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Hugo Gutiérrez Gálvez, Constitucional Constituyente PC El Constituyente Daniel Stingo nos dedicó una columna pública, la cual agradezco de forma muy sincera. Contrario a... Una reflexión por el colectivo: Política de alianzas de los antineoliberales en la Convención Constitucional-

Hugo Gutiérrez Gálvez, Constitucional Constituyente PC

El Constituyente Daniel Stingo nos dedicó una columna pública, la cual agradezco de forma muy sincera. Contrario a lo que se pueda entender, no es ironía este agradecimiento, porque efectivamente sus palabras son muy deferentes para con los y las militantes comunistas.

De todas formas, me permito responderla, porque hace referencia a «los seis comunistas» en la Convención, a quienes nos atribuye haber hecho un alboroto por no haber obtenido alguna posición de dirección o coordinación en alguna de las instancias del espacio constituyente.

Antes que todo, parto agradeciendo el apoyo que le dio a nuestra candidata a la vicepresidencia, Barbara Sepúlveda. Pero, cuando habla de “los comunistas” en la Convención, sin identificar, puedo entender que también hace referencia a mi persona. Quiero decirle al constituyente Stingo, que no he expresado ninguna sed insaciable de poder en la Convención, así como tampoco he pretendido ocupar ningún lugar de relevancia ni he planteado mi nombre para alguna instancia. La Comisión de Reglamento la integré porque fue una decisión del colectivo, ni siquiera pretendía ser parte de ella -por el contrario- mi interés sigue siendo representar de la mejor manera los intereses de los trabajadores y trabajadoras en el pleno, particularmente los de mi región y apoyar sin estridencias en todo lo que permita avanzar con rapidez en la discusión de los temas de fondo. Lo mismo ocurre con las demás constituyentes compañeras y compañero de partido.

De todas maneras, pretender estar en alguna responsabilidad dentro de la Convención, es algo totalmente legítimo. Todo espacio político, más aún, uno que aspira a transformar el Estado, es un espacio relacional que expresa en las actuaciones de sus participantes la balanza de poder político y económico que, a su vez, refleja la distribución e influencia que tendrán sectores sociales y grupos de interés con sus demandas y sus expectativas.

Si Stingo cree identificar apetito de poder porque la compañera Valentina Miranda reclamó, puesto que el FA -su aliado- en vez de votar por ella como coordinadora de la Comisión de Participación, votó por el candidato de Independientes No neutrales, se equivoca. Creo que ella está en su pleno derecho de demandar, porque de lo que se trata, en el fondo, no es estar protestando porque perdió, sino por la forma que se le hizo perder. Otra cuestión similar es lo que sucedió con la compañera Barbara Sepúlveda. No logramos juntar las firmas para llevarla a la Vicepresidencia, porque el FA solo nos acompañó con cinco firmas -entre ellas la de Stingo, lo que agradezco nuevamente- y, en cambio, en una inentendible decisión “salomónica”, le pasó siete al PS y tres a Movimientos Sociales Constituyentes, a sabiendas que esa distribución de firmas no nos permitiría presentar una vicepresidenta, afectando deliberadamente como aliados.

¿Esas decisiones del FA de entregarle sus firmas a partidos o movimientos que no son del Apruebo Dignidad puede ser motivo de reclamo? Por supuesto que sí. Cuando se está disponible para dar apoyo a un sector político, con el que no se tiene ningún tipo de acuerdo, en desmedro de aquel con que sí se tienen acuerdos, lo que se está haciendo en términos factuales es desentenderse o negar la existencia de una alianza estratégica. Porque lo que está en juego no es la “gobernabilidad” de la Convención sino la continuidad o no del neoliberalismo en la Nueva Constitución y la gravitación de la Constitución de 1980 en su redacción.

Entonces, la razón de oposición al neoliberalismo y a la derecha debería tener una expresión más clara por parte de los miembros de la supuesta alianza estratégica “Apruebo Dignidad”. Pero, tanto la interpretación de la paridad, como el mecanismo de integración de la mesa directiva y la integración de las coordinaciones en las comisiones, han puesto de manifiesto la ausencia de una mayor actuación conjunta y una poco clara definición política como espacio antineoliberal. Todas esas actuaciones tuvieron como resultado la inclusión de la derecha y la exclusión de los y las comunistas.

Nuestra política, por nuestra historia, aprendizajes y logros -que usted reconoce- siempre será conformar, sostener y robustecer un frente único antineoliberal por sobre cualquier otra deriva. En tal sentido, es primordial configurar en la Convención un polo antineoliberal que una a todos y todas quienes estén en contra del actual modelo económico que tanto daño les ha hecho a millones de hogares en el país.

Este arco de alianzas debiese incluir a todas aquellas fuerzas de izquierda y progresistas que opten por una oposición verdaderamente crítica a las bases jurídicas y económicas que sostienen la desigualdad económica, la exclusión histórica e inequidad territorial y, sobre todo, que deseche la vieja política de acuerdos que favorezca la entrada de la derecha en espacios de relevancia en la Convención. Porqué en nombre de la democracia se le abre las puertas a la derecha y se la cierran a los comunistas. 108 años de historia hablan de aquello y tres intentos de exterminio en nombre de la democracia lo comprueban; algo sabemos, algo hemos aprendido.

La política de unidad obviamente implica independencia en la toma de decisiones dentro de un espacio antineoliberal, pero siempre en los marcos de la definición estratégica, la que debiera ser dejar fuera de los espacios de conducción a los sectores que históricamente los han acaparado y utilizado para sacar provecho en desmedro de las grandes mayorías nacionales.

En términos de estrategia, debemos tomar posiciones de ventaja como bloque antineoliberal, al mismo tiempo, que no debemos perder la oportunidad para realizar movimientos más allá del espacio, siempre y cuando las condiciones sean favorables para el conjunto del conglomerado y una propuesta programática constitucional postneoliberal. Nuestro acercamiento hacia la Lista del Pueblo, movimientos sociales y pueblos originarios, apunta en aquella dirección. Por tanto, por el momento, debiésemos posponer aquellas alianzas tácticas con aquellos que no están dispuestos a romper y superar definitivamente con el neoliberalismo y, más aún, con aquellos que lo instalaron y lo defienden con una política de represión y ataques contra el pueblo.

La pregunta relevante en términos tácticos no es ¿con quién se hace alianza? sino ¿para qué y cuáles circunstancias y condiciones la obligan? Nuestra alianza antineoliberal debe ser lo suficientemente fuerte y aglutinadora, donde lo fundamental es hacer crecer la unidad hacia posiciones antineoliberales y no con quienes defienden o rescatan al neoliberalismo.

Los comportamientos políticos de las alianzas en la Convención no son “pelea chica” ni menos “contaminar dentro con lo que hay fuera”, por el contrario, es la madre de todas las batallas y es donde se debe expresar con claridad la oposición al neoliberalismo y a la Constitución de 1980, la solidaridad de la alianza y la construcción de una correlación de fuerzas favorable a las demandas de las grandes mayorías históricamente excluidas.

En consecuencia, nuestro reclamo es justificado, ¿no reclamaría el FA si el día de mañana fuese de candidata presidencial Pamela Jiles y los comunistas decidiéramos apoyarla? La molestia sería obvia, profunda y entendible. El alboroto de los y las comunistas no es por lo no obtenido, sino por la jactancia que hacen de no dar cumplimiento a sus acuerdos y de no responder a una alianza antineoliberal.

Entiendo que son tiempos de trabajo para la unidad antineoliberal, pero hay quienes no lo ven así. Hay quienes, con su alta experiencia en partidos que saben mantenerse en el poder, que sin importarles lo que se profesa y cuya operación política es confundir humanización del modelo con propuesta antineoliberal y democracia con entendimiento amplio con la derecha, solo buscan sobresalir dentro de la Convención para consolidar su proyecto personal de Reglamento, de Constitución y de vida. Personas que ansían volver a sus cátedras como decanos o rectores, jactándose como los ideólogos de la nueva constitución y mostrarse como los preclaros dentro de tanta bulla popular e inexperta. Ambicionan emular la iconografía de Jaime Guzmán adornando alguna sala de clases, un busto en alguna universidad o en una fundación.

En cambio, los y las comunistas seguiremos en todos los espacios, incluida las anchas alamedas y también las estrechas, dando la cara a la gente y siendo parte de ese pueblo que quiere poder, pero no para jactancia, sino para reparar el sufrimiento, la exclusión y los abusos históricos.

Muchas gracias Constituyente Stingo por permitirme estas reflexiones, y no tengo duda que tú serás de aquellos que seguirá dando la cara a la gente sin falsa jactancia por el deber cumplido en favor de los intereses populares. Solo me queda decir, si bien “guagua que no llora no mama”, peor es “comerse los mocos a cucharadas”.

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