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Leonel Reyes Fernández/ Técnico en Prevención Desde mucho tiempo se nos habló que en la Iglesia Universal -de profesión católica- gobernaría en sus últimos... Francisco, el Papa negro

LEONEL REYES comLeonel Reyes Fernández/ Técnico en Prevención

Desde mucho tiempo se nos habló que en la Iglesia Universal -de profesión católica- gobernaría en sus últimos días un Papa Negro. En la tradición histórica dos personajes se refieren indirectamente a él: Malaquías de Armagh y Miguel de Nostradamus. Este Papa (anti-Papa o anti-Cristo según la visión apocalíptica) proféticamente traería grandes cambios al interior de la propia Iglesia y consecuentemente para el mundo.

Muchos –en sus especulaciones mentales- creían que para que esto sucediera tendría que gobernar un Papa de origen africano o simplemente de tez negra, quizás por burla racista, quizás por parodia a la discriminación interna de la propia jerarquía vaticana. No es lejano que algún día un Cardenal africano o de tez negra esté frente al mundo como el Obispo de Roma.

Pero los avatares del Espíritu siempre nos da sorpresas y esta vez, no fue la excepción. El 13 de marzo de 2013, después de que el Cónclave de 115 Cardenales sufragara, eligió al hombre menos pensado, menos esperado por la audiencia mundial: Jorge Mario Bergoglio Sívori, 76 años de edad, ciudadano de origen argentino y descendiente de italianos. Hoy, Obispo de Roma, por tanto, el Papa Francisco… también, el Papa Negro.

¿Por qué considerar como el Papa Negro a un jesuita y latino de América del Sur?

¿Qué tradición real y objetiva existe en Francisco para darle este nominativo?

Primero, el actual Papa fue formado en la Compañía de Jesús. Una de las entidades más poderosas e influyentes en el mundo y en el Vaticano. Como dato real, antes del Concilio Vaticano (1962-1965) el número de miembros era de 36.000 personas. En la actualidad no alcanzan a los 20.000. Su disminución fue debido a que muchos de ellos (entre sacerdotes, hermanos, novicios) desertaron, se retiraron o abandonaron la orden porque durante el periodo conciliar, mucho de ellos optaron por vivir la pobreza y por aliarse teológica y políticamente a la Teología de la Liberación. Esto sucedió no sólo con la Compañía de Jesús, sino también con otras Órdenes y Congregaciones Religiosas del continente.

Primero fue Medellín (1968) y luego Puebla (1979), las Conferencias Episcopales Latinoamericanas que abrieron camino -con mucho coraje, decisión y claridad- para realizar una real “opción de los pobres” y de apoyar la promoción de las denominadas “Comunidades Eclesiales de Base”. Hoy todavía pendiente en la agenda papal, debido a la resistencia tenaz de los antecesores Juan Pablo II y Benedicto XVI de relacionar a los pobres con la Teología de la Liberación.

Fue el Padre General, Padre Pedro Arrupe, vasco de origen, que entre 1965 y 1983 le valió el nombre de “Papa Negro”. Este nominativo nace por la diferencia de colores opuestos de vestimenta entre el Padre General y el Papa (riguroso negro vs riguroso blanco). Pero además, nace por la opción que la Compañía de Jesús realizaría por aquel entonces en hacer un giro pastoral radical que consistía en dejar a los laicos las Universidades (hoy más de 200 en el mundo) y centro educativos (más de 700) para bajar a las favelas, a los barrios, a las poblaciones más pobres de américa latina.

Esta opción le valió una ruptura ideológica con el Papa Juan Pablo II desde 1978 hasta principios de la década de los 80’. Pero la Compañía y su Padre General como tenían el 4to Voto de obediencia absoluta al Papa, asintieron a obedecer las directrices del Vaticano. Pero esto trajo muchas desavenencias y conflictos internos entre los propios miembros de la Compañía, entre los denominados “conservadores” y los “progresistas”. Esa es una de las razones –pero no la única- de las deserciones, abandonos y retiros masivos.

Segundo, mucho antes del Vaticano II, la Compañía de Jesús siempre estuvo a la vanguardia del desarrollo y del “progreso” (hoy concepto anacrónico) de las comunidades más pobres. Recordemos que una de las intervenciones papales más nefastas contra la Orden fue cuando el Papa Clemente XIV suprimiera la Orden en el siglo XVIII a raíz de la presencia de la Compañía de Jesús en las denominadas “Misiones”, sector centro oriental de América del Sur: Brasil, Alto Perú (hoy Bolivia) Paraguay y norte argentino en las provincias de Misiones, Salta, Tucumán, Córdova, Santiago del Estero y Río del Plata.

El mundo indígena guaraní fue el enclave estratégico para desarrollar una de las obras sociales y arquitectónicas de mayor trascendencia hasta el día de hoy. Pero fueron las Coronas Imperiales de España y Portugal las que obstaculizaron este desarrollo agroganadero con autonomía de gestión e independencia organizacional. Producción, Educación, Arte y Fe Cristiana fueron las transversales de este incipiente proceso de liberación de corte indigenista.

La Compañía de Jesús finalmente, fue expulsada por intereses económicos y políticos corporativos de las dos potencias imperiales de aquel entonces, primero de las Colonias Portuguesas en 1759 a solicitud de José I y en el caso de las Colonias Españolas en 1767 a solicitud del Rey Carlos III.

¿Qué desafíos tiene el actual Papa Francisco?…

¿Contra que poderes se tiene que enfrentar en los próximos decenios?…

¿Llegará a realizar las transformaciones que se necesitan con urgencia?…

En un mundo en constante desarrollo científico, tecnológico y secular, el actual Papa Francisco tiene que enfrentar diversos temas valóricos de trascendencia. Pero hay  dos frentes no menos importantes considerados como macrosistémicos, que incluso definen cualquier temática en particular:

Hacia el mundo: contra el capitalismo financiero y económico neoliberal, considerado por el mismo Francisco, como una “dictadura de la economía” o “tiranía de lo económico”. La idea es propender hacia una economía más humana y social. “Este desequilibrio es resultado de las ideologías que sostienen la absoluta autonomía de los mercados y la especulación financiera y, por lo tanto, niegan el derecho de control a los estados, que son los encargados de bregar por el bien común”, alude Francisco en una de sus alocuciones (mayo 2013). Sabido es que este sistema económico y financiero nos tiene sumido en una de las crisis más profundas a escala global: guerras regionales ficticias, genocidios étnicos planificados, daños ecológicos irreparables, dependencia económica y política, manipulación cultural, imposición militar y pérdida de soberanía estatal, espionaje virtual y corrupción generalizadas son algunas de las consecuencias más evidentes de la hora actual. Dura y desafiante tarea para los cristianos con verdadera conciencia, ética social y política.

Hacia la propia Iglesia: contra el denominado “lobby gay” –con la complicidad de heterosexuales- aún presentes e influyentes en las altas esferas de la Curia Vaticana. “En el Vaticano hay un poderoso ‘lobby gay’ que está ahí y una corriente de corrupción que también la hay”, señaló sorpresivamente el Papa Francisco a meses de su pontificado (junio 2013). Este lobby gay que se denuncia al interior de la Iglesia tiene características de “mafia” (redes ilícitas que sacan provecho de la institucionalidad vigente y del poder que les otorga el ministerio sacerdotal), la misma está diseminada en todo el mundo, imponiendo su poder económico, imponiendo sus obispos ultraconservadores, imponiendo su teología principesca e imperial. Y en los casos más perversos, promoviendo clandestinamente la corrupción moral y la pederastia en todos sus matices. Dura y desafiante tarea para los consagrados, consagradas al servicio religioso de Dios y los hombres para luchar y denunciar este lobby que está operando a diario en más de alguna diócesis del mundo.

Finalmente, un tema pendiente y muy esperado al interior de la propia Iglesia es la postura que tendrá el actual Papa Francisco frente a la Teología de la Liberación. Recordar que el actual Papa –como los demás anteriores- está doctrinalmente ligado a la Doctrina Social de la Iglesia. La Teología de la Liberación de sello latinoamericano fue acusada injustamente por sus detractores de ser revolucionaria, de utilizar elementos de análisis marxista, de ser secular y posmoderna. Tiene algo de ello, pero es mucho más que eso: el día en que los pobres del mundo se empoderen de su dignidad y de su protagonismo social y político sin interlocuciones partidistas ni religiosas de por medio, estaremos ante el cumplimiento de una de las utopías más esperada de todos los tiempos. Entonces, solo entonces el Papa Negro podrá descansar en paz.

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