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Revista Cosas / Por Claudia Alamo; fotografía Ronny Belmar.-  Está convencido de que al próximo gobierno le va a tocar difícil y que Bachelet... Ricardo Lagos Weber: “Si Bachelet decide no volver, queda la tendalá”

Revista Cosas / Por Claudia Alamo; fotografía Ronny Belmar.-  Está convencido de que al próximo gobierno le va a tocar difícil y que Bachelet tendrá que lidiar con muchas expectativas. “Ella no va a venir a marcar el paso. Viene con una misión de cambios estructurales, pero posibles”, dice. 

Su buen humor, su ironía, han hecho que Ricardo Lagos Weber haya logrado sacudirse del peso de ser hijo de un ex Presidente. A pesar de la fuerza presencial del padre, el actual senador hizo un camino propio en la política. La gente le tiene buena onda. Lo saluda en la calle como si fuera un amigo de toda la vida. Y es que él se ríe de sí mismo con franca habilidad, especialmente de un tema que lo agobia: esos pocos kilos de más.

Franco, cáustico a veces, Lagos Weber maneja el humor con dureza cuando el tema es la política. Ahí no calla ni anda de medio lado. Cada vez que puede dispara contra la derecha, recuerda quién es quién y lanza sus críticas al gobierno. No es un opositor contemplativo. Así lo demostró en la larga y caótica discusión que se dio en torno a la propuesta de reforma tributaria que envió la administración de Sebastián Piñera y que, luego de un arduo debate, la Concertación terminó apoyando.

Hoy el tema que tensiona a la oposición es qué harán con miras a las elecciones presidenciales de 2013. Ya es bastante claro –salvo que Bachelet diga lo contrario– que la candidata será la ex mandataria y que las encuestas están a su favor. El problema está, más bien, en otro lado. En el lado de los partidos políticos, de qué es lo que hay que proponerle a este nuevo Chile y de si el PC terminará imponiéndose en el trayecto que debe dibujar la oposición para volver a La Moneda.

En medio de esa polvareda, el senador PPD es claro: “Yo aspiro a ser gobierno en dos años más. Y como conozco a la jefa, creo que vamos a tener un programa de gobierno suficientemente ambicioso para generar un entusiasmo, pero de un modo responsable con el país”, señala. Para él, “es legítimo” que haya distintos puntos de vista dando vueltas por la Concertación y dónde se deben poner los acentos. “Están los que dicen que tenemos que recapacitar y tener una agenda de izquierda. Y hay otros que dicen que hay que proteger a Bachelet y no lanzarle un salvavidas de plomo. Lo que falta ahora es que llegue la candidata”.

–Entre los que quieren una agenda más de izquierda, como Guido Girardi, y los que sostienen que hay que ser responsables y cuidar a Bachelet, ¿dónde está usted?

–Ciertamente, y para ser bien franco, yo no aspiro a ser gobierno para tener que dirimirme entre los Escalona y los Girardi. Hay una amplia diversidad de propuestas y aspiraciones que no está siendo recogida en este debate. A veces tengo la impresión de que la derecha y ciertos medios de comunicación generan esta bipolaridad. Es como que estás con Girardi o estás con Escalona.

–¿Qué plantea usted?

–Primero que nada, espero que la Presidenta Bachelet acepte el tremendo desafío y la enorme responsabilidad de ser candidata nuevamente. Muchos lo dan por sentado, pero ella no ha dicho nada aún. Segundo, aspiro a que nuestra propuesta de gobierno tenga como base dos o tres pilares muy claros, pero realizables para poder sacarlos realmente adelante. Esos temas son la educación, plantear una reforma tributaria en serio y llevar adelante una reforma política profunda, porque el país no da para más con este sistema. Esos tres temas ya son una tarea gigantesca para cualquier gobierno futuro, especialmente con las expectativas que se van a generar, en particular, con la Presidenta Bachelet. Entonces, me parece legítimo el debate que se está dando ahora. No pretendo cercenarlo. Es mejor que ese proceso lo tengamos ahora y quede todo arriba de la mesa.

–Uno de los actores que está arriba de la mesa es el rol de los comunistas. Muchos advierten que aquí hay una Concertación arrodillada frente al PC…

–Perdón, ¿y cómo aprobamos la reforma tributaria entonces? No fuimos marioneta de ningún movimiento estudiantil ni de ningún partido político. Hicimos lo que nos pareció que teníamos que hacer.

–El punto que plantean muchos en la derecha, como Jovino Novoa y varios otros, es que esta Concertación ya no asegura gobernabilidad. ¿Puede ser ése un factor que les juegue en contra?

–Eso mismo dijeron en 1989. Y lo mismo volvieron a decir en 1999 cuando el candidato era Lagos. Así que no me sorprende. La derecha siempre dice que la ingobernabilidad es nuestra. Sin embargo, si hemos visto poca gobernabilidad ha sido en estos dos años y medio de gobierno de Sebastián Piñera. Con todo cariño, nosotros ya pasamos ese test hace mucho rato. Y lo pasamos con ejercicios de enlace, con boinazos, con comandantes en jefe inamovibles… ¿Y ellos? ¿Qué han hecho en estos dos años y medio, salvo quejarse de problemas heredados? ¿Qué nos dejan? Te doy sólo un ejemplo: de nuestra parte nunca hubo una decisión tan desacertada en materia institucional como la que tomó Piñera en el caso Barrancones. Es cosa de hablar con cualquier empresario… Entonces, háblame del tema de gobernabilidad y les damos clase, cancha, tiro y lado a la derecha.

–No se ponga soberbio, senador.

–No me pongo soberbio. Para nada. Esto es muy importante. Hablemos de lo que ha hecho cada uno. Nosotros, la Concertación, administramos este país por 20 años, con plena gobernabilidad. Y ellos, en dos años y medio se la han farreado. Esa es la verdad. Ahora, qué nos depara el futuro. Viene muy duro. Lo sé.

–¿Por qué viene tan duro?

–Porque hay muchas expectativas respecto al retorno de Bachelet. Ella va a tener una tremenda pega. A ratos me digo: “Pucha que le estamos pidiendo harto a Bachelet”. Alguien que ya cumplió, que hizo bien su pega, se fue muy bien evaluada y ahora tiene que volver a hacerse cargo de esta cuestión. Porque eso es… Yo creo que va a ser muy duro el próximo período. Lo admito. Va a ser difícil. No digo que nosotros lo vamos a hacer bien o mal, eso lo dirá el futuro. Pero si hablamos por trayectoria y por currículum, hay harta diferencia entre nosotros y la derecha. Con todo cariño, acusarnos a nosotros de falta de gobernabilidad, me sorprende. Le diría: “Jovino, un poquito más de pudor, por favor”.

–Pero convengamos que es cierto que esta Concertación no es la misma de entonces….

–Es que nunca más va a ser lo mismo, y en buena hora. Porque esa Concertación que conocimos ya cumplió su ciclo. Se acabó. Ahora estamos en el proceso de parir algo nuevo… Entonces, aquí la única novedad es que la Concertación de ahora no es la misma de antes. Pero lo viejo y lo conocido es la campaña del terror de la derecha. Ahí sí que no hay nada nuevo.

Cambios posibles

–Dice que el próximo período será difícil. ¿Teme que se desaten muchas expectativas sobre Bachelet?

–No es temor. Lo que digo es que sabiendo que el país cambió, que hay nuevos requerimientos, nosotros tenemos que ser muy responsables y coherentes. O sea, tenemos que hacer las cosas que se pueden y que son urgentes de hacer.

Sin embargo, tiene líderes como Escalona o Girardi que siembran expectativas…

–No quiero quedar capturado por la bipolaridad de Escalona y Girardi. ¿Sabes por qué? Porque no va a ser así. Ni va a haber gente que blinde a Bachelet ni ella es alguien que no tome decisiones. Por lo que la conozco, sé que la ex Presidenta no va a venir acá a marcar el paso ni tampoco a puro administrar un gobierno. Ella va a tener una propuesta contundente que sintonice con lo que el país necesita y anhela. No sé si su propuesta irá en la línea de lo que quiere Girardi, que es como un replanteamiento completo de lo que es el país. Al menos yo, te insisto, no quiero quedarme capturado en eso. Y como conozco a la jefa, creo que vamos a tener un programa de gobierno suficientemente ambicioso para generar entusiasmo, pero de un modo responsable con el país.

–¿Por qué está tan seguro? ¿Lo ha hablado con ella?

–No, para nada. Lo digo porque a mí no me cabe en la cabeza que ella tome el tremendo desafío de venir a hacerse cargo de un país que –convengamos– no es una taza de leche. Chile necesita cambios estructurales posibles. Todos sabemos que el interés por lo social y lo político finalmente afloró en Chile, y hay que tomar definiciones. Entonces, cuando algunos dicen que queremos volver al gobierno sólo porque nos une al poder, se equivocan. Nos une un tremendo pasado en que le cambiamos el rostro a este país y lo hicimos bien, con gobernabilidad, paz social y crecimiento económico.

–Pero la gente va a votar futuro, no pasado…

–Por eso mismo, si la Presidenta Bachelet decide volver, tiene que tener una propuesta lo suficientemente atractiva, sólida y coherente para que la gente lea futuro.

–¿Y qué pasa si Bachelet no llegará a venir?

–Queda la tendalá.

–Claro, porque además de tener que volver a competir, ella tendrá que llegar a salvar una Concertación casi muerta, porque en el intertanto no apareció nadie más. Más allá de lo obvio, ¿por qué cree que no pudo emerger nadie más?

–Tal vez porque fue muy fuerte el contraste entre Michelle Bachelet y este gobierno que lo hizo tan mal al comienzo –no es que esté mucho mejor ahora, pero ya nos acostumbramos–. Es cierto que de nuestro lado había varios candidatos posibles. Algunos dicen que eran muy jóvenes, poco conocidos, pero esa tesis no me alcanza a cerrar. Más bien creo que, como telón de fondo, los chilenos sintieron que fue muy fuerte el contraste entre lo que inspiraba Bachelet y lo que ha sido Piñera. Te hablo de un gobierno que llegó con una arrogancia que se reflejó a los pocos días cuando el Presidente dijo que en 20 días, ellos habían hecho más que otros en 20 años. Bueno, todos vimos que a partir de ahí, todo fue caída libre, hasta ahora. Entonces, ¿qué tendría que haber ocurrido como para que alguien que tenía 70 por ciento de aprobación hubiese bajado?

–Bueno, pero Lagos Escobar salió del gobierno con alta aprobación y la perdió al poco tiempo…

–Pero es que a Lagos lo destruyeron, lo liquidaron.

–¿Y por qué cree que a Bachelet no la han podido destruir?

–Porque, entre otras cosas, hemos cerrado filas con ella. A Lagos se lo defendió poco. Pero quiero volver al punto anterior. No sé qué tendría que haber pasado para que alguien que marcaba 5 puntos en las encuestas pudiera haber desplazado a Bachelet. De verdad no lo sé… Por eso yo nunca quise participar activamente en la idea de hacer una campaña propia. Es evidente que dentro de la sociedad chilena, no de las ocho manzanas, el sentido común está con Bachelet. La gente le cree, la quiere, confía. Habla de ella como “la mami”. Y eso se fue instalando hace mucho tiempo. La gente la sigue esperando… Apuesta por ella. Seguramente, la jefa debe sentir esa presión.

–¿Qué tiene Bachelet que la hace tan potente?

–Algo que pocos o casi ningún otro candidato tiene: credibilidad, afecto, respeto. Por alguna razón, a ella no se le pasa la cuenta que sí se la pasa a la clase política. Ahora bien, lo que sí puede ser preocupante es que la política al final descanse casi exclusivamente en el candidato, y no en la propuesta programática. Por eso es importante que teniendo al candidato nos concentremos en la propuesta. Y ahí encuentro que esta bipolaridad Escalona-Girardi nos pierde.

–¿En qué sentido?

–En que hay uno que se ve muy identificado con la figura presidencial y otro dice que la nueva agenda debe surgir más de los movimientos sociales. Pero, a mi juicio, ésa es la forma que tiene Guido de parapetarse ante el próximo gobierno de Bachelet.

–¿Y Bachelet tendrá contingente político para impulsar esos cambios?

–Lo va a tener. Y ojalá los partidos entiendan el rol que ella va a asumir y le den mucha libertad de acción. Espero que los partidos entiendan el sentido de su gobierno y no crean que esto es sólo para volver al poder. Ella podría quedarse tranquila en Nueva York. Espero que todos estemos a la altura del desafío y del riesgo que ella va a asumir. De partida, hay que darle toda la libertad de acción para armar su programa de gobierno, sus equipos y definir también las eventuales disputas parlamentarias que existan.

 

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