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Iván Vera-Pinto Soto/ Antropólogo Social, Magíster en Educación y Dramaturgo Creo que las personas inteligentes de nuestro país ya están agotadas de observar en numerosos... Televisión y Cultura

Iván Vera-Pinto Soto/ Antropólogo Social, Magíster en Educación y Dramaturgo

Creo que las personas inteligentes de nuestro país ya están agotadas de observar en numerosos programas banales, repetidas anécdotas de estrellas prefabricadas por el marketing que nos hablan sobre si pololean o no; si están flacas o gordas, anoréxicas o bulímicas, suicidas o con colon irritable. Lamentablemente, vivimos sumergidos en conversaciones insulsas sobre si los senos de la invitada son verdaderos o falsos, cuando en realidad se trata de su propia masa cerebral la que sirvió de implante.

Sobre la difusión de la llamada “cultura huachaca” (Pablo Hunneus) en la televisión chilena, creo que ya se ha escrito bastante. Ahora es importante aportar algunos antecedentes para la reflexión acerca de la creación de una transmisión cultural en la misma televisión comunal.

Al respecto, cuando hablamos de la necesidad de una televisión de carácter público tenemos que referirnos imperiosamente a algunas consideraciones básicas. Partamos expresando que la más clara caracterización de esta televisión es que se dirige al ciudadano más que al cliente. En consecuencia, su primordial objetivo consiste en contribuir directamente al montaje del espacio público, en cuanto es el escenario de comunicación y diálogo entre los diversos actores sociales y las diferentes comunidades culturales. La segunda característica es que esta televisión se distingue por la elaboración audiovisual a partir de los cimientos comunes de la cultura nacional, sobre las que se articulan las diferencias regionales y locales. Por lo mismo, la televisión cultural debe, de un lado, hacerse cargo de la complejidad geopolítica y cultural del país, tanto en el plano de las prácticas sociales, como de los valores colectivos y las expectativas de futuro y, de otro lado, debe trabajar en la formulación lenguajes comunes. El tercer antecedente que tipifica su pertinencia es la de ofrecer una imagen permanente de pluralismo social, ideológico y político; abriendo espacios a las minorías culturales y a los creadores independientes en todas las manifestaciones artísticas.

La televisión es cultural debe asumirse a sí misma como un lugar privilegiado en la gestación de los paradigmas sociales y las identidades culturales, dándose entonces como aspiración contribuir en el ejercicio cotidiano de una cultura democrática, y en el reconocimiento de la multiculturalidad del país.

Esta práctica exige la articulación de un circuito nacional y regional de televisión cultural que ponga en movilización y diálogo a las producciones de la televisión pública de carácter nacional con las de los canales regionales, locales y comunitarios. En esa línea, debería convocar a todos los creadores y trabajadores de vídeo en el país para intercambiar y coproducir imágenes y representaciones sociales.

Una televisión cultural no se limita a la transmisión de la denominada cultura “culta”, sino que trabaja en la creación cultural a partir de sus distintivos «modos de ver» la vida social, lenguajes y potencialidades expresivas. En otros términos, se esmera para que el televidente no sólo esté informado, sino que además tenga experiencias comunicativas que se relacionen con su vida diaria. Es muy probable que de esta forma se pudiera establecer una sintonía entre la televisión y la comunidad; y, además se legitimaría una nueva sensibilidad hacia los protagonistas de la cultura nacional y las identidades minoritarias.

Una televisión cultural no debe estar regida por las exigencias de rating y el auto financiamiento, porque ello directamente coarta la creatividad, obligan a usar fórmulas probadas y bloquean las ganas de arriesgarse con propuestas nuevas. Tengo la seguridad que se puede lograr hacer un programa de contenido, sin que ello signifique ser latero y aburrido.

Si bien es cierto, podemos reconocer que en los últimos años se han generado proyectos que apuntan a este fin; no obstante, aún es insuficiente y generalmente están relegados a horarios menos destacados.

En estos momentos que se han producido cambios de autoridades municipales, tal vez, esta propuesta podría incorporarse a la parrilla programática local. Creadores, artistas, gestores y productos locales tenemos de sobra y de buena calidad. Por ende, si se toma la decisión política de dar una nueva orientación a la televisión municipal, quizás podría esta iniciativa le daría un sello distintivo, genuino, identitario y regionalista a la pantalla televisiva iquiqueña.

Si existe buena predisposición por parte de las autoridades para llevar a cabo este proyecto, estoy seguro que muchos jóvenes artistas , productores y gestores culturales estarían con ánimo para proponer, crear y organizar una nueva parrilla programática que identifique aún más al iquiqueño con su canal televisivo y con la política municipal en este ámbito. A su vez, ganaría mayor audiencia, pues hay muchos ciudadanos que ya están cansados de observar diariamente programas chabacanes y de mal gusto en la red nacional de televisión.

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