Edición Cero

Felipe Diaz Olave.-  Existe hoy, en Chile, el temor al desabastecimiento de antirretrovirales por parte de muchas y muchos quienes vivimos con VIH. En... Vivir con VIH o perderse en la incertidumbre.

Felipe Diaz Olave.- 

Existe hoy, en Chile, el temor al desabastecimiento de antirretrovirales por parte de muchas y muchos quienes vivimos con VIH. En el Hospital San José de Santiago a algunos pacientes se les ha entregado medicamentos solo para 10 días y no en todos las Unidades de atención del país se está cumpliendo la sugerencia de la OMS y la instrucción del MINSAL de asegurar tratamiento para 2 o 3 meses a los pacientes.

En los últimos años ha habido un preocupante aumento en nuevos diagnósticos de VIH, teniendo a la zona norte como uno de los territorios más complejos. La región de Tarapacá se encuentra dentro de los primeros lugares a nivel nacional, concentrándose el mayor número en la ciudad de Iquique. Las estadísticas indican que la tasa de incidencia es de 18,4 por 100.000 habitantes para VIH y de 10,5 por 100.000 habitantes para SIDA, superando la tasa de notificación a nivel país, lo que pone en alerta a las autoridades quienes han incentivado que se levante un programa local a partir del plan nacional. Actualmente somos más de 900 las personas que nos atendemos en el policlínico del único hospital para toda la región, el cual se encuentra con stock crítico y -al igual que en el resto de las regiones- con las horas suspendidas hasta nuevo aviso.

Esta situación nos tiene en suspenso, sin canales informativos accesibles, con autoridades ausentes, abandonados a nuestra suerte y sin respuestas claras.

Desde la sociedad civil, activistas y organizaciones se han levantado para denunciar estos hechos, proponer medidas, debatir y proceder conjuntamente. No podemos permitir que se siga accionando de manera tardía, ya bien lo hemos visto en esta crisis sanitaria, donde se ha evidenciado y ratificado que no contamos con el mejor sistema de salud del mundo y que las respuestas de las autoridades son reactivas y no preventivas. El coronavirus nos ha dicho fuerte y claro que esperar hasta el último momento para actuar trae consecuencias fatales.

Asegurar el tratamiento por 3 meses para las personas que vivimos con VIH supone el cuidado de la adherencia, ayuda a descongestionar los servicios de salud ante la emergencia sanitaria y evita así la posible exposición al coronavirus de un grupo denominado de riesgo.

Punto aparte es la preocupación que me nace frente al excesivo centralismo, tan arraigado en nuestra cultura chilena. Esa necesidad de hablar por el país pero sin el país, como si solo algunos tuvieran algo que decir frente a los hechos que nos afectan a todas y todos por igual, y que desde acá, tan al norte, se alcanza a apreciar de manera clara y lamentable. Creo en el trabajo en red, en los esfuerzos mancomunados, en entregar valor real y reconocimiento a lo que se levanta de norte a sur y de cordillera a mar. Solo así se construye un país verdaderamente democrático y participativo, muy especialmente en este Chile que se abrió paso a un proceso constituyente y un nuevo pacto social que nos devuelva la dignidad y nos entregue garantías de derechos.

Es importante y necesario estar alertas y exigir información veraz, concreta y oportuna a nuestras unidades de atención y especialmente a nuestras autoridades de salud. Son nuestras vidas las que tenemos que defender de cara a un Estado torpe y un Gobierno indolente.

Los comentarios están cerrados.