Rufino Rioseco Te aseguro, por mis ojos que no mueren, que seguiré viendo las caras de la muerte, buscándome impaciente por las efervescentes calles de octubre en primavera. No me detendrá su funesta amenaza, ataviada de uniformes y galones, agazapada en las esquinas, dispuesta a torturar, violar y matar...
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