Ana Gonzalez, luchadora incansable por los derechos humanos: «Nunca en mis ojos verán odio»
Entrevistas 4 mayo, 2013 Edición Cero
La Mansaguman/ por Jessica Lillo y Kena Lorenzini.- Ana González es una mujer emblemática, un ícono en los casos de violaciones de los derechos humanos. Su marido, dos de sus hijos y su nuera, embarazada de tres meses, son detenidos desaparecidos. Tiene 87 años y ha pasado 40 de ellos buscando justicia por los suyos y por los hijos, maridos, esposas, nueras, padres o madres de otrxs chilenxs.
Ana González es probablemente una de las más conocidas, pero no es la única mujer que inmediatamente después del 11 de septiembre comenzó a organizarse para enfrentar las mentiras que les contaban los militares sobre sus familiares. Con esta entrevista, que es un recuento de años de luchar, una memoria, un testimonio de la historia dolorosa, iniciamos nuestra serie especial por los 40 años del Golpe.
–Anita Manuela, a 40 años del golpe ¿cuál es la evaluación que haces en relación a los derechos humanos?
-A los 40 años, a diferencia de años atrás, veo que en justicia, y es justicia decirlo, ha habido ministros muy buenos, gracias a eso y al trabajo de tantas personas, hombres y mujeres, que fueron siempre tras de la verdad y la justicia, es un honor tener ese tipo de abogados en Chile, en la dictadura también los hubo, ministros de justicia que ya no son ministros, porque se metieron en el problema. Ellos mismos llegaron a escandalizarse, cuando fueron saliendo los crímenes y cómo se liquidaba a la gente. Y eso es un gran avance. Si no se ha visto más de lo que deseáramos, es porque que el enemigo siempre tiene que hacer lo suyo, para eso lo formaron. Pero nosotros, los de acá, también tuvimos culpa.
¿Cuál es el mea culpa?
Cuando llega la democracia, la Iglesia Católica dijo: la Vicaría de la Solidaridad llega hasta aquí nomás. ¿Cierto? ¿Cuál era el mensaje de ellos? El mensaje era: ahora le toca a los partidos políticos emprender la defensa de los derechos humanos en cuanto a saber la verdad, la justicia, y todo lo que sobrelleva. Pero los partidos políticos no hicieron eso. La culpa es de nosotros mismos porque en el camino por hacer justicia, verdad, y me estoy refiriendo a todos los derechos de la Carta Universal de los Derechos del Hombre: la salud, el derecho a pensar, la vivienda, buenos sueldos…en ese camino la culpa fue permitir el término de la Vicaría.
-¿Qué te ha parecido la lucha de las mujeres de la Agrupación de Familiares de los detenidos desaparecidos?
-La labor de las mujeres fue magistral, logramos hacer conciencia. El país abrió conciencia para el problema. Con nuestra lucha llevamos la esperanza a la gente que trabajaba públicamente, e inclusive en la clandestinidad. Más aún, llevamos la esperanza hacia los compañeros que habían sido exiliados, mandados a otros países. La lucha de las mujeres empezó el mismo año 73.
-¿Esa es la respuesta que recibían?
-Sí. Te entregaban un puto papel que decía: no está detenido. Confirme en el Ministerio del Interior. Y ahí se fueron las mujeres pasando la voz: hay un oasis adonde podemos llegar.
El Comité Pro Paz.
En el Comité Pro Paz se fueron juntando, y se encontraron, con la gente que estaba organizándose, con sus familiares exiliados, de los compañeros que estaban en los diversos campos de concentración, de los presos políticos que había en la cárcel. Se fueron aunando y juntando. Pero había una gran cantidad de hombres y mujeres que no sabían dónde estaban. Entonces ellxs formaron un grupo que se llamó Familiares de Detenidos Desaparecidos.
-Estas mujeres cargaban además con su propia realidad. ¿Iban con los hijos y ahí se iba haciendo un espacio de solidaridad?
-Más aún llegaban esas madres que no tenían idea de política y tampoco sabían lo que hacían sus hijos. Y entonces, ante la tragedia y el drama que estaban viviendo esas madres, tomaron la bandera de sus hijos que podría haber sido una bandera, la bandera del Partido Socialista, del Partido Comunista o del MIR. Las enarbolaron, y salieron a defender la vida. Porque todo al principio de la lucha fue primero para defender la vida.
-¿En la lucha, qué hacían?
-Los ideales de ellos, los sueños de ellos. Entonces entre los grupos habían maravillosas mujeres, mujeres jóvenes, casi niñas diría yo, de un gran conocimiento político. Después que se reúnen y llega la detención y desaparecimiento el año 76 a los comunistas. Porque primero el golpe recayó, masivamente, entre compañeros socialistas y comunistas. Y el 76 comienza la persecución a los comunistas. Cuando llego allá, una de tantas que llegamos el año 76, éramos un grupo de familiares que pasamos a ser como el grupo de transición.
-¿Por qué?
-Mientras no supiéramos más detalles de las detenciones y todo eso, podía ser que los encontráramos. Entonces tenía que pasar un tiempo. Ahí conversamos con las compañeras del 73 para entrar a la Coordinadora que ellos ya tenían conformada. Las cuales tenían asiento en las distintas vicarías: zona norte, sur, centro, oeste, provincia, etc. Ellas inmediatamente aceptaron y, más aún, pedíamos que dentro de la directiva que tenían ellos, quedara uno de nosotros. Ya te había dicho que tenían un gran sentido político.
-Y ahí nos unimos y al poco andar, dijimos como estaba prohibido formar una agrupación, formáramos grupos de personas, que organizaran a la gente. Y como un desafío a la Junta Militar, le pusimos Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos. Todas las cartas que enviamos donde fuera y desde Pinochet para abajo, iban: Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos. Así se conformó.
-Cuéntanos de las huelgas de hambre, incluida la toma de la Cepal.
-Ahí fue cuando llegaron a hacer realmente la Agrupación. Ya después, toda unida, viene las huelgas de hambre, que marcaron un hito. Para la primera huelga, intervino hasta el secretario general de las Naciones Unidas. Éramos 24 mujeres y 2 hombres. Fue terrible eso. Cómo hacer una huelga de hambre y que no se filtrara. Entonces había que elegirlos con pinza, Y un día de lluvia nos tomamos la Cepal. Algunas no alcanzaron a entrar, lloraban después desconsoladamente fuera. Logramos entrar. Nosotras estábamos seguras ahí en la Cepal, protegidas, por las mismas Naciones Unidas, pero la preocupación era por las compañeras que quedaban atrapadas afuera. En primer lugar cómo decirles, cómo comunicarles, estamos en huelga de hambre. Fue un error histórico, político, en los momentos terribles que estábamos viviendo. Pero las madres, las hijas que quedaron afuera no se consolaban ante ese problema. Entonces, mediante las conversaciones, se entendió lo que las compañeras afuera tenían que explicar. Lo primero que se hace fue ubicar a la Vicaría de la Solidaridad. Después vinieron los encarcelamientos, más huelgas de hambre, salidas callejeras. Mucha gente aprendió a escribir a máquina, otras a redactar.
La Vicaría de la Solidaridad fue una verdadera escuela.
-Yo crecí como persona en la Vicaría de la Solidaridad, recibiendo las lecciones. Antes las recibí de una gran y querida tía, después de la JJCC, después en el Partido Comunista y luego mi escuela fue la Vicaría de la Solidaridad. Y aprendí, que en todas partes se encuentra gente buena. Aunque sea el adversario. Por eso nunca en mis ojos vas a ver el odio. Y admiro a toda esa gente religiosa, que me fue a acompañar a las huelgas. Después de los 17 días, llegó el cardenal Raúl Silva Henríquez. La pieza en que se alojaron fue la tumba del Padre Hurtado. Era un honor estar ahí. El cardenal se reunió con las huelguistas. Fue a increparnos. Que cómo podíamos atentar contra la vida, si se defendía la vida. Entonces se para una compañera y dice: Chucha Padre, ¿y qué quiere que hagamos? hasta ahí llegó el padre.
Mensajera del dolor
-¿Cómo te vas construyendo después de la desaparición de tu marido, de tus hijos, de tu nuera embarazada, teniendo que asumir con una realidad tan difícil, con la familia y los hijos que te quedaron?
-Yo no tuve problemas que tuvieron esas mujeres que llegaron, que eran jovencísimas, de 20 años, con sus niños chiquititos. Tantas que tuvieron que dejar a su prole en la casa. Como las que participaron en la huelga de la Cepal, que tenían hijos pequeños que quedaron al cuidado de la mamá. La Patty estaba en Mendoza. La Anita María vivía en otro lado. Yo vivía aquí con mi hijo Vladimir, el Rodrigo, y el Luis Emilio con su señora y sus hijos. Trabajábamos con mi marido en ese entonces, en el casino del Agua Potable en La Granja. El 29 detienen a los míos. Primero, en la esquina de mi casa, mis dos hijos y a mi nuera a mi nieto lo dejan solo en la calle. Al otro día, el 30, se llevan a Manuel. Ese día 30 Manuel parte primero, porque a pesar de todo, íbamos a hacerle empanadas como un homenaje silencioso, al 1 de Mayo, al obrero y empleado que yo atendía. Él parte primero con el material que íbamos a usar ese día, yo no me puedo ir con él porque tenía al Puntito(el que quedo solo en la calle) que lloraba desconsoladamente y tenía que arreglarlo para llevármelo al casino, para ir a contarle al gerente lo que estaba pasando, inclusive pedirle dinero…
-No nos demoramos más de un cuarto de hora en seguir a Manuel para el lado sur. Miro de lejos y distingo que los trabajadores están afuera. Entonces me di cuenta de que algo pasaba, ahí ya no podía gritar, no podía llamar, no podía hacer nada porque llevaba de la mano al niño, tuve que mamármelas, saqué fuerzas de coraje, y efectivamente Manuel nunca llegó al casino. Le cuento al gerente lo que me está pasando. Y el hombre, inmediatamente tomó el teléfono y habló para la central del Agua Potable que está en Bulnes y le cuenta lo que yo le he relatado. Entonces, por el otro lado del teléfono, contesta un hombre: ah, sabe que no se aflija, deben haberlo tomado por sospecha. Porque en esos días, le dijo, que estaban haciendo redadas. El gerente cuelga el teléfono. Iba a hacer otra llamada. Y yo le pongo la mano en el teléfono. No llame, le dije, porque puede ser peligroso para usted. Me arrepentí después y eso me duró como un mes. Que fui lesa.Pero después llego a la Vicaría y ahí empiezo a conocer lo que estaba sucediendo en Chile, tan tremendamente horroroso.
-¿Ahí dimensionaste lo que estaba pasando?
-Claro. Y ahí por suerte que me saqué eso de adentro. Porque pensar que lo podía haber salvado, ni por donde. Y ahí tuve que transformarme en mensajera del dolor, para ir a comunicarle a la mamá del Analbe, que era terrible. No te lo puedo describir. Sólo tienes que sentirlo. Imagínatelo. De ahí después fui a la casa de mi otra nuera, Andrea, que tenía dos hijitos, un bebé como de meses. Inclusive ya le había comprado pañales al niño y cayó presa, con pañales también se la llevaron. Pero antes fui adonde la Ernestina, la madre de Nalvia, a contarle. Una heroica mujer, una madre coraje en toda la extensión de la palabra. Once hijos. Toda la familia prácticamente, se había disuelto, porque tenía hijos en Brasil, en Estados Unidos, en Venezuela, Suecia. Después se le murió la hija cuando estaba en una huelga de hambre. Y pasó de once hijos, a tener doce. Enteró los trece, cuando detienen a la hija, la Nalvia, que tenía el Puntito que quedó huérfano. Tuvo el decimotercer hijo. Con el Bachi optamos que lo mejor que podíamos hacer era ir a dejarle el niño, el Puntito, a la Ernestina. Fue muy doloroso hacer eso también.
-¿Cómo un acto de amor hacia Ernestina, por la hija que había perdido?
-Como un acto de amor, porque donde mejor podía estar, era en ese nido. Y para ella era un gran aliciente, un gran contento, un gran consuelo tener al hijo, al Puntito el hijo de su hija, su nieto.
Carta a Alberto Bachelet
-Cuando Michelle Bachelet termina su mandato, vas a dejarle un ramo de flores ¿Por qué haces ese gesto con Michelle Bachelet?, ¿qué piensa de la segunda venida de Michelle Bachelet, como le dicen?
-Yo estaba como tantas otras mujeres, porque había hartas, perdóname, había hartas.
-¿Por qué vas a despedir a Bachelet? ¿Qué sientes por Bachelet en ese momento?
-En primer lugar, es la hija de un General de la República, que murió. Después, mujer. Siempre durante su gobierno la compadecí de haber estado rodeada de gente que no correspondía que estuviera con ella. Tengo una carta que yo le escribí, pero no dirigida a la Presidenta; yo se la escribía a Alberto Bachelet. Le digo que yo veía imaginariamente al padre de ella llevándola a hacerse del cargo para el cual había sido elegida. Y describo un poco al general erguido, orgulloso de llevar a su hija. Y le digo en la carta: tu hija sabrá cumplir con su deber. No son las mismas palabras, pero le digo, si tiene problemas, acuérdate que nosotros vamos a estar… Ah y había escrito otra cosa más, que la borré, porque dije si pongo esto me hubiera llevado como encargada de no sé qué mierda a un ministerio. Y le digo más encima: te aseguro que alguna vez vas a llegar a las Naciones Unidas.
-¿Y ahora qué le parece la vuelta?
-Tal vez la Bachelet no hizo las cosas que debiera haber hecho. Pero nunca yo señalo a una persona por lo que no han hecho. Porque en qué estaban los partidos políticos, o ella nada más va a cargar con el peso. En qué estaba para decirle al pueblo: mira, tengo ganas de hacer esto, voy a hacer esto, pero no me dejan por esto y por esto otro. O sea que no tendría que haber perdido ella el cordón umbilical con el pueblo.
-Y ahora, ¿lo tiene o no lo tiene?
-No sé, pues.
-¿Pero cuál es tu sospecha? Ya que supo que iba a llegar a Naciones Unidas.
-Se me rompió la bola de cristal. Siempre he pensado, mucho tiempo, en lograr una reunión de mujeres, que debiéramos tener una organización grande de mujeres. Eso sería un gran apoyo para ella. Siempre que pasaba algo, pensaba en cómo tener la posibilidad para ir a conversar con ella.
-Un poquito de poder…
-No tanto como poder. Yo te cuento una anécdota, en tiempo de la JAP y el apogeo el mercado negro. Era la que dirigía la Junta Vecinal N° 1. Encontré un trabajo maravilloso de las mujeres. Un día me enfermé y cuando regrese: Oh, me quedé con la boca abierta porque las mujeres lo habían hecho mejor que yo. Eso pequeño que te estoy contando fue una de las causas del Golpe de Estado. Porque la gente estaba empoderada, estaba cobrando tanta participación. Haciendo todo lo que se podía hacer.
-¿Apoyas a Bachetet?
-Ya no te queda duda: la voy a apoyar donde quiera que me digan. Si me dicen que me saque una foto. Sí, le voy a decir. Porque ha habido otros a los que yo les he dicho que no.
-Tienes una foto con Cristián Precht, quien hoy está acusado por abuso, y su abogado es nada menos que el cura Hasbún, ¿Qué te pasa a ti con eso y cómo lo has manejado en ti misma?
-Yo conocí a Precht en la noche negra. Lo conocí arriesgando la vida por mucha gente. Me quedo con eso.
La Ramona Parra y la Escuela Normal
-Cuéntanos de tu participación en la Brigada Estrella Roja.
-La Ramona Parra era amiga mía. Yo estaba en la Plaza Bulnes cuando la masacraron. Fíjate que no me acuerdo el día, cómo llegué a la Brigada Ramona Parra.
-¿Y qué ha significado para ti estar ahí?
-Es un grupo bastante unido, que lleva en sí a Allende, igual que yo. Me ha servido mucho, porque la convivencia es rica. Siempre les pido pintar las palomas. Es una melcocha de colores. A veces la gente pasa, qué mierda están haciendo. Pero luego aparece el dibujo. Me ha servido de harto… pude dar la vuelta. Yo como en el 2003 dejé de militar en el Partido, y dejé la Agrupación, volví sólo ahora, cuando se murió la querida compañera de Vicente Atencio. La Brigada me revive.
-El libro es la historia de mi vida, como se las he relatado. con chuchadas y todo. Si está hasta cuando me llegó la menstruación. Porque todo para mí es una historia. El libro me ha hecho llorar y reír. Me ha hecho revivir cómo el sueño dorado se fue a la mierda. El libro es el testimonio de mi vida.
-¿Qué quieres dejar con ese libro?
-Es la herencia que dejo a mis nietos y a mis bisnietos. Es un homenaje a la gente que he amado y respetado. A los que ya no están, a los que siguen luchando desinteresadamente, sin credos políticos ni religiosos. El objetivo es que volvamos a tener esperanza, que volvamos a tener un Chile. El objetivo, es rendir un homenaje a este pueblo, puta que es lindo. También en el libro despotrico que no seamos capaces de concretar la tarea. Es cierto que Pinochet murió, pero sigue vivo mediante toda su herencia que dejó, empezando por la Constitución Política del Estado. Y de ahí para abajo, todo es un estorbo, una maldición, en cuanto no le permite a la gente tener en la mesa un pan, un libro, un lápiz y una goma. Porque les importa un puto que los niños nuestros, los del pueblo, aprendan a leer, sean educados. Ojalá la Bachelet vuelva a hacer renacer las escuelas dónde se educaron en antaño los profesores, las Escuelas Normales. Porque en una escuela donde hay un profesor normalista, es bien distinta la huevada. Donde la mayoría de los profes sean una Gabriela Mistral. Oh, que me salió linda.
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