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Julio Cámara C./ Consejero Regional CNCA – Tarapacá Sus nombres no resultan conocidos para el grueso público, salvo para quienes  aprecian la denominada música “docta”,... Iquique, en el nombre de la música…

Julio Cámara C./ Consejero Regional CNCA – Tarapacá

Sus nombres no resultan conocidos para el grueso público, salvo para quienes  aprecian la denominada música “docta”, y asisten a sus presentaciones cada vez que asoman por el “puerto grande”.  Son jóvenes, sencillos, plenos de talento, y lejanos a la farándula que suele   encandilar con luces pasajeras y torcer caminos. En su oficio, y en el medio nacional, podrían calificar sobradamente de maestros, pero, ellos optan por la humildad del sabio, porque saben bien que cada día es una nueva oportunidad para seguir aprendiendo.

La aventura se inició hace unos 10 años cuando un par de jóvenes músicos decidió aventurarse por salones de distinguidas academias de formación del viejo continente, buscando desarrollar y perfeccionar sus talentos a fuerza de rigor y disciplina, virtudes indispensables para ganarse un espacio en el exigente mundo de las artes musicales.  Y a Europa no solo llevaron su entusiasmo y sueños por cumplir, sino también el nombre de Iquique, un lejano puerto del norte chileno, que comenzó a pronunciarse en otras lenguas, como ocurrió en los mejores tiempos del auge salitrero.

Pero, en el Chile del nuevo milenio, que aún está lejos de superar el estigma de la desigualdad y la discriminación, el talento y las decisiones, sobre todo para quienes no provienen de “cunas doradas” y apellidos con linaje, o “recomendaciones” de alguna esfera de poder, no son suficientes para abrirse camino en un mundo en que se compite en disparidad de condiciones, y ellos aprendieron  tempranamente que el “crecimiento con equidad” pregonado desde el 2000 en adelante, no incluía, quizá por poco rentable en las categorías económicas del modelo, iniciativas que sí merecían “crecer”, es decir,  proyectos artístico culturales como el que ellos encarnaban.

Los caminos del arte nunca son fáciles cuando a nivel de sociedad se sigue percibiendo que la cultura, en sus diversas expresiones, puede ser prescindible, postergada o disminuida frente a otras demandas y/o carencias sociales más urgentes. Y más aún  cuando no existen instituciones que brinden tempranamente apoyo estable para  el desarrollo de talentos, con una mirada de futuro, cuyos frutos no son necesariamente medibles a través de índices económicos.

Nuestros jóvenes músicos pudieron cruzar el atlántico e instalarse en Paris, Viena y Varsovia, y comenzar una experiencia que los enriqueció como artistas y personas, con el apoyo del 2% de cultura del gobierno regional, complementado con aportes municipales, que les permitió, no sin altibajos financieros, solventar sus estudios.  Pero, la exigente formación académica y la estabilidad en el exterior, no pueden depender de la incertidumbre de fondos concursables, una suerte de lotería que algunos vivieron duramente, al extremo de quedar en algún momento prácticamente a la deriva, pudiendo sobrevivir gracias a la creatividad, a las redes sociales generadas  en capitales europeas, y trabajos parciales que asumieron.

Para suplir esas falencias, el consejo regional del que fui integrante como presidente de la comisión de Arte y Cultura, aprobó en diciembre de 2008, debo reiterarlo nuevamente, la creación de una corporación cultural que estableciera becas de perfeccionamiento, no solo en el ámbito de la música y otras manifestaciones artísticas, sino que incluyera también a jóvenes talentos deportivos.  Un acuerdo que los intendentes de la época, hasta nuestros días, han lamentablemente incumplido, y que tampoco ha sido reiterado por  los actuales consejeros.

Por estos días, los jóvenes que hace una década iniciaron una aventura artística en Europa, me refiero  a los pianistas Fabián Andrades y Cristían Leal, al trompetista Rodrigo Arenas, y al saxofonista Alvaro Collao, son músicos que ejercen profesionalmente en Chile y en el exterior, entregando su talento y sus competencias técnicas a través de la docencia.  Alvaro nos visitará en unas semanas más para reencontrase con su gente nortina y brindarnos su arte junto al grupo de músicos internacionales en el que participa.

Destacar también a José Contreras Tobar, otro joven pianista iquiqueño, graduado en Chile, y que de paso en su tierra iquiqueña, ofreció recientemente un concierto en el salón Tarapacá. José, que ha vivido también los altibajos de un apoyo estable, se encuentra también en Viena, siguiendo estudios de perfeccionamiento, continuando con una fructífera senda abierta por Fabián, Rodrigo, Alvaro y Cristián.

Y cómo no mencionar y destacar a Diego Arenas, joven y talentoso trompetista, como su hermano Rodrigo, que en breve  viaja a España a continuar con su aprendizaje musical. Y decir, además, que en términos financieros viaja  “con lo justo”, con limitados apoyos.  Está clarísimo que estos jóvenes son estudiosos y aplicados, y abiertos al aprendizaje.  Los que no aprendemos a valorarlos y a apoyarlos como corresponde somos nosotros.

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