Edición Cero

Ricardo Balladares Castilla, sociólogo, diplomado en Seguridad y Defensa Nacional.- Las últimas noticias sobre militares involucrados en redes de narcotráfico en la región de... Militares y narcotráfico: cuando la teoría de redes y un ex diputado anticiparon el fracaso

Ricardo Balladares Castilla, sociólogo, diplomado en Seguridad y Defensa Nacional.-

Las últimas noticias sobre militares involucrados en redes de narcotráfico en la región de Tarapacá me devolvieron a una madrugada de 2011. Hugo Gutiérrez, el diputado por Tarapacá, para quien trabajaba entonces, me consultaba horas antes de una entrevista en CNN Chile, a las 6 am: «¿Qué pasa si entregamos la frontera y la lucha contra el narco a las fuerzas armadas? No lo veo bien» Su escepticismo no era intuición, sino lectura de lo que ya ocurría en otros países. Hoy, mientras algunos se ufanan haber inventado la pólvora –cuando estalla el escándalo, hasta el perro del vecino predice el futuro-, aquella conversación resulta profética. Con su pregunta, Gutiérrez me hizo espabilar de la comodidad del sueño y dar un salto mental a la teoría de redes en sociología económica.

Autores como Mark Granovetter (1985) y Joel Podolny (1998) ya habían demostrado que las redes económicas, como el narcotráfico -porque operan fundamentalmente como sistema económico- no se combaten añadiendo actores institucionales, sino entendiendo sus conexiones. Al insertar a las Fuerzas Armadas en la lucha contra una red narco existente, no la debilitamos, sino creamos un nuevo nodo de extensión con calificación vulnerable. Tarapacá lo confirma, efectivos de las fuerzas armadas apostados allí estarían facilitando el narcotráfico. Como explica Albert-László Barabási (1999), las redes crecen mediante «preferential attachment» (conexión preferencial), y los militares, por su acceso estratégico, se volvieron el eslabón perfecto para los narcos.

La paradoja es que las instituciones formales en contextos informales suelen ser siempre cooptadas. Las Fuerzas Armadas, desplegadas en territorios con redes narcos consolidadas, no las desmantelaron: fueron absorbidas por ellas.

El húngaro Barabási, por su parte, añade otro factor clave, el narcotráfico opera como «red libre de escala», donde pocos nodos concentran las conexiones. Al introducir un nuevo nodo institucional sin alterar la red criminal, solo la fortalecemos. Los datos son claros: más presencia militar trajo más decomisos, pero también más complicidad castrense.

Recuerdo que el ex diputado Gutiérrez lo resumía así: «Entonces, regalamos conectores de alta calidad a los narcos«. Su alto entendimiento y advertencia coincidía con los hallazgos de Gambetta (1994) sobre la mafia, las organizaciones criminales prosperan cooptando nodos institucionales que parecieran estar lejanos en la red pero, justamente, esa lejanía y debilidad los hace clave para la extensión de esta. No es anomalía, sino un patrón documentado desde el comercio de diamantes hasta los cárteles mexicanos.

La solución, como propone Harrison White (1992), requiere redes alternativas mejor diseñadas, no estructuras jerárquicas rígidas. Implica reemplazar a los militares con agencias especializadas que anticipen la cooptación y con una capacidad de respuesta no petrificada en la burocracia estatal. Pero en política, las advertencias solo se valoran tras el desastre. Quienes hoy claman contra la corrupción son los mismos que defendían la militarización con discursos de mano dura.

El error fue creer que un ejército convencional puede vencer a un enemigo sin fronteras. México y Colombia llevan décadas demostrando lo contrario. Gutiérrez lo repetía: «Esto es inteligencia policial, no guerra«. Pero los uniformes en la frontera venden más que la prevención tediosa y la compleja adición de una nueva fuerza policial.

Hoy el resultado es claro: el sistema entregó a los narcos las herramientas. La teoría de redes lo predecía, un actor sin formación específica en un contexto de redes criminales  será cooptado. No por maldad, sino por dinámica estructural.

Mientras algunos se suben al carro de las críticas tardías, conviene recordar que las herramientas y vocerías para evitar esto existían. La sociología económica y Gutiérrez dieron el mapa. Eligieron ignorarlo. Pero al final, una vez más, el exdiputado Hugo Gutiérrez —y no el tiempo— tenía razón.

Esta sección de OPINIÓN Y COMENTARIOS, está destinada a la difusión de opiniones y análisis de autores y temas diversos, que no necesariamente representan necesariamente nuestra opinión.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *