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Equipo Cambio 21/Basta recordar que durante la actual gestión del Presidente Sebastián Piñera hubo emblemáticos nombramientos que no pasaron la «prueba de la blancura»... Designación de Claudia Peirano en subsecretaría de Educación: el debate le compete a todos los sectores políticos

Claudia PeiranoEquipo Cambio 21/Basta recordar que durante la actual gestión del Presidente Sebastián Piñera hubo emblemáticos nombramientos que no pasaron la «prueba de la blancura» en torno a lo que son los antecedentes personales versus la investidura del cargo. El ejemplo más emblemático recae en el ex candidato presidencial Laurence Golborne.

La designación de Claudia Peirano como subsecretaria de Educación se transformó en la primer polo de críticas que recibe el equipo de trabajo de la presidenta electa, Michelle Bachelet, a un mes y medio de su llegada a La Moneda.

La polémica surgió a raíz de un artículo de prensa en el que se acredita que Peirano es dueña de una agencia de Asistencia Técnica Educativa (ATE) que presta asesorías externas a establecimientos con alumnos en riesgo social, como por ejemplo, la red de colegios Crecemos, que tiene como dueño a Walter Oliva, ex vicepresidente de la Democracia Cristiana, ex candidato a diputado y ex esposo de Peirano.

Más todavía, la nueva autoridad firmó un documento en 2011 donde se opone a la gratuidad de la educación, texto que contó con el apoyo de los ex ministros de Educación Mariana Aylwin, José Joaquín Brunner, Mónica Jiménez (conocida por el «jarrazo») y Harald Beyer (destituido por el Senado el año pasado), entre otros.

La situación generó que dos parlamentarias electas de la Nueva Mayoría, Camila Vallejo (PC) y Yasna Provoste (DC y ex ministra de Bachelet), cuestionaran tal nombramiento, debido a que va «en una dirección distinta» al contenido programático vinculado al fin del lucro en la educación que se anunció durante la campaña presidencial.

Más allá de la continuidad o no de Peirano en el cargo a contar del 11 de marzo, lo que nuevamente está en juego en el inicio de una nueva administración es la capacidad de quienes asumen cargos públicos y los procesos de selección respectivos. Esto es currículum, competencia técnica y política, probidad y concordancia entre lo que representa el funcionario de confianza y la carta de navegación del gobierno que asume.

Por tal motivo, la presidenta de la juventud del Partodo Socialista, Karina Delfino (ex líder de la «revolución pingüina» de 2006), instó a Peirano a tener un «compromiso férreo» con el programa, lo que incluye un punto lógico y obvio: «terminar con todos los posibles conflictos de interés que pudiese tener».

Tejado de vidrio

El asunto no es nuevo. Basta recordar que durante la actual gestión del presidente Sebastián Piñera hubo emblemáticos nombramientos que no pasaron la «prueba de la blancura» en torno a lo que son los antecedentes personales versus la investidura del cargo.

El caso más insólito de todos fue el de Fernando Echeverría, quien en julio de 2011 fue convocado por el mandatario -estando en la intendencia metropolitana- para reemplazar a Laurence Golborne en el ministerio de Energía y que renunció a los tres días de haber aceptado el desafío.

El motivo lo dio el propio Echeverría. «Estaba alejado de mi actividad empresarial, pero en la investigación que estaba haciendo en las empresas que tengo acciones, me di cuenta que habían evolucionado hacia el sector energía, y que las cosas que pensaba que estaban terminadas, no lo estaban», dijo a los medios.

Pero no fue el único. Jaime Mañalich pasó de ser director médico y accionista de la Clínica Las Condes a ministro de Salud, lo que ocasionó dudas en relación con las políticas públicas y la regulación de la salud privada, los seguros, la calidad de las prestaciones, el cobro a los usuarios, etc.

De la misma forma, se mencionó a Felipe Larraín y Alfredo Moreno, ministros de Hacienda y Relaciones Exteriores, los cuales por su «sesgo empresarial» ligado a connotadas empresas, como Guacolda, Celulosa Arauco, Falabella, podían confundir el rol entre lo público y lo privado.

Qué decir de las declaraciones de patrimonio de los secretarios de Estado. Al propio Golborne le costó parte de su candidatura presidencial el haber omitido que poseía cuantioso dinero en el paraíso fiscal de Islas Vírgenes, lo que se sumó a su actuar cuando fue gerente de Cencosud y el holding modificó unilateralmente los contratos de los clientes en lo referido a la mantención de la tarjeta Jumbo Más, lo que fue sancionado por la justicia.

Tarea de todos

Después del triunfo de Michelle Bachelet y la consecuente derrota de la abanderada oficialista, Evelyn Matthei, tanto en la Nueva Mayoría como en la Alianza se habló de una nueva era. La Concertación incluía a diversos movimientos en una convergencia política más amplia, bajo el paraguas de un programa de cambios profundos, y la derecha, tras un duro proceso de autocrítica, se plantea en un estado de replantamiento de fuerzas y de nacimiento de nuevos referentes.

Por tal motivo, lo ideal es que con la transición a la democracia en el pasado se construyan las bases de lo que serán los nuevos gobiernos, vengan de donde vengan. Y uno de los pilares tiene que ser la transparencia y la equiparidad entre legalidad y ética de los funcionarios que toman importantes sitiales de poder. De lo contrario, cual Sernac, habría que denunciar las distinciones que hay entre los programas de gobierno y las autoridades encargadas de llevarlos a la práctica.

Sólo como dato: en países desarrollados, hasta meses se demoran en revisar todos los antecedentes de las personas que son designadas candidatos presidenciales y posteriormente mandatarios y ministros.

Si bien es cierto que incluso hay personeros que logran burlar los filtros y las investigaciones, por lo menos con políticas de calidad bien claras se evitaría que un gobierno que aún no asume pase por bochornos como el de Claudia Peirano o que otras administraciones que prometen el oro y el moro sufran constantes cuestionamientos sobre conflictos de interés.

La tarea la compete a los que pasarán del oficialismo a la oposición y vice versa, porque no acá no hay ni buenos ni malos. La clase política es una sola, eso no se puede olvidar si la meta es evitar los personalismos y los caudillos que tanto daño le han producido a diversos países del continente americano.

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