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Sergio González Miranda, Premio Nacional de Historia 2014 El cambio cultural que significó la imprenta para la humanidad fue, me parece, más profundo que las... El día del Libro

Sergio González Miranda, Premio Nacional de Historia 2014

El cambio cultural que significó la imprenta para la humanidad fue, me parece, más profundo que las grandes revoluciones caracterizadas por la violencia y la toma del poder.  Un gran salto ha dio la humanidad desde el siglo XV hasta nuestros días.  Las editoriales actuales son capaces de publicar miles de páginas en el mismo tiempo que un copista medieval lograba escribir unos pocos folios, por cierto, bellamente ilustrados.

Para mí todavía el libro impreso es irremplazable, aunque leo muchos en la pantalla de mi computador o de mi celular. La sensación de tener un libro en las manos y poder sentir su aroma, rayar las frases más relevantes, marcar sus páginas, ubicarlo en su lugar de la estantería, es algo único e irrepetible. Después de leer un libro nadie volverá a ser la misma persona, siempre algo habrá cambiado en su mente o espíritu. Por cierto, no todo libro tiene la misma importancia, algunos han sido clave para el desarrollo de la humanidad, como los que fueron escritos por pensadores, filósofos, científicos, literatos, poetas, etc., pero todos son valiosos.

Probablemente, no habrá mejor escondite que una biblioteca ni exista un placer más maravilloso y místico que aquel de hundirse en la profundidad de un texto, más si es una obra de arte, dejarse llevar por la pluma del escritor y conversar simbólicamente con él, contradecirle, suponer que no vio algo oculto que nosotros sí descubrimos en su propio texto, interpretamos sus intenciones, como diría Umberto Eco en el Lector in fábula, el lector extrae del texto lo que el texto no dice, llena los espacios vacíos…

Borges pensaba que todos escribíamos el mismo libro, un libro eterno, un texto que nos representaba como humanidad. Estoy convencido que algo de cierto tiene esta imagen del libro colectivo, donde habrán algunas páginas doradas, otras que develan misterios, y muchas que solo expresan el sentido de la vida cotidiana.

El libro y la escuela son un binomio indisoluble. Ningún buen consejo para un estudiante se equipara a recomendarle un libro, ningún regalo a obsequiar un libro. Lo triste es que los jóvenes leen menos que antes y, lo peor de todo, que los adultos han comenzado a ser analfabetos funcionales, están perdiendo sus capacidades de leer hasta los textos más simples, algunos reemplazados por imágenes.

En este día del libro, apaguemos la televisión y todas las otras formas de distracción visual, tomemos en nuestras manos un libro e iniciemos una aventura con Joseph Conrad, Herman Melville, Daniel Defoe, Emilio Salgari, Julio Verne, Ruyard Kipling, Panait Istrati, Günter Grass, Thomas Mann, Hermann Hesse o el que más prefiera, pero lea por favor.

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