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Cambio 21/ Por Teresa Frías K.- Tras conocerse la resolución del la Corte de Apelaciones en la que se abre proceso contra siete ex militares... Asesinos de Víctor Jara ahora tienen rostros, nombres y apellidos. Amigos recuerdan dramáticos detalles de trágica muerte: «Le sacaron hasta las uñas»

Cambio 21/ Por Teresa Frías K.- Tras conocerse la resolución del la Corte de Apelaciones en la que se abre proceso contra siete ex militares por ser los responsables de la muerte del cantautor, ex integrantes de la Universidad Técnica del Estado, actual Universidad de Santiago, revelan los episodios compartidos con Jara y cómo fue su asesinato.

La última vez que Víctor Jara caminó en libertad fue por los pasillos y prados de la Universidad Técnica del Estado donde dictaba un curso de música en septiembre de 1973. El día del golpe militar había llegado temprano, cuando ya en el centro de Santiago, los tanques se estacionaban frente a La Moneda.

Cecilia Coll, del departamento de Cultura de la universidad recordó que el artista le pregunto «¿qué hacemos…? a lo que ella respondió: «Anima a los trabajadores y estudiantes con tus canciones».

Tras una noche de terror rodeados de soldados y ametralladoras unos 600 funcionarios fueron llevados al Estadio Chile como prisioneros de guerra. El abogado Boris Navia recuerda…

Jara era uno de los que caminaba en la fila de prisioneros.

-¡Así que vos soy Víctor Jara, el cantante marxista, comunista concha de tu madre, cantor de pura mierda! -gritó el oficial.

Navia rememora

«Poco después a Víctor y a mí nos separaron de otros prisioneros y nos metieron en un pasillo frío. Estuvieron pegándonos desde las siete de la tarde hasta las tres de la madrugada. Nos encontrabamos tumbados en el suelo sin poder movernos. Estabamos aislados de otros presos políticos. A eso de las tres de la madrugada vino un teniente que me invitó a sentarme. Empezó a preguntarme sobre Allende y me tendió un cigarrillo. Fumé. Mientras tanto, Víctor seguía tendido en el suelo. Le entregué la mitad del cigarrillo, puesto que el teniente no quiso dar otro a Víctor.

«Casi tres días estuvimos juntos Víctor y yo en el Estadio de Chile. A nosotros casi no nos daban de comer. Engañábamos el hambre con agua. Víctor tenía la cara llena de moretones y un ojo cerrado por la hinchazón. Conversamos mucho en ese tiempo, Víctor me habló de su familia, de su mujer y sus hijas a quienes quería mucho, de sus espectáculos en el teatro y de las nuevas canciones que soñaba hacer…

Versiones de testigos señalan que a Víctor Jara le sacaron sus uñas con un alicate. Y uno de los oficiales actualmente presos, le pasó una guitarra y le dijo: «Canta ahora, toca ahora pus…c..t..m»

«En el mismo estadio donde nos tenían presos, a Víctor le habían aplaudido cuando ganó el concurso de la Nueva Canción Chilena en el festival. Víctor se mostraba pesimista respecto a su destino. Pensaba que no saldría de allí. Traté de animarlo. Aunque presentía su próxima muerte, seguía siendo el de siempre. Se portaba con valor, con dignidad, no pedía gracia a sus torturadores…

«El estadio, que daba cabida a cinco mil personas, estaba repleto. Para dominar a los prisioneros, por la noche cegaban con potentes reflectores. Ametralladoras pesadas sobre trípodes apuntaban a las graderías llenas de gente para amedrentar a los prisioneros.

«Pronto empezaron a trasladar urgentemente a los prisioneros al Estadio Nacional donde a los militares les era más fácil controlar la situación. En el último grupo formado para ir al Nacional estábamos Víctor y yo. En total éramos unas cincuenta personas. De pronto apareció el comandante Manriquez, recorrió la fila y ordenó salir a Víctor Jara, Litré Quiroga, conocido jurista, director de Prisiones, hoy Gendarmería, comunista, y a mí.

-Llévenlos abajo -dijo. Abajo nos esperaba la muerte

«Yo sabía que ‘abajo’ nos esperaba la muerte. Allí tenían habilitada una cámara, en lo que había sido guardarropa y varios baños. Muchos de nuestros compañeros fueron llevados allí, pero nadie volvió. Una vez que me condujeron al interrogatorio y, al pasar, vi un montón de cadáveres, de cuerpos masacrados y desmembrados. Luego sacaban los cadáveres en camiones y los dejaban tirados en la calle». ‘Abajo’ nos metieron a Víctor y a mí en un mismo baño. En el baño vecino estaba Litré Quiroga. Víctor y yo comprendimos que no teniamos salvación: éramos los últimos prisioneros del Estadio Chile. Pero inesperadamente se dio la orden de que yo saliera. Víctor y yo nos despedimos en silencio, con una sola mirada».

Cerca de las festividades patrias, el 15 de septiembre, Víctor Jara, es asesinado. Testigos hay muchos. Conscriptos, civiles y otros militares que ya han dado su versión a la justicia. Los relatos coinciden en que tras morir fue rematado a balazos al parecer por orden de «El Príncipe», tarea que debieron cumplir concriptos a su cargo, todos jóvenes de 18 a 20 años, sin mayor experiencia militar. Tenía más de cuarenta tiros en su cuerpo.

Luego el cuerpo fue arrojado cerca del Cementerio Metropolitano, en el sector sur de Santiago, en lo que hoy es comuna de Lo Espejo, junto a otros dos prisioneros. Manos caritativas lo trasladaron a todos al Servicio Médico Legal (SML). Allí, un empleado reconoció al cantautor y avisó a su mujer Joan. En medio de un silencio cómplice, los pocos que se atrevieron llegaron a pedir la entrega del cuerpo que fue puesto dentro de un humilde y rústico cajón. Desde el SML un triste cortejo se dirigió a pie hasta el Cementerio General quedando sus restos mortales en un nicho casi ignorado por todo el tiempo que Chile vivió bajo la dictadura de Augusto Pinochet.

Al fin la verdad a punto de saberse

El relato de esos trágicos días volvió a la actualidad luego que el juez Miguel Vásquez procesó a siete ex oficiales del Ejército como responsables del asesinato del cantautor. La resolución de la Corte de Apelaciones de Santiago, a más de 39 años después del crimen, incluye a siete militares que eran tenientes en esa época y estaban a cargo de centenares de prisioneros confinados en el Estadio Chile.

Los autores materiales del homicidio calificado fueron identificados como Hugo Sánchez Marmonti y Pedro Barrientos Núñez. Los cómplices son Roberto Souper Onfray, Raúl Jofré González, Edwin Dimter Bianchi, Nelson Hasse Mazzei y Luis Bethke Wulf.

Para quienes compartieron con Víctor Jara mientras el cantante era funcionario de la Universidad Técnica del Estado (UTE) coinciden en que se está cerrando un proceso que duró años.

Uno de ellos es el ex senador Ricardo Núñez, quien fuera secretario general de la universidad en los momentos del golpe militar. En diálogo con Cambio21 calificó como una «excelente noticia» el que se haya identificado a los que mataron a Jara, agregando que «al fin se haciendo justicia con el crimen del cantante. Esperamos que nadie quede impune en este tema».

A ello agrega que «lo conocí (a Jara) en la universidad Técnica del Estado. El era funcionario al mismo tiempo en que yo estaba a cargo de la secretaria general. No solo tenía una capacidad artística, de creatividad, de liderazgo de una nueva corriente artística con Quilapayún e Inti-Illimani, sino que también tuvo la capacidad de llevar la música a todos los rincones».

«Me recuerdo perfectamente de lo preocupado que era por hacer conciertos en lugares olvidados», menciona el ex parlamentario. Además recuerda que al momento de la detención de los funcionarios de la UTE, él «estaba en la casa central cuando a Jara lo tomaron detenido. Nunca supe de su muerte hasta que empezaron a llegar al Estadio Nacional (donde estuvo detenido Nuñez) gente que venía del Estadio Chile y que informó de la tortura que recibió».

«Esta resolución es una responsabilidad de toda una generación, de pagar la deuda con tantos hombres y mujeres que entregaron su vida en el golpe, de aquellos que con creatividad quisieron hacer de Chile una sociedad mejor», puntualiza Núñez.

Quienes acompañaron a Jara

Para algunos el Estadio Chile, donde estuvo detenido y fue asesinado el cantautor, tiene un significado especial. Aquel que les recuerda uno de sus momentos más crueles y humillantes: detención y torturas.

El recinto comenzó a funcionar como centro de detención y torturas el día 12 de septiembre de 1973, con el trasladado de los primeros 600 prisioneros políticos procedentes de la Universidad Técnica del Estado (UTE), actual Universidad de Santiago.

Aquel episodio es recordado por Sergio González Montenegro, quien fue jefe del departamento de Ciencias Sociales de la UTE. Para él «es un alivio que después de tantos años se haya identificado a estas personas (los asesinos), ojalá se les castigue como corresponde y no vaya a ser que declaren que el caso como prescrito y quede en nada. De alguna u otra manera resulta gratificante esta situación judicial».

«Compartí bastante con él, hablamos en muchas ocasiones sobre todo porque compartíamos gustos por la música y además que pasaba harto tiempo en la UTE porque estaba a cargo de un curso de música», relató González Montenegro a Cambio21.

Por último recuerda que «uno piensa que esto se pudo haber hecho antes, quizás no era necesario que pasaran más de 30 años para resolver al menos quienes mataron a Jara. Tengo la certeza que la gente que dirigía la tortura estaba plenamente identificada».

También quiso entregar su relato Federico Montecino, quien fuera docente en la carrera de Castellano de la UTE. «La decisión que están tomando, y que seguramente terminarán con todas las querellas que existen en forma gradual, es muy importante sobre todo para los que vivimos ese doloroso momento».

«En los actos de conmemoración posterior al golpe de Estado estuvimos compartiendo en la Universidad los que formamos parte de aquellos años junto al monolito de Jara», expresa el ex funcionario.

Sobre el día de la detención y la tortura del cantautor, Montecino relata que «hubo comunicación muy especial para saber sobre cada detenido. Jara fue atacado por personal del ejército. Lo golpearon en las muñecas, en los dedos, le sacaron las uñas y ese fue solo el comienzo».

Ahora los familiares de Víctor Jara podrán, finalmente, descansar. Sus asesinos ya tienen nombres, apellidos, rostros y la Justicia cumplirá nuevamente con el viejo adagio: «Tarda pero llega».

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