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Milena Bravo, escritora Hay un taller literario que funciona en el centro de Iquique. Allí el “profe” Guillermo Ross-Murray Lay-Kim —quien se da el... Murraleando las palabras

milena bravoMilena Bravo, escritora

Hay un taller literario que funciona en el centro de Iquique. Allí el “profe” Guillermo Ross-Murray Lay-Kim —quien se da el lujo de poseer dos apellidos compuestos— enseña cómo escribir poemas y realiza correcciones de estilo.

Todo comenzó cuando a Guillermo Ross-Murray se le ocurrió impartir clases de escritura creativa a un grupo selecto de personas quienes acudían hasta su lugar de trabajo (la Biblioteca Alonso de Ercilla y Zúñiga ubicada en la intersección de las calles Gorostiaga y Aníbal Pinto) solicitando crítica para sus textos breves. En el mismo recinto funcionaba el taller que después se trasladó a otra biblioteca del sector este. Posteriormente, continuó en las casas de algunos de sus integrantes, quienes, buscando dejar la itinerancia encontraron un anfitrión que les abrió las puertas de su  bar —el Curupucho—. Habían vuelto así al punto de partida pero por Aníbal Pinto. Pasó el tiempo hasta que un día —por iniciativa de sus alumnos— la “cocina (instalada en un bar)” donde se “preparaban” y “sazonaban” los poemas, se transformó en la organización cultural denominada Murraleando las palabras.

Si alguien trata de averiguar el significado del verbo murralear, su intento será en vano; no lo encontrará en el Diccionario de la Real Academia Española, tal vez exista en alguna lengua o dialecto remoto. El nombre del taller literario es una derivación de una de las partes de los  apellidos del profe.

Este intelectual autor de «Fábulas y Re-fábulas», cientos de poemas, artículos que han sido publicados en diversos periódicos nacionales e internacionales, prólogos de libros, presentaciones de poetas, despedidas sepulcrales, la letra de un futuro himno, una novela y sus memorias inéditas, nació en Iquique a mediados de la década del ’40. Estudió Pedagogía en Castellano en una universidad, pero se recibió de poeta.

Recuerdo que cuando se desempeñaba como hemerotecario en la Biblioteca Alonso de Ercilla y Zúñiga, muchos alumnos recurrían a él para resolver una tarea. En la bóveda del Museo Regional donde labora actualmente el asunto no es muy distinto. Los estudiantes creen que su nombre de pila es Murray y por eso se dirigen hacia su persona como Don Murray.

Iquique tiene un patrimonio viviente en Guillermo. ¿Quién no lo conoce? Es el invitado infaltable a todos los actos culturales donde expone sus textos poéticos o discursea sobre alguna temática ad-hoc relacionándose con lo más granado del mundillo político-social. Y se le ha reconocido su valía, porque este funcionario público que vive rodeado de periódicos de tres siglos fue investido por la Municipalidad de Iquique como Hijo Ilustre de su terruño. Es chileno, pero por sobre todo iquiqueño. Tuvo una madre china y un padre escosés. Su abuela paterna Rosalba Arnauid tenía ascendientes franceses.

   Hace años le pregunté al profe si era verdad que escribía cartas los días jueves y me dijo que sí. También escribe noticias insólitas y chistes. Me contó que lleva una bitácora de su vida que comenzó el 11 de septiembre de 1973, que antes era escrita a diario con rigurosidad. Pero desde el 25 de noviembre de 1992 cuando falleció Teresa, su progenitora —de quien heredó la buena memoria y con quien vivió durante cincuenta años—, la anotación de los sucesos fue espaciándose. Aunque aseveró que jamás renunciará a ese acto subversivo de la memoria. También le pregunté cómo se definiría. Me contestó —para mi asombro— que en su currículum era pertinente anexar que fue hijo único. Y, sin duda eso ha determinado su carácter paciente y reflexivo. También deben haber influido sus genes asiáticos.

Sus genes europeos le aportaron la puntualidad. Nunca llega tarde a un lugar aunque no lleva reloj. En contraste y complemento, los integrantes de su colectividad son dispersos, entusiastas y proactivos; con frecuencia están ensayando performances para mostrarlas en fiestas de la cultura; participando en cafés conciertos y lanzamientos de libros; declamando sus creaciones  en ferias del libro que se desarrollan en ésta u otras regiones del país. Varios de sus miembros ya se han envalentonado y han publicado sus obras. Bajo el amparo de Ross-Murray siguen avanzando en las disciplinas de la pluma.

María, María Inés, María Luz, María Eugenia, Rosalba, Ana, Gerardo, Luisa, Silvia, Martín, Elisa y otros chefs del verso, hace un mes lanzaron su primera antología y la siguen presentando en distintos puntos de la región. Paralelamente a eso siguen “murraleando” las palabras.

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