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Un nuevo ciclo, en el que impactan diversos campos que están fuera de lo netamente cultural, es lo que hoy posibilita abordar el tema... Especialista afirma que política cultural debe dar cuenta de diferenciación e identidades diversas del país

Cedida CNCA-Tarapacá.

Un nuevo ciclo, en el que impactan diversos campos que están fuera de lo netamente cultural, es lo que hoy posibilita abordar el tema con mayor impacto y de forma amplia, según señaló el sociólogo Manuel Antonio Garretón, durante la realización de la Convención Participativa para el diseño de la Política Cultural, realiza por el Consejo de la Cultura de Tarapacá. El estudioso reafirmó que el escenario, hoy, ad portas ya de contar con un Ministerio de Cultura y en pleno proceso de definición dicha política, posibilitará importantes avances.

En su exposición Garretón afirmó que la cultura está en el tránsito de la institucionalidad que coordina, hacia a otra que es rectora, al ser un ministerio, aunque no descartó que este proceso también pueda generar ciertas pérdidas, especialmente si se considera que nuestra tradición de Estado, es de raigambre autoritaria.

Al poner el énfasis en los avances, señaló Garretón que un Ministerio de la Cultura, permite un diálogo más fluido con los otros ministerios, con los otros campos de autoridad del Estado, y, en definitiva, con las grandes políticas. De allí la trascendía de definir una política cultural hacia el 2017-2022, de manera participativa, para avanzar en eficiencia y eficacia.

Luego  Garretón identificó los tres grandes modelos de la política cultural y el desarrollo cultural en Chile. En primer lugar, aquel modelo que existió hasta antes de septiembre de 1973, el que constituyó todo un espacio de participación a través de la cotidiana vida social. En esta etapa, se abrió el acceso a la cultura y a la llamada “alta cultura”.

Luego se impone desde el 73`el modelo cultural de la dictadura, cuyos principales factores son la represión y el miedo, generando un retroceso casi absoluto. Su expresión técnica es la violencia. Según el sociólogo, se desata la transformación de la sociedad chilena, pero mediante un proceso de reversión. La sociedad es entendida como un mercado y que todo, incluso la cultura, funciona dentro de esa lógica mercantilizada.

Sin embargo, en la dictadura, entiende Garretón, hay un esbozo de política cultural, pero en la idea que sea en servicio de la economía liberal y política.

A partir de la recuperación de la democracia, se inicia un proceso que intenta avanzar, en medio de una serie de enclaves autoritarios, heredados de la dictadura y de los cuales muchos se mantienen hasta hoy. Empieza a aparecer la noción de cultura como algo de mayor importancia, en el sentido que no es algo que “deba adaptarse”, ya que tiene valor por sí misma, con sus propias lógicas, identidades y actores. Entonces, emerge de este proceso la necesidad que la cultura, cuente con una política propia, lo que parte precariamente desde el Estado, pero que va desarrollándose.

Y paralelamente se va pensando en cuál debiera ser la institucionalidad de la política cultural, desde el Estado. Así nacen los distintos fondos que se mantienen hasta hoy, como el Fondart, el Fondo del Libro, entre otras. Se avanza en la idea de la descentralización de las actividades culturales y en el acceso a la cultura.

Como consecuencia,  se logra un florecimiento de la vida cultural, aparecen nuevos sujetos culturales y nuevas instituciones. Ese escenario cambia o se ve impactado porque se desarrolla en medio de la globalización; aparecen, por ejemplo, nuevas formas de comunicación como redes sociales; pero  también, de participación ciudadana. No así en el aspecto electoral, porque Chile es uno de los países con menos del 50% de participación en elecciones, siendo tasas más bajas.

El desafío hoy, explicó el sociólogo, es que sea la propia sociedad la que genere su proyecto donde esté el sentido común, en el entendido que deben ser los mismos ciudadanos los que creen ese sentido común, que, en definitiva, es el sentido de país.

La política cultura, en este nuevo escenario tiene que dialogar con otras áreas. Y si se considera el avance tecnológico, debe dialogar también con la tecnología; también con la ciencia, porque hoy Chile, señala Garretón, es un país con una débil cultura científica.

La cultura entendida desde las regiones y desde lo local, es otro elemento que puso en la exposición el sociólogo, principalmente porque cada región o territorio tiene sus propias identidades, distinta a la nacional y de eso, dijo, debe dar cuenta una política cultural.

Más aún una política cultural amplia, dialogante, que se enriquece y construye desde las regiones, también impacta en los procesos de repensar en los distintos ámbitos, incluyendo la misma cultura.

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