Salida de Hinzpeter altera diseño de poder personalista de Piñera
Actualidad 6 noviembre, 2012 Edición Cero
El Mostrador / Por Marcela Jiménez.- Pese a la cercanía de carácter familiar de Andrés Chadwick con el Presidente, su empoderamiento formal implica la institucionalización del gobierno para la parte de final de su mandato. Junto con la salida de los presidenciables —Golborne y Allamand—, quedó de manifiesto que luego de las municipales la pista está cuesta arriba para la derecha, pues la mayoría de los ministros que fueron tentados para competir por un cupo senatorial, prefirió quedarse en la comodidad de la administración piñerista.
Tanto va el cántaro al agua que finalmente la UDI no solamente logró sacar a Rodrigo Hinzpeter —al menos— de La Moneda, sino que además instaló a uno de los suyos en el Ministerio del Interior, a cargo de la conducción política del gobierno ad portas de un año clave en que se juega la posible continuidad de la derecha en el poder. La salida de Andrés Allamand y Laurence Golborne de sus ministerios es el puntapié inicial de la carrera presidencial en la Alianza, pero además sirvió al Presidente Sebastián Piñera —a la luz de la derrota municipal del oficialismo hace una semana— para acomodar las piezas y tratar de instalar un nuevo mapa del poder interno en Palacio.
Más allá de las palabras de buena crianza propias de los cambios de gabinete y los agradecimientos públicos que el Presidente hizo de la “inteligencia, lealtad y compromiso” de Hinzpeter, en el núcleo duro del piñerismo reconocían que es muy “doloroso” que uno de los suyos tuviera que salir de Interior y lo replegaran a Defensa.
“Algo es algo, peor es nada, al menos se quedó en el gobierno”, confesaban en los patios de Palacio —repleto de asesores, dirigentes y varios parlamentarios— después de la ceremonia de ayer en el salón Montt-Varas. Con ello, se reconocía que la decisión de instalar a Hinzpeter como remplazo de Allamand y sacarlo físicamente de La Moneda, en el fondo, implicó que el mandatario cedió a las presiones permanentes de la UDI y buena parte del oficialismo, que lo querían fuera.
En la mañana de ayer, incluso después del comité político que terminó en Palacio pasado el medio día —el cambio de gabinete estaba programado para hoy en la mañana—, con posibilidades de dilatarlo hasta el miércoles. Pero la confirmación que ya no había que buscar muchos reemplazantes y que en la reunión almuerzo del Presidente con sus ministros políticos, finalmente Hinzpeter accedió a cambiarse a Defensa, aceleraron todos los plazos.
En el piñerismo recuerdan que Hinzpeter “siempre dijo que se quedaba hasta el último día de gobierno con el Presidente” y en ese contexto, su paso a Defensa resultó una suerte de salida honrosa, porque —afirman— el Presidente “jamás lo iba a sacar del gobierno”.
Años trabajando al lado de Piñera, desde que asumió Interior fue criticado por diversos episodios: el caso Bombas, la represión a las manifestaciones el año 2011, las malas relaciones con la UDI y especialmente el no ejercer como jefe de gabinete ni conductor político del gobierno, sino que privilegiar su rol en materia de seguridad pública, un área que también ha sido flanco de duras críticas por parte de la oposición.
Sabido es en el gobierno que este último punto tenía su razón de ser en que el mandatario jamás delegó realmente poder y al final, el plus de su ministro era básicamente hacer lo que él quería. Hinzpeter siempre ha sido un hombre de su confianza, muy leal, pero jamás le dio el espacio —ni él insistió— para actuar como jefe de gabinete autónomo.
Así, al nombrar a Andrés Chadwick como nuevo ministro del Interior, Piñera instala a alguien de su confianza, trasparentando algo que su primo realizaba casi desde su llegada al gobierno el año pasado y en forma tácita desde la vocería: la verdadera conducción política del gabinete. Sin embargo, Chadwick es un actor con un peso específico propio, anterior a cualquier vínculo familiar, que conoce todos los mentideros del poder y que colocó orden y aplomo en un momento clave.
CUENTAS ALEGRES, PUNTOS MENOS
En la UDI consideran un triunfo a lo Pirro el paso al lado de Hinzpeter replegado a Defensa, porque uno de los suyos tiene finalmente las riendas del gobierno. Pero al final del día, no hay que olvidar que Chadwick ha sido criticado en el gremialismo por ser considerado “el ministro menos UDI” y que vela más por los intereses presidenciales que por los del partido.
Ese es el cálculo positivo, porque en la práctica una segunda mirada en el gremialismo reconoció que al final ninguno de los que consideraba una aspiración parlamentaria en el gobierno resolvió jugarse sus fichas y todos los que sonaban optaron por quedarse en el confort del poder. Al final no salieron ni Evelyn Matthei (Trabajo), ni Pablo Longueira (Economía) ni menos Joaquín Lavín (Desarrollo Social), tampoco Luciano Cruz-Coke (Cultura) ni Luis Mayol (Agricultura) —estos dos últimos casi seguros— y la única que se atrevió al final competir en la parlamentaria fue Catalina Parot .
Si bien algunas lecturas en Palacio trataron de poner el acento en que se quedaron en sus ministerios, porque era importante no dar la señal de “abandono” ni de que la administración Piñera es un barco que se hunde, lo cierto es que desde la propia UDI reconocieron que lo que habría primado fue la incertidumbre que generó la derrota electoral del oficialismo en las municipales y por tanto, que ninguna incursión electoral está asegurada.
El más sonriente ayer era Allamand, porque logró consolidar las dos victorias que empezó a cosechar la misma noche de la derrota municipal. Logró la salida del gobierno de Golborne ahora —quien prefería mantenerse hasta marzo—, pero además instauró en el seno de la Alianza que el abanderado único del sector sea elegido por primarias.
Piñera sabe que desde hoy, el síndrome del pato cojo se instaló de lleno en La Moneda y que el despliegue en terreno y mediático de Golborne y Allamand, lo dejarán en un segundo plano, y que en ese contexto, la UDI y RN se abocarán completamente a potenciar a sus respectivas cartas para el 2013.
Por eso, la suerte de arenga de campaña que el Presidente hizo ayer a sus dos ex ministros durante la ceremonia en Palacio, fue un intento por instalarse como conductor desde la primera fila de esta carrera. “Salgan a la calle a defender nuestras ideas, de la libertad, los valores, la justicia y el progreso (…) salgan con la frente en alto, con humildad, región por región”, dijo Piñera. Cuestión que está por verse si será así a partir de hoy mismo.