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Anyelina Rojas Valdés.- Hace más 40 años nuestro querido Daniel Díaz Segovia, (QEPD), fue parte de un selecto grupo de pampinos que tras el... El gran legado del periodista Daniel Díaz Segovia y su entrañable amor por la pampa salitrera

Anyelina Rojas Valdés.- Hace más 40 años nuestro querido Daniel Díaz Segovia, (QEPD), fue parte de un selecto grupo de pampinos que tras el cierre de las salitreras, crearon la Semana del Salitre, motivados por la idea de «Que la Pampa Nunca Muera». Ideal que mantuvo hasta el inesperado fin de sus días, -a los 72 años-, viviendo en la pampa que tanto amó, comuna de Huara, y siendo impulsor de la Corporación del Salitre de esa comuna.

Entonces, Daniel Díaz Segovia no sólo fue un destacado periodista en Iquique y Santiago; como jefe de Crónica En La Estrella de Iquique y como periodista deportivo y jefe de sección en el Diario La Cuarta; fue también cultor de nuestra cultura pampina y nortina.

Su pasión por el arte de comunicar, lo llevó a ser parte de la primeta generación de la Escuela de Periodismo de la Universidad del Norte de Antofagasta, hoy Universidad Católica del Norte.

Fue fiel devoto de la Virgen del Carmen de La Tirana, lugar sacro donde sus restos descansarán hasta la eternidad, mientras su tremenda energía, legado y ejemplo, se queda con nosotros.

En lo particular conocí a Daniel antes de conocerlo físicamente, porque iniciada en el periodismo a principios de los 80, donde fuera a reportear, me preguntaban por él y lo recordaban con nostalgia y alegría. Pensaba yo como nobel periodista, cuán difícil sería alcanzar ese sitial.

Y no sólo lo recordaban en su función de periodista, también y sobre todo, por su calidad humana. Dora Chipoco mi gran amiga y colega, fue una de sus discípulas en La Estrella de Iquique, y fue quien más me habló de Daniel. A esa fecha ya estaba en el Diario La Cuarta.

Hasta que por fin lo conocí en sus tantas venidas a su natal Iquique y pude percatarme que todos los elogios quedaban cortos ante tan bella persona.

En los últimos años estuvimos más ligados y codo s codo compartiendo nuestro amor y acciones por la pampa. Estuvimos juntos para distintas Semanas del Salitre y actividades convocadas por la Corporación Museo del Salitre, en la Oficina Salitrera Humberstone. Y siempre aportando con valiosa información histórica de la pampa. Como se dice, era una «biblioteca viviente».

Le sobreviven su esposa Laura, profesora en Huara; sus hijos, nietos y demás familiares a quienes envío todas mis condolencias.

En las últimas horas he leído hermosas palabras de colegas. Acá extractos de quienes fueron sus amigos y colegas:

RODOLFO VALENCIA MAGNA:
«Te vamos a extrañar, querido Daniel. El Colorado se queda sin otro de sus más insignes caballeros de la Orden de los Potos Verdes. Dejaste las salas de redacción de La Estrella de Iquique y de La Cuarta de Santiago, marcadas por la pasión de tu reporteo futbolero y del relato escrito. Los tres títulos de Iquique en escalada, en 1978 en el Nacional Amateur de Adultos, en 1979 en el Ascenso profesional y en 1980, en la Primera División, tienen ese registro y es tu impronta.
Para ti, este partido ha terminado. Y, por Dios cómo lo lamentamos. Te vamos a extrañar.??
Hasta pronto buen amigo».

RAMÓN REYES ARANCIBIA:

ADIOS QUERIDO DANIEL «…En la universidad hicimos una amistad desde siempre, más cuando debí hacer mi práctica profesional en la radio de la sede Arica de la UN, donde era su director. Días felices de fecundo aprendizaje reporteril. Con los años nos reencontramos en el GrupoCopesa, siendo el «Chico» o el «Guatón» Díaz, como lo llamaban sus compañeros, reportero de La Cuarta, llegando a ser jefe en la sección Deportes. En esos años fue un gran colaborador del Sindicato de Periodistas, participando activamente como socio. Por lo mismo, ya retirado y cuando debió someterse a una delicado operación al corazón, acudimos en su ayuda.

A Dios gracias y a la «Chinita», porque el adoraba a la Virgen de La Tirana, se recuperó muy bien y volvió a su tierra natal, aunque más bien lo hizo a Huara, pueblo nortino en el que su esposa, Laurita, oficiaba como profesora. A veces viajaba al puerto y se reunía con sus amigos de siempre a conversar de la vida y de deportes que era su pasión».

 

 

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