Resultados de las movilizaciones en Chile
Opinión y Comentarios 25 diciembre, 2019 Edición Cero
Pedro Oróstica Codoceo.- Espero sinceramente que las demandas de las manifestaciones sociales que ocurrieron en Chile durante los meses de octubre – noviembre 2019, surtan efecto y no sean tomadas solo como berrinches populares pasajeros. Se dice esto, dado los alcances poco profundos de las soluciones que han venido implementándose desde los niveles de gobierno y del legislativo. Las concesiones puntualizadas, son prácticamente todas a cuenta del Estado y sin mayor raigambre distributivo.
Eso sólo no es sostenible. Por cuanto deben proveerse soluciones con mayores bases y asideros estructurales. Respecto a esto, han surgido planteamientos bastantes razonables a objeto de – verdaderamente, colocar un poco más de justicia social en la vida nacional, si lo vemos por la parte económica. Y esto sería a través de algún tipo de impuesto, o regalo, de quienes constituyen los estamentos más adinerados de la sociedad chilena.
Quizá, lo señalado por algunos empresarios al inicio del estallido, en el sentido de ‘meterse la mano al bolsillo’ para producir un mayor equilibrio social, sea replicado por quienes conforman el selecto y tradicional poder económico en el país. Este ‘entregar’, constituiría un acto ético moral inspirado en la convicción del propio ser individual y dirigido a la contribución para una mejor vida de las mayorías, y, más acorde con los elevados preceptos del amor al prójimo.
Probablemente, en estos postulados, estuvo basada la campaña filantrópica The Giving Pledge, de los multimillonarios W. Buffet y B. Gates, donde contrajeron “el compromiso de ceder al menos el 50% de sus fortunas a fines benéficos”. Actitudes revolucionarias. Estas tendrían que tomar cuerpo en todo país del planeta. Con ellas se producirían cambios de mayor solidez estructural, que contribuirían a la estabilidad y armonía del conglomerado social.
Estos cambios, incluso, permitirían reconocer que las personas no solo están para sacarles réditos; recordemos que finalmente, todos formamos parte del Todo. Acordemos también, que lo que hacemos a los demás lo inducimos a nosotros mismos. Es en esta esfera de cambios, que flota en la nube nacional, que surge la incógnita de qué pasará, por ejemplo, con las AFP y su filosofía; con la propiedad del agua y del resto de las riquezas nacionales; las deudas educacionales; el acceso a la salud; la descentralización administrativa territorial, etc.
AFP
¿Cuáles son o serán las soluciones reales a las pensiones de los chilenos? ¿Se llegará al consenso que en realidad esos fondos pertenecen a los ciudadanos cotizantes? Esta es la singular controversia, puesto que pareciese que en los dueños de estas Administradoras, subyace la idea contraria. Es la naturaleza humana dicen algunos. No obstante hoy a comienzos del siglo XXI nuevos paradigmas comienzan a tomar posesión en la imaginaria social. Que la codicia no rompa el saco.
Es posible subsanar estas asimetrías. Nadie vive hasta los 110 años, es necesario aterrizar las expectativas de vida en Chile. Eliminar del rayado de cancha, que las ‘perdidas’ de los fondos solo corran por cuenta de los cotizantes. Corrigiendo estas y otras imposiciones más, se mejorarían las odiosas condiciones en que vive y vivirán un alto porcentaje de jubilados.
Sin duda que estas medidas serían muy importantes. Ayudarían a levantar el nivel de justicia social en el país, de igual modo como podría hacerlo, la propuesta de “capitalismo equitativo” a través de “la predistribución de la riqueza en Chile.”, ofrecida por Jeannette von Wolffersdorf
CAPITALISMO EQUITATIVO
Así se denomina a la singular propuesta de esta experta para pre-distribuir la riqueza en Chile. Esto como medida mitigadora en medio de la crisis social vivida y que continúa latente. Este constituiría de acuerdo a su planteamiento, el “mecanismo con el que la desigualdad de capital podría dejar de profundizarse y para ello se requiere que los grandes empresarios cedan parte de sus acciones al sector público.”
Así lo expuso en entrevista a El Mercurio de Santiago de Chile, en días pasados, esta economista “que ha dejado su puesto como primera y única mujer en el directorio de la Bolsa de Comercio de Santiago.” En resumidas cuentas, su idea es que los “ciudadanos chilenos con alto patrimonio entreguen parte de su capital a una especie de fondo público – endowment – donde grupos vulnerables de la sociedad se verían beneficiados al recibir dividendos de las acciones regaladas.”
Esta distribución funciona bajo la lógica que los dividendos de las acciones donadas “evitarían que la desigualdad aumente aún más, para las personas que se encuentran en el fondo de la estructura social.” Esto, en “un contexto global donde la cuarta revolución industrial hará que el trabajo, valga cada vez menos y, paralelamente, el capital valga más.”
“Este regalo no es para que el fondo público pueda venderlas y pagar la reconstrucción de Chile, sino para que reciba los dividendos y aumentos de valor de esos activos para luego ser distribuidos continuamente.” Así este endowment, que puede traducirse como un “fondo con estructura financiera pensada para generar beneficios sostenibles multigeneracionales”, cumpliría, a su vez, la función de un alto impuesto al patrimonio, el cual se pagaría solo una vez.
CONCLUSIONES
Sea como sea, estará por verse la voluntad para aprovechar “esta oportunidad”, que trajo consigo el estallido social de octubre y noviembre, para hacer un país generoso y de sinceros deseos de bienestar para el prójimo. Esto en la idea recurrida de plasmar una comunidad nacional más activa moralmente, en que las extremas desigualdades e históricas brechas, sean reducidas por acuerdos políticos transversales antes que por presiones.
Es cierto que dentro del ámbito en que se mueve la propiedad del capital mundial, nuestros ricos son solo pequeños propietarios. De ahí que lo expresado por el ministro Briones cobre coherencia cuando señala que “el sector más rico de este país, tiene el convencimiento profundo que es de clase media, y ese es parte del problema.” Cada uno en su propio nivel.
En todo caso, es fácil pedir que sean otros los que se pongan con recursos. Pero si llega la hora de involucrarse públicamente, señalo que, al momento que en Chile, se legisle hacia un tipo endowment, en la cual participen todos los chilenos que lo deseen, autorizaré que el 10% de mis ingresos mensuales como empleado, me sean descontados y vayan a ese fondo público. Y no es que me sobren.
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