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Diego Arévalo, Presidente Regional y José Miguel Carvajal, Consejero Regional (*) Sin duda esta nueva conmemoración del Día Internacional de las Trabajadoras y Trabajadores... 1° de Mayo: entre la pandemia y la transformación de Chile

Diego Arévalo, Presidente Regional y José Miguel Carvajal, Consejero Regional (*)

Sin duda esta nueva conmemoración del Día Internacional de las Trabajadoras y Trabajadores no puede ser abordada de la manera en que se hace todos los años. El contexto de pandemia mundial, y la inminente crisis económica que se acerca producto de ésta, nos obligan a pensar nuevas prioridades y nuevas formas en la lucha por nuestros derechos. La llegada del COVID-19 ha puesto en evidencia no sólo las precariedades de nuestro sistema sanitario, laboral, y educacional.

También ha develado, más que nunca, la tendencia innata de este gobierno por defender los intereses del gran empresariado, a costa del bienestar de millones de familias que se sostienen en base al trabajo, en general mal remunerado, con una gran porción en la informalidad, precario, y esto sin contar el invisibilizado trabajo doméstico, que recae casi en su totalidad en mujeres. Pero esto no es nuevo. En octubre del año pasado, estas falencias que sufrimos día a día fueron cuestionadas por millones de trabajadores y trabajadoras, recogiendo años de demandas por transformaciones, y empujando un escenario social y político que indudablemente sigue abierto, a pesar de la pandemia. Así, este año el 1° de mayo tiene otro carácter.

Desde octubre, la lucha por los derechos sociales, y la demanda por mejores condiciones de vida, ha alcanzado niveles de masividad que pusieron en jaque no solo a este gobierno, sino que al sistema político chileno en general. Si bien podríamos pensar que la pandemia dio la posibilidad al gobierno de Piñera de neutralizar la movilización, y postergar algunos de los avances conseguidos, lo cierto es que la crisis sanitaria ha agudizado el malestar, y la dificultad por movilizarse no ha opacado la necesidad de expresar ese malestar, y de seguir empujando por transformaciones.

Demandas como la reducción de la jornada laboral, la mejora en las pensiones, y garantizar el acceso a derechos básicos como salud de calidad, o educación, que sonaron fuerte en las jornadas de octubre y noviembre, cobran aún más sentido, cuando vemos que ante la pandemia, los derechos laborales se relativizan, y la salud y educación públicas no dan el ancho. Como si fuera poco, el sector privado, que lucra con nuestros derechos, prioriza sus ganancias a costa de sus trabajadores y trabajadoras, y el gobierno protege la riqueza de unos pocos, mientras deja en la desprotección a millones. Donde algunos vemos miseria e injusticia, ellos ven la oportunidad de hacer negocios, de silenciar, y de postergar las inminentes transformaciones que veníamos empujando.

A pesar de que la necesidad de cambios profundos está cada vez más evidenciada y masificada, la pandemia nos presenta una dificultad importante a la hora de recurrir a las formas tradicionales de lucha y movilización. Las tradicionales marchas y conmemoraciones del 1° de mayo se tornan imposibles de realizar, cuando lo que surge como prioridad es la salud de la ciudadanía, y el autocuidado ante un Estado que no está preocupado de cuidarnos. Ante ello, es urgente reimaginar las formas de lucha a las que nos hemos acostumbrado, teniendo presente que es necesario seguir construyendo masividad y conciencia, teniendo la transformación radical de nuestro país como horizonte.

Se nos presenta el desafío de mantener un conflicto abierto, de seguir empujando la conquista de derechos sociales, y de defender y garantizar el proceso constituyente, para abrir la posibilidad de un país con mejores condiciones de vida para la clase trabajadora, esta vez desde la cuarentena, el distanciamiento social, y la amenaza de la enfermedad. Sea cuales sean las formas a las que recurramos, lo central deberá estar en mantener en evidencia que lo que hoy nos aqueja es producto de un choque de intereses claro entre sectores opuestos de la sociedad: nosotres, quienes producimos la riqueza trabajando, contra quienes utilizan el Estado a través de este gobierno, para aumentar su riqueza a costa de nuestras vidas. Si no perdemos aquello de vista, no importa cuándo termine la pandemia, tendremos la claridad de continuar empujando nuestras luchas.

Los desafíos que nos presenta la pandemia, a quienes hemos sido partícipes de las luchas de los trabajadores y trabajadoras, y en particular a quienes estuvimos en las calles los últimos meses, deberán ser superados con creatividad y convicción. Un 1° de mayo en cuarentena puede parecer desalentador, pero es buen día para recordar que en octubre, y también en jornadas más recientes como el 8M, quedó claro que cada vez somos más quienes estamos por transformar este país. Cuidarnos hoy, en este contexto de pandemia, implica también buscar formas de continuar esa lucha, y de no perder aquella fuerza que salió a la calle a empujar la historia hacia adelante.

(*) Los autores del artículo lo hacen en calidad de dirigentes del Partido Comunes

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