Muerte silenciosa de un ecosistema: imágenes de la agonía de un vergel en el desierto
CrónicasDestacado 28 noviembre, 2015 Edición Cero
Un nuevo artículo en su Blog Eco Antropología, en relación al período de muerte del desierto florido iquiqueño, publicó el antropólogo Horacio Larraín. El articulo lleno de fotos se llama: «Muerte silenciosa de un ecosistema: imágenes de la agonía de un vergel en el desierto».
«En varios artículos hablamos de vida», señaló el autor, quien ahora pone énfasis en cómo muere un ecosistema. «Rara vez se enfoca este ángulo del tema. Sólo se habla de la floración. Por eso intento penetrar y reflexionar en lo que queda tras esa maravillosa floración efímera».
ARTICULO
En tres entradas anteriores recientes de este Blog, hemos mostrado en imágenes el desarrollo de la floración costera, en los cerros que enfrentan a la playa Palo Buque, a unos 22 km al sur de la ciudad de Iquique (Chile). Fruto maduro de las copiosas lluvias caídas los días 8 y 9 de Agosto de este año 2015, este «desierto florido» constituye un ecosistema efímero, cuya vitalidad y pujanza perdura tan solo por unos 3 a 4 meses después de los aguaceros, para luego desaparecer por completo, por varios años. Ya hemos explicado allí mismo que tales lluvias abundantes y repentinas en este desierto, son fruto del fenómeno cíclico llamado «El Niño», que ocurre en nuestras costas y en toda la costa peruana cada cierto número de años, cuando se desplaza el centro de altas presiones del Pacífico.
En nuestra expedición practicada el día 12 de noviembre de 2015, nos acompañó nuestro ex alumno antropólogo señor Cristian Riffo Torres. Agradecemos su apoyo en terreno y su notable habilidad para hallar rarezas o singularidades tanto biológicas como arqueológicas.
Objetivos de esta expedición
El objetivo de la presente expedición fue comprobar los efectos de esta floración, pero ahora ya no en los sectores bajos -como en las visitas nuestras anteriores entre los 220-380 m snm.-, sino en los sectores más elevados (770-830 m. snm). Es decir, queríamos constatar si en las alturas se había también producido el mismo efecto del «desierto florido», en qué grado e intensidad y con qué participación de especies vegetales. Nos parecía probable que las lluvias hubiesen penetrado con mayor profundidad en los sectores más elevados, creando, igualmente, allí vistosas praderas de flores. Igualmente esperable nos parecía que sus efectos benéficos deberían estar aún visibles, a causa del efecto humectante de las neblinas costeras que son más densas a mayor altitudes.
Descubriendo el escenario desde las alturas.
Explorando con atención las imágenes de Google Earth de ese sector montañoso, situado inmediatamente al sur del macizo de Punta Gruesa, nos dimos cuenta que existía una ruta que conducía a la Minera «San Marco», situada a altitudes entre los 850 y 900 m sobre el nivel del mar y al borde mismo del acantilado costero, hasta donde habíamos llegado casualmente un par de años antes. Tomando la ruta desde la localidad de Alto Hospicio hacia el sur y surweste, rumbo al cerro Tarapacá y esquivando varias huellas laterales, dimos finalmente con el lugar. A nuestra petición por ver el sitio de aparición de las flores, el cuidador de la mina don Luis Bravo, amablemente nos acompañó hasta unos lomajes cercanos, donde aún se veía muchísimos restos color parduzco de la floración reciente.