Edición Cero

Waldo Aguilar Figueroa, Sociólogo.-  Dicen que alguna vez el obrero habló y se reconoció valioso y digno. Que alguna vez dijo momento… momentito. Paremos... Entre la pluma y la sangre: El profe Vera-Pinto convoca escribir y pensar el pasado, el presente y el futuro.

Waldo Aguilar Figueroa, Sociólogo.- 

Dicen que alguna vez el obrero habló y se reconoció valioso y digno. Que alguna vez dijo momento… momentito. Paremos esto aquí. Para cada cual lo que corresponde, lo que se ha ganado con su sacrificio. No mas migajas ni miserias para sostener privilegios ni fiscales paraísos.

Oí también que, frente al dolor y la injusticia, entre lamentos empolvados por la chusca, sonaron guitarras y tambores al ritmo de arengas choras. Que la fuerza puesta en la carretilla y la pala pudo verse aura colectiva. Logró ser sueño y esperanza. De simple trabajo pasó a proyecto. Fue futuro. Fue batalla.

Por ahí escuché que esas manos callosas alguna vez se estrecharon unas con otras. Que las cicatrices, las heridas y el cansancio fueron orgullo. Sí,  escuché que la dignidad marchó erguida en dirección a la muerte sin ocultar su rostro y sin sospechar su fúnebre destino. Esa masacre que venía preparada y llegó en barco para avasallar los sueños de miles de trabajadores. Miles de gritos

No fui testigo presencial de esa marcha decidida y esperanzada. Lo que yo sé, es que continúa avanzando invisible a los ojos. Alegórica y sonora. Expresiva y dialogante. Eran uno y eran todos. Eran bandadas. Eran personas. Eran familias. Eran penas que se rebelaban unidas. Eran patota consiente y no masa. Individualidades en sintonía y sinergia. Eran trabajadores que querían vivir. Eran seres humanos, ya no sólo fuerzas productivas.

Vera-Pinto nuevamente nos invita a presenciar su victoria abstracta, imaginada y consentida. Si somos leales a nuestra historia, no queda más que leer sus notas y memorias individuales y colectivas. Responder su convocatoria narrando con respeto y pundonor esas hazañas devastadas. Esas tragedias y esas alegrías. Rendir homenaje en las escuelas, bibliotecas, aulas y también en las esquinas. A esos espíritus. A toda esa energía. A esas vidas masacradas por la desidia y la avaricia.

Entre la pluma y la sangre

No pudo ni puede ser de otra manera. Una pluma que fue a veces un trocito de tiza, un palito surcando el suelo con palabras, un lápiz rayando un trozo de madera. Vociferantes discursos. Inspiradoras letras en una modesta revista autofinanciada obrera.

Y sangre. Mucha sangre. Sangre roja. Sangre que brilla. Que fluye cuando el cuerpo flaquea. Que emerge inagotablemente liquida. Sangre que brota del corazón. Inagotablemente cíclica. Que refresca y energiza el presente con su pasado de heroína. Que inspira. Que sana las heridas. Que perdura en el tiempo como un caudal lleno de vitalidad a pesar de su penoso cause que arrastra en su torrente decenas de luchas obreras perdidas. Una corriente que expone su testimonio y perdura a pesar del engaño y la mentira.

Cuentan que alguna vez los trabajadores hicieron su propia prensa. Que se organizaban y escribían. Que la sangre de sus venas fue también poesía. Fue teatro. Fue vida.

¿Y si fuera cierto que somos algo más que economía?

¿Se imaginan que este paso por aquí fuera algo mas que tarjetas de crédito y fichas?

¿Que también hay derecho a descanso viajes y paseos?

 ¿Que después de trabajar una vida tuviéramos la posibilidad de jubilar de manera digna?

Cuentan que alguna vez los trabajadores hicieron su propia prensa. Que se organizaban y escribían. Y en sus periódicos y diarios algo de eso decían.

¿Qué loco no? Si lo normal es que dejemos narrar la realidad a los que encienden luces y farándulas que encandilan. Leer en los titulares de la prensa delincuencia, robos, famosillos y famosillas contando leseras y trivialidades. Frivolidades en (in) “cómodas” cuotas vendidas.

Lo normal es que la sangre no se vea. Que no se vea el sudor ni el cansancio. Sólo caretas.

Lo normal es ver a individualidades individuadas, atomizadas, aferradas a sus cuatro pilchas, a sus cuatro perchas. Cuidando que el de al lado no me robe y ojalá haya en él envidia.  Mi mentira debe ser reluciente y llamativa. Mejor que tu mentira.

Escribo estas palabras siguiendo al profe Vera-Pinto que nos invita a resignificar el pasado y desafiar el presente como un acto cívico lleno de vigor y significado colectivo. Con sentimientos que a veces sangran. Que a veces son escenas de teatro y letras. Que brillan

El profe nos convoca a crear y recrear. A ser activos y pensantes. Consientes y reflexivos. A poner en movimiento nuestros espíritus. Mas allá de las pantallas modernas. Sobrepasar las redes sociales y sus algoritmos.

Entre la pluma y la sangre vamos dejando nuestros vestigios. Nuestro agridulce testimonio. Nuestras lecturas de otras circunstancias y otros tiempos tal vez mas precarios y sanguinarios. Hoy igual de sufridos.

Una vida digna. Para eso debemos apropiarnos de estos relatos difundidos por quienes aun creemos que es posible convivir. Aún se puede construir sueños con el vecino.

Espero alcanzar a ver legiones de seres humanos con su pluma y su sangre avanzando hacia nuevos destinos.

“Entre la pluma y la sangre” Teatro Expresión. Viernes 26 de julio y sábado 27. 20:00 horas. Sala teatro Veteranos del 79.

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