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Iván Vera-Pinto Soto/ Antropólogo Social, Magíster en Educación y Dramaturgo Este año, de manera afortunada, decidí trabajar en teatro con los adultos mayores, instalando en...

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Este año, de manera afortunada, decidí trabajar en teatro con los adultos mayores, instalando en la Sala Veteranos del 79 , con el auspicio de la Universidad Arturo Prat, una Academia de Teatro Adulto Mayor, importante segmento social que no siempre tiene el apoyo ni la atención que merece del Estado chileno y de la ciudadanía. Presumiblemente, al optar por esta línea de trabajo lo hice vislumbrando mi cercano futuro y con la explicita intensión de colaborar desde mi ámbito pedagógico-artístico a la generación de instancias que faciliten el desarrollo personal de mis antecesores.

Debo observar que la mayoría somos incrédulos en pensar en la vejez; creemos absurdamente en nuestra eterna juventud, pero la realidad es otra, la senectud nos cae irremediablemente a todos encima por igual.

Por otra parte, los adultos mayores luchan crónicamente por ser escuchados y por ser reconocidos como una nueva fuerza que debe ser salvada para poder entender este mundo actual, desde la perspectiva del pasado. Ellos miran el presente en un espejo retrovisor que se adhiere poderosamente a sus vivencias y a sus objetos más cercanos.

Frente a ese proceso natural e irreversible creo que debemos inventar los mecanismos que nos permita vivir con dignidad nuestros postreros días. Al respeto, existen experiencias educativas y artísticas nacionales e internacionales ha avanzado en dinámicas propuestas que ponen en relieve la importancia de los programas artísticos y recreativos como medios que posibilitan- entre otros beneficios-el desarrollo holístico de las personas y la gestación de redes solidarias que agrupan y protejan a los adultos mayores. Precisamente, los nuevos lineamientos de la recreación apuntan al principio de asumirla como un desarrollo de acción participativa, donde las personas definan con autonomía el qué, el cómo y para qué hacer una determinada actividad. Es decir, va más allá de programar impositivamente talleres, cursos, visitas, etc. que sólo logran “domesticar” a los receptores en determinadas disciplinas. Otro punto no menos importante es visualizar el arte y la recreación como acciones permanentes, no circunscritas a eventos exclusivos del tiempo libre, sino como una manera de entender la vida como vivencia de disfrute, creación y libertad.

En esencia, se plantea que el arte y la recreación se transformen en instrumentos para potenciar el mejoramiento de la calidad de vida, proyectándolos a la categoría de servicios esenciales para el hombre, es decir que estén involucrados en todos los aspectos: psicológico individual, social, familiar, político y educativo.

Sabemos que tanto el arte como la actividad recreativa tienen por definición un sentido social, ya que sus prácticas trascienden al ámbito local y propician el mejoramiento y la autodependencia de cualquier grupo social. Por esa razón me parecen muy valederos los esfuerzos que hacen diversas instituciones públicas y no-gubernamentales por ampliar en este ámbito programas permanentes y gratuitos, donde participan adultos mayores de escasos recursos, que en su mayoría son mujeres solas y jefas de hogar, que viven en sectores aislados de sus ciudades. Sin embargo, los adultos mayores en el plano de la cultura esperan mucho más de las autoridades comunales y nacionales. Ellos desean que los estamentos políticos incluyan dentro de los planes de desarrollo de la región y del país un plan estratégico que incorpore acciones de recreación sistemática y regular, para aportar a su recuperación e integración social y generacional, en combinación con los sistemas nacionales de arte y cultura últimamente emplazados.

Tal vez, una buena idea para nuestra comuna sería invertir en la construcción de un complejo artístico-recreacional exclusivo para los adultos mayores que facilite en ellos la internalización de la creatividad, la liberación de las tensiones, el divertimento, el enriquecimiento del acervo cultural, la integración social y inducción a otros afanes relevantes de la vida.

La experiencia vivida en estos fructíferos meses con este equipo de adultos mayores me ha permitido comprobar, entre otras cosas, que el ser humano desde que nace hasta sus últimos días nunca deja de aprender. Que a pesar que los años y las enfermedades dejan huellas en nuestros cuerpos, no obstante, si somos capaces de labrar nuestros cuerpos, imaginación y corazones, siempre nos sentiremos jóvenes y con mucho ánimo para cambiar la realidad que vivimos. Si tenemos sueños, proyectos y utopías compartidas, seremos diestros de seguir aportando a nuestra sociedad y, además, de contribuir a transformarla en otra más ideal. Podemos jubilar de nuestra vida productiva, pero jamás de la vida misma. Es por ello que me estremecen y me emocionan ver a estos benjamines actores, pero, por sobre todo, sabios hombres y mujeres que se movilizan en un escenario diciendo con verdad sus propios discursos.

La verdad es que la creatividad no depende del ciclo evolutivo, se da en cualquier edad. Por supuesto que no es algo generalizado, no todas las personas lo tienen; ella es necesaria cultivarla para que se instale en nuestras mentes y emociones y nos permita resolver los difíciles escenarios que vivimos en la actualidad. Desde el punto de vista práctico, la creatividad es un conjunto de aptitudes, actitudes personales para vivir bien. Entiéndase que la creatividad en el envejecimiento no es solo es pintar, escribir versos, actuar en una obra de teatro o cantar; en el fondo, no es hobby. Es mucho más que eso. Es saber elegir estrategias para sobrevivir; es saber acomodarse (disposición interior) al proceso de envejecimiento para vivirlo con la mayor calidad de vida posible. Es claro que la creatividad va a depender del tiempo que le dediquemos, las oportunidades que tengamos y el recibimiento que cada persona le otorgue en su cerebro, a través de sus sentidos.

Por lo argumentos anteriores, destaco la hipótesis que el arte hace mucho más grato el proceso de aprendizaje y el desarrollo de la creatividad en la adultez mayor, a la vez que estimula la reconstrucción colectiva de saberes, memorias, el interaprendizaje y el protagonismo de este segmento social. El arte, de todas maneras, es una herramienta que resalta la relación diádica actividad-comunicación, componentes básicos de los procesos de aprendizaje y de externalización, imprescindibles para aprender, reflexionar y potenciar el desarrollo personal de los adultos mayores. Por lo demás, está comprobado científicamente en otras latitudes (Estados Unidos) como el arte puede ser una técnica terapéutica que puede servir para la restauración, el mantenimiento y la prevención de las funciones mentales, emocionales de las personas mayores.

En consecuencia, si queremos que nuestros padres y abuelos gocen verdaderamente de una vida más sana y digna, deberíamos en las políticas públicas incorporar planes y programas que estimulen la participación de las personas de edad madura, por ejemplo, en acciones artísticas-culturales de las universidades, gobiernos comunales, organismos no-gubernamentales y otras entidades sociales públicas y privadas. No es únicamente pensar que la población de las personas maduras está creciendo en el país, sino que también necesitamos crear espacios e instancias para el desarrollo integral de ellas. Creo que este podría ser un gran desafío para las futuras autoridades gubernamentales de Chile. Tengo la remota esperanza que los jóvenes políticos pondrán mayor atención en este grupo etario postergado y marginado hasta el día de hoy, pues todos y todas, tarde o temprano, llegaremos al mismo puerto.

 

 

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