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Hugo Gutiérrez Gálvez, diputado por la Región de Tarapacá Este 27 de octubre se hizo público el programa de gobierno del pacto Nueva Mayoría.... Chile ante una oportunidad histórica

dip gutierrez columnaHugo Gutiérrez Gálvez, diputado por la Región de Tarapacá

Este 27 de octubre se hizo público el programa de gobierno del pacto Nueva Mayoría. Un hecho crucial, tanto porque este será el programa que llegará a La Moneda, como porque surge al calor de profundas aspiraciones de cambio en la sociedad chilena. La combinación de estos factores explica la ansiedad, esperanza y hasta escepticismo, con que fue recibido este documento. Quizás es por esto también que hemos sido víctimas de algunas evaluaciones apresuradas y sesgadas. En este contexto, debo reconocer que enfrenté esta lectura desde mi propio prejuicio: se trata de una iniciativa consensuada al interior de la alianza más amplia que ha visto Chile desde el fin de la dictadura, por lo que parecía imposible que todos quedásemos «contentos». Sin embargo, la profundidad de la perspectiva transformadora del programa, me sorprendió. Por primera vez estamos ante la oportunidad real de romper el neoliberalismo, la herencia más espuria de la dictadura pinochetista.  El desafío es saber aprovechar este momento histórico.

Este programa marca un punto de inflexión: desde que se impusiera el neoliberalismo en Chile, en la segunda mitad de la década del ’70, todas las políticas en adelante apuntaron a la profundización y perfeccionamiento del modelo. Esa tendencia aquí se rompe, la premisa desde la que se sustenta el programa, «más y mejor Estado», apunta precisamente en la dirección contraria a lo que se venía haciendo hasta ahora. Este quiebre pudiera parecer menor a quienes tienen aspiraciones maximalistas, pero lo central es que pone al país en un punto distinto de desarrollo. Dejamos de hablar de consumidores y prestaciones, para hablar de ciudadanos y derechos, de bienes públicos, de riquezas estratégicas, de desarrollo y no sólo de crecimiento.

Asimismo, es necesario destacar que el programa de Bachelet establece puntos de partida, no de llegada: tenemos propuestas concretas de cambio en lo inmediato, pero no limitantes para seguir avanzando en el futuro. ¿De qué dependerá la profundidad que adquiera este programa?, el gobierno de Bachelet será un gobierno en disputa, cuyo actuar dependerá de las correlaciones de fuerzas existentes tanto en su interior, como en el país en su conjunto. La prueba más evidente es que el nacimiento mismo de este pacto obedece a la crisis política generada por las movilizaciones populares de los últimos años, lo que permitió la convergencia y fortalecimiento de los sectores políticos contrarios al modelo; sin embargo los sectores sistémicos, que fueron hegemónicos en los gobiernos de la Concertación, siguen estando presentes y teniendo fuerza.

La apuesta entonces es fortalecer a los sectores que estamos por los cambios y la elección que tenemos ad portas será decisiva: si Bachelet gana en primera vuelta tendremos nueva Constitución, si no, esta opción se ve debilitada, porque es ella la que encabeza a los sectores que apuestan por cambios más profundos al interior del nuevo conglomerado. Por la importancia de lo que está en juego, hace que esta elección tenga un claro carácter plebiscitario, entre los que estamos por cambiar Chile y los que no. Habrá quien señale que existen programas de otros candidatos que también buscan transformaciones y que incluso son más radicales… pero obvian una cuestión crucial: será la doctora Bachelet la futura presidenta de Chile. Es fácil proponer cualquier cosa cuando uno sabe que nunca enfrentará la responsabilidad de llevarlo a cabo.

Un ejemplo son las propuestas sobre el sistema de pensiones: se reconoce el fracaso de las AFPs y como primera medida ofrece la creación de una administradora estatal, lo que permitiría introducir competencia al sistema; pero el programa no se queda ahí, habla de la creación de un comité de expertos que tendrá la misión de elaborar propuestas de cambio más profundos. Soy de los que cree que es necesario volver a un sistema de reparto con aportes tripartitos: trabajadores, Estado y empleadores; y que el monto de las pensiones no pueda ser inferior al sueldo mínimo, ¿llegaremos a un sistema como el que muchos quisiéramos? No lo sé, hay que dar esa pelea, pero lo interesante es que luchamos desde la premisa de que lo que hoy tenemos no sirve. Lo mismo  en el caso de Asamblea Constituyente o la recuperación de nuestras riquezas estratégicas.

Destacar también que el programa recoge lo esencial de las demandas populares: en reformas políticas, plantea la necesidad de una nueva Constitución, generada democráticamente (no negando opción de Asamblea Constituyente); así como fin al binominal. En educación, plantea  gratuidad, desmunicipalización y fin al lucro. En el ámbito tributario promete una amplia reforma de carácter progresivo, necesaria tanto para dotar de más recursos al Estado para el fortalecimiento de su agenda social, como para que sirva de instrumento redistributivo. A nivel regional destaca la elección democrática de todas las autoridades. Una demanda clave en Tarapacá y otras regiones desérticas, es el agua, en el que el programa hace énfasis, planteando incluso una ley que reserve su uso social. También es crucial la reafirmación de la importancia de un «Corredor Bioceánico». Por último, destacar el compromiso de no aplicar la Ley Antiterrorista en el conflicto mapuche y respetar el Convenio 169 de la OIT sobre pueblos originarios.

Las transformaciones que Chile necesita ya no pueden seguir esperando, ¿qué hacer entonces para aprovechar esta oportunidad histórica?: abrazar la política, hacernos cargos como ciudadanos de la política, una política entendida como participación en la resolución de los asuntos públicos; y no como expresión de un reducido grupo corporativo que lo único que le interesa es preservar sus privilegios. Cuando dejamos que la política quede en manos de esos «políticos», es cuando reina la desigualdad, la represión y la injusticia. Los cambios que exigimos no serán regalados, habrá que conquistarlos. Son tantas las barreras por derribar, tantos los poderes que vencer, que esta lucha no será victoriosa sin el concurso de los pueblos de Chile.

En lo inmediato, esta participación debe expresarse en las urnas: sólo una contundente victoria del pacto Nueva Mayoría este 17 de noviembre, permitirá contar con el respaldo político suficiente para impulsar las transformaciones que Chile necesita, en un contexto marcado por múltiples y poderosos intereses en disputa. En segundo lugar y más importante aún, se requiere una ciudadanía consciente y activa. Fue gracias a las telúricas movilizaciones sociales de los últimos años, que hoy tenemos la oportunidad de cambiar Chile. La lucha popular logró lo que hasta hace poco parecía imposible: la derrota cultural e ideológica del neoliberalismo, abriéndonos las puertas de su derrota política.

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