recortado de una botella. Y muchas de sus supuestas conversaciones con la virgen no se entendían, porque tenía el plástico en el paladar.

 Agentes de la CNI habían arrendado una parcela cercana al cerro, donde quemaban paja húmeda desde primera hora de la mañana cuando se iban a producir las «apariciones». Usaban varios potentes ventiladores para impulsar la humareda; por eso los que llegaban a Peñablanca creían ver en el cielo figuras de la virgen. «Con fe, veían cualquier cosa», recalca un sacerdote.

 Para refrendar esos dibujos en el cielo se utilizaron tres aviones del Ejército, que salían del aeródromo El Belloto, ubicado al inicio de la calle Agua Santa en Viña del Mar. Desde ellos, lanzaban al vacío una mezcla de cloruro de plata que, con la ayuda del viento, llegaba sobre las cabezas de los miles de creyentes. Además, «quemaban» aceite en el aire, que les daba un tono oscuro a las nubes.

 La virgen y Pinochet

 La iglesia Católica tenía claro que todo era un fraude y una estafa, pero Miguel Ángel Poblete seguía «hablando» con la virgen desde Peñablanca.

 Decía que la madre de Jesús le había dicho que era un regalo de Dios tener a Pinochet como mandatario. «Agradezcamos a nuestros gobernantes», arengaba en el Cerro Membrillar y la frase era replicada por los medios adeptos a la dictadura.

Al lugar llegaban personas de todas las regiones del país. Inválidos, ciegos, mutilados, enfermos terminales, niños con muletas…

 Y también el Almirante José Toribio Merino, integrante de la Junta Militar, que estaba al tanto de este burdo montaje.

 Eran tan torpes las acciones que se organizaron, que la esposa del comandante en jefe de la Armada, Margarita Riofrío, invitó a una cena al obispo de Valparaíso, Francisco de Borja-Valenzuela, y le dijo que lo tenía que felicitar, «porque va a tener la aparición de la virgen en su diócesis».

 En la zona de Las Condes, Vitacura, La Reina, Providencia, los municipios estaban en manos de alcaldes designados de la derecha se organizaban «tours» y contrataban buses para ir a Peñablanca y participar en el show.

 La mayoría iban de buena fe. Desconocían el montaje. Las mujeres iban con mantillas, velos y pañoletas. Los hombres, con crucifijos.

 Sin embargo, las protestas eran tan potentes y masivas que ni las «conmemoraciones ni las apariciones» de la virgen lograron contrarrestar el enojo ciudadano.

 El liderazgo de Seguel lo tomaron rápidamente los partidos políticos a partir de los años 85, 86 y 87.

Los líderes eran Gabriel Valdés, Ricardo Lagos, Enrique Silva Cimma, Patricio Aylwin y Clodomiro Almeyda, que integraban la naciente Concertación, conocida en esos años como la «Alianza Democrática».

 Desechan a Miguel Ángel

 Todas las enseñanzas religiosas realizadas por un sacerdote agustino a Miguel Ángel, para que no cometiera errores teológicos, ya no servían de nada.

El apoyo brindado por la dictadura al supuesto vidente empezó a bajar conjuntamente con la aparición de extravagancias homosexuales en el joven. Se disfrazaba de mujer, usaba distintas pelucas, besaba apasionadamente a sus amigos del cerro. Bailaba desnudo.

Todos los miércoles en la tarde, Miguel Ángel era llevado desde Villa Alemana a Santiago a una casa en la comuna de Providencia.

Pertenecía a un funcionario de la Secretaría General de Gobierno. Ahí le daban una cena y lo «capacitaban» en sus libretos o guiones teológicos. Se quedaba a dormir. Al otro día, volvía a su casa en Peñablanca, también arrendada por la dictadura.

Cuando la Iglesia llegó al convencimiento absoluto del montaje, actuó con cautela. Le avisaron primeramente al Cardenal Silva Henríquez, al obispo de Valparaíso y a la Conferencia Episcopal.

La diócesis dio la orden que los sacerdotes no podían seguir participando en este fraude. Sólo siguió uno, que después fue expulsado de la congregación jesuita.

Se le avisó al Nuncio Apostólico, monseñor Angelo Sodano, y éste determinó no escalar el conflicto con el gobierno de Pinochet. «Tuve una orden autoritaria y perentoria. No denunciar a Pinochet», dice el investigador del caso, Padre Jaime Fernández a Cambio21.

«Tuve que agachar el moño no más», añade. Sodano llegó a su secretario de Estado del Vaticano.

Terminando la dictadura, Miguel Ángel protagonizo una acción grotesca: celebró el cumpleaños de la virgen María en el cerro, emergiendo de una gran torta  de cartón de color rosado que fue llevada por sus amigos del neoprén.

 Ceca del plebiscito de octubre de 1988, Miguel Ángel «dejó de conversar con la virgen» y de tener «visiones».

 En 2002 se conoció que se cambió de sexo y de nombre. Se puso Karol Romanoff. Decía que era descendiente de zares rusos.

 El 27 de septiembre de 2008 falleció, a los 42 años, producto de una hemorragia digestiva.

 Fue sepultado en absoluto anonimato en el Cementerio General de Santiago. Sólo una decena de ancianas y seguidores lo acompañaron.

 Con él se fue el mayor montaje realizado en la historia de Chile.

 Ex ministro de Pinochet, Francisco Cuadra a Cambio21: «yo no supe nada…»

-Como secretario general de Gobierno desde 1984, ¿supo algo respecto del montaje de Peñablanca?

-Yo estuve en el gabinete desde noviembre del ´84 hasta julio del ´87 y en esa época no era un tema. Como tema de opinión pública para mi nunca fue importante.

 -Pero fue un suceso que ocurrió entre 1983 a 1988.

-En la época que yo fui secretario general de Gobierno, no supe nada. No sé si habrá habido alguna otra cosa, pero lo desconozco. En la secretaría general de Gobierno por lo menos, nada.

 -¿Qué cree que sucedió entonces con el caso de Miguel Ángel?

-Yo creo que era más bien un tema social. A mí me da risa cuando hablan de los montajes por parte de los organismos de seguridad, porque hicieron tanta tontera, tanta barbaridad, que me cuesta imaginar que tuvieran la capacidad y la organización de hacer algo de esa naturaleza.

 -¿Se refiere a los organismos del Gobierno militar?

-Hablo de la gente que participó en la violación de derechos humanos, tanto en la etapa de la DINA como de la CNI. Y a gente que hizo tanta cosa mal hecha, que por sus resultados se demuestran, que me cuesta creer que hayan podido tener la estructura para hacer un montaje de esa naturaleza. Cuando fui ministro este tema nunca fue importante en la opinión pública. La mejor prueba es que el fenómeno desapareció después, al margen de cualquier itinerario político.

 Padre Jaime Fernández que investigó el montaje: «Esto vino directamente de Pinochet»

 El padre Jaime Fernández fue el encargado de investigar el montaje de la CNI sobre Miguel Angel Poblete y el que corroboró que todo era un engaño. Fue a pedido del obispo de Valparaíso, Francisco de Borja-Valenzuela, porque ya estaba comenzando a repercutir en el país. Recuerda a Cambio21 la fecha de inicio de su pesquisa: el 7 de septiembre de 1983.

 «La diócesis tenía que dar su veredicto para decir esto es de carácter sobrenatural o no, para alertar a los fieles por si se trataba de algo de Dios o más bien una falta de respeto frente a las cosas de Dios, como era en realidad», dice el sacerdote, que hoy se dedica a entregar la unción de los enfermos.

 -Esto viene directamente desde Pinochet.

-Directamente de él, con nombre y apellido. Él es quien dice que «hay que taparles el hocico a esos tales por cuales de los obispos» y la orden que él da es que hay que «cocinarlos es su propia salsa». La finalidad era desprestigiarlos, porque estaban hablando sobre los conflictos que se estaban produciendo en relación con los derechos humanos, desapariciones de personas y torturas.

 -Pinochet decía que era católico, iba a misa, comulgaba.

-No cuesta nada decir yo soy católico, pero a un católico jamás, nunca en la vida, ni siquiera en sueños, se le ocurriría manipular a la virgen María y ridiculizarla. O sea, si eso es catolicismo, yo soy Arturo Prat. Ahí hubo una falta de respeto a lo más elemental, porque se jugó con la credibilidad de las personas y con elementos que son de carácter sobrenatural para nosotros. La frase clave del niño, lo que dijo Miguel Ángel, fue que los obispos era la cloaca de la humanidad y que no había que hacerles caso.

 -También había un ex sacerdote que era asesor de Miguel Ángel.

-Exactamente. Era el que le daba los parlamentos y es por eso que yo estaba muy impresionado de que un cabro ignorante dijera cosas tan acertadas.

 -¿Usted cree que este fue el mayor montaje realizado en Chile, en el que han estado involucrados mayor cantidad de chilenos?

-Yo creo que sí. Montajes de ese tipo no había conocido ningún otro. Lo último que me tocó descubrir fue cómo hacían las señales en el cielo. Yo ya había dado el veredicto y les llevé unos sándwiches y unos refrescos a los chicos que me estaban ayudando a ordenar. Por casualidad vi un grupito sentado en torno una mochila, con apariencia evidente de militares. Estaban transmitiendo las señales al aviador para que quemara petróleo y saliera esa nube que toda la gente gritaba: el pescadito, el pescadito.

 -¿Eran agentes de la CNI?

-Supongo. Yo fui a reclamar a El Belloto. El comandante me recibió de forma muy amable, muy tranquila. Él me dijo un par de datos indirectos, de tal manera que sin decirme nada me dijo todo: que en definitiva lo pasaban a llevar a él y que no era gente de El Belloto la que lo estaba utilizando. Este fue un grupo limitado concreto y que se jugó para hacer este show seudo religioso.

 Rodolfo Seguel, líder en los 80: «Era un montaje para desviar la atención de las protestas»

 Rodolfo Seguel, el dirigente sindical en los años ’80 y quien llamaba a protestar contra Pinochet, dijo a Cambio21 que altos personeros de la Iglesia «me avisaron que las apariciones de la vírgen era para contrarrestar y desviar la atención de la gente».

 Añadió que había algunos agentes de la CNI «como colaboradores encubiertos en nuestras organizaciones sindicales, que informaban los días de las protestas a sus jefes, y en los días previos o en el mismo día, se aparecía la vírgen. Era burdo, era torpe como todo lo que hacían»

Monseñor Ricardo Ezzati: «El tema es muy serio para darle una opinión a la rápida»

 El Arzobispo de Santiago, que en los años ’80 era Provincial de la Congregación Salesiana, dijo a Cambio21 que el montaje ideado por la dictadura, donde se jugó con la fe de miles de chilenos, «es un tema muy serio para darle una opinión a la rápida».

 Agregó que «estos temas de la fe y el fervor religioso son temas profundos. Excuséme que no le pueda dar una opinión mayor de lo que ocurría en esos años».

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