Edición Cero

Waldo Alfaro A. / Ingeniero Civil Químico La imposición en Chile del Sistema Neoliberal produjo un cambio en la cultura, caracterizada por escasez de... El Sistema Neoliberal, ¿es un sistema viable?

columna Waldo Alfaro
Waldo Alfaro A. /
Ingeniero Civil Químico

La imposición en Chile del Sistema Neoliberal produjo un cambio en la cultura, caracterizada por escasez de líderes, polarización de la sociedad y contradicciones que inducen a pronosticar su fin.

Si se supone que el país, en la configuración y relación de sus componentes, es una Organización con una administración guiada por los conceptos del Neoliberalismo, estamos hablando de un Sistema de actividad humana. Se trata en esta exposición, no de demostrar, sino de poder hacer una previsión de que este sistema, que hace funcionar a la organización, no es un sistema viable, o sea, es incapaz de sobrevivir en el tiempo, exponiendo las razones del porqué su existencia es efímera, correlacionada con la carencia de líderes.

El ser humano y la sociedad

 Dentro del repertorio estructural de la organización “país”, son relevantes las siguientes:

  • El ser humano: la fuerza de trabajo, sea mano de obra operativa o mentes creativas.
  • El capital: la aplicación del dinero que se invierte en el tiempo, que genera frutos. Es un flujo inestable y precisa de estar en movimiento para sustentarse.

La relación entre estas dos estructuras crea riquezas, en términos de valores agregados a los servicios o bienes. El quid del asunto es donde va a parar esa riqueza si no es repartida entre los actores; de no ser así, habría, por un lado, concentración de la riqueza en manos de unos, y desposeídos por otro, diferenciando a las personas en clases sociales, sin concordancia con las capacidades reales. Así, el producto de la economía ya no es igualmente útil para todos, originando una lucha de clases, debida al deseo de los privilegiados de mantener sus privilegios y de la justa rebelión de los pobres.

El ser humano es eminentemente social. Es una especie gregaria, y para vivir en comunidad siente un “apetito social”. Además tiene conciencia del “bien común”; a nivel de su fisiología y psicología, actúan funciones que le permite sentir la necesidad del otro y compartir con el, a través del lenguaje; o sea, es sociable, tiene acciones y conductas que sociabilizar, las Co-ontogenias. En este contexto, la sociedad permanece en armonía si el equilibrio de la relación trabajo más capital igual riqueza se mantiene y la riqueza generada es distribuida y no acumulada, siendo la única forma conocida de distribución el generar empleos, pues la cesantía es la exclusión de esta relación, o la relegación a una posición de ermitaño social y en el otro extremo el que vive de la riqueza acumulada, se convierte en una condición de parásito social.

La base filosófica en que se fundamenta el sistema Neoliberal está en el pensamiento de su fundador Friedrich Von Hayek, coincidente con el de José María Escrivá de Belaguer, fundador del Opus Dei. Según ellos, debe existir la “necesaria desigualdad”

entre los seres humanos, contradiciendo todos los principios de igualdad tanto de la doctrina Católica Cristiana, como del Socialismo Marxista, del Laicismo Masónico y del propio Liberalismo Keynesiano. Esta desigualdad se manifiesta, por ejemplo, en que hay seres humanos que paran de trabajar y se mueren de hambre al no conseguir sustento, otro tipo de seres humanos que pueden parar de trabajar, o bien no han trabajado nunca y jamás se van a morir de hambre, porque la fortuna acumulada por generaciones pretéritas les permite asegurar un buen vivir a futuras nuevas generaciones.

Este modelo de sociedad que fue desarrollado teóricamente el Universidad de Chicago, se implementó en Chile por primera vez en el mundo, permite que la divergencia que existe entre la velocidad de acumulación de la Riqueza v/s velocidad de crecimiento de la pobreza (INE), potencie la desigualdad de oportunidades, diferencias significativas de hábitos, costumbres, lenguaje, etnias y hasta metabolismo básico, se lleve – esta divergencia – al extremo de un momento Crítico en el que, al igual que en la Física, en las sociedades humanas ocurre un efecto avalancha o un límite de ruptura. Existe un punto de inflexión en las relaciones, en el que repentinamente se produce el instante mágico del Alzamiento Popular (historia de las revoluciones)

Algunos indicios de que algo está ocurriendo se manifiestan por los cada vez más frecuentes y violentos actos de delincuencia en las grandes ciudades, donde es más evidente el choque de estos dos mundos. Ello podría llamarse desde el inicio una Guerra Civil Blanca: Delincuencia v/s Represión. Se pueden mencionar también los actos vandálicos en eventos políticos, deportivos o artísticos. O sea, hay acumulación de odios, de indignación que se expresan de esta manera en la juventud.

La polarización sin restricciones: el principio del fin

 El sistema que impera en nuestra sociedad, actualmente se encuentra atrapado y sin salida: a mayor desarrollo, mayor desempleo. Esto, debido a los avances tecnológicos que han permitido a las Organizaciones de producción de bienes y servicios optimizar sus procesos, automatizando , robotizando  o cibernetizando, minimizando el concurso humano en ellos, salvo la mano de obra de alta calificación que opera estas máquinas, aumentando así las masas de desempleados, que en los peores casos, en su desesperación por el hambre, apelan a la violencia. Estas masas son inútiles al sistema social vigente, pues ya no es necesario tenerlas como mano de obra barata para su subsistema productivo y, además, por su miseria, son inservibles como mercado consumidor. Así se forma el caldo de cultivo en el que se desarrollan las tensiones sociales.

Como frutos de este sistema, se han creado instituciones privadas que substituyen  a los servicios públicos tradicionales, como, en la previsión, las AFP y en la salud, las ISAPRES. Estas instituciones  contribuyen fuertemente a la concentración de la riqueza, pues por ley recolectan el dinero de los trabajadores, formando grandes capitales, que incluso tienen que ser invertidos en el extranjero por su volumen.

El usuario se beneficia en lo mínimo y los grupos económicos en lo máximo. Se muestran como símbolos de la modernidad y se exportan junto con el modelo. En realidad, son la representación viva de una farsa, de una trampa tendida a la población, reduciéndoles cada vez sus beneficios y garantías, que eran conquistas sociales logradas desde comienzos del siglo XX (de la recreación, por ejemplo, se desvirtuó hasta el concepto). Esta verdadera antítesis, la mayor parte del público la percibe como un gran engaño.

El Talón de Aquiles del Neoliberalismo es que no posee, por definición, ningún algoritmo de redistribución de la riqueza. Las instituciones dedicadas a este fin han fracasado, ya que en sus intentos por mitigar la pobreza practican la acción de la  filantropía, la limosna, la caridad o la dádiva y no se dirigen a la generación de empleos dignos y remunerados acorde a un nivel de vida aceptable.  Esto humilla y no ennoblece al ser humano.

Algunos modelos distributivos europeos, como de los países bajos o de los escandinavos, tienen el sesgo de que Europa mantuvo durante tres siglos en colonialismo y esclavitud a cuatro continentes, acumulando riquezas usurpadas a éstos (soportan millones de desempleados con seguros); por lo tanto esos modelos no son aplicables en países de América Latina, sub-continente pobre, endeudado, con una economía basada en la exportación de materias primas e importación de productos acabados.

Además en Europa son poseedores de una cultura “industriosa o fabril” desde al medioevo, y poseen empresas transnacionales del tamaño de un país, medidos en términos económicos. Por ello es necesario pensar en plantear un modelo conforme a la realidad propia del país, acorde con las singularidades culturales, y escaparse de los modelos globalizantes y hegemónicos.

La ausencia de modelos de planificación estatal, al privatización “a finish” de las empresas del estado, la programación del presupuesto fiscal, desproporcionando la relación de gastos de defensa v/s educación o salud, es coherente con el principio de subsidiariedad del estado, lo cual eufemísticamente significa más represión a los opositores al sistema, pues el estado se reserva el derecho de poseer únicamente el aparato bélico para proteger a la clase dominante en lo económico.

La concentración de la riqueza ha conseguido un dominio sobre todo el aparato económico, el poder judicial, el poder de las FFAA, el poder legislativo, el poder de la prensa, los medios de comunicación y gran parte de la educación. Convirtiéndose  en un poder fáctico de dominio sobre la sociedad chilena, aliada al otro poder fáctico de la iglesia católica, que se arroga monopólicamente el papel de rector de la moral pública. Este supra-poder manipulador de la sociedad es excluyente con las minorías y muestra una realidad de un modernismo inexistente para las mayorías.

El liderazgo ausente

Los espacios para la comunicación, la plática, la convivencia diaria, la dialéctica, la libre expresión, la práctica del lenguajear,  las reuniones, son cada vez más restringidos, incluso en el ámbito académico. La cantidad y frecuencia de asambleas, claustros, mítines o simples concentraciones son escasas, porque, por un lado, no hay poder de convocatoria y por otro, indiferencia. La participación es mínima, producto del modo de vida generado por el sistema neoliberal. Las personas tienden a rehuir los comités, las juntas y los consejos en su vida profesional y doméstica, por diferentes motivos. Se produce así una escasez de espacios, de momentos, de ocasiones y, por ende, de líderes. Se acrecienta aún más la desidia por la política partidista, debido al sistema electoral Binominal, que no motiva a la gente.

El debilitamiento del sindicalismo y su relegación a luchas apenas de reivindicaciones económicas para cubrir necesidades fisiológicas, estando los trabajadores en la indefensión con la actual legislación laboral, es un factor más en el desencanto y el resentimiento social de las masas, que a su vez tienen conciencia e intuición colectiva de su rodar cuesta abajo; percepciones, éstas, basadas en el declinio de fuerzas al interior de la CUT.

Se ha creado en la sociedad chilena un cambio cultural profundo, con pérdidas de valores éticos y morales, sustituyéndolos por el individualismo, el egoísmo, el consumismo, el hedonismo, la permisividad y el relativismo. Se exalta la competitividad como valor, el éxito como pose de bienes materiales. Se ha invertido el concepto de pobreza como injusticia social: se sostiene que ésta es fruto de la ineficiencia, la incapacidad y la incompetencia de cada individuo. Además, la posición geográfica  inducido una mentalidad insular en que se valoriza más lo foráneo que lo nacional, permitiendo así la alienación cultural por los medios de comunicación. Consecuentemente, las personas emprendedoras que surgen en este medio cultural no se realizan como líderes auténticos, sino como solitarios quijotes que vencieron en la vida.

La falta de líderes en la sociedad actual tiene que ver con una serie de hechos sintomáticos que tornan al país en recordista de élite:

  • Existe un alto índice de violencia intrafamiliar.
  • Existe un alto índice de alcoholismo.
  • Existe un alto índice de accidentes de tránsito.
  • Debe existir algún otro índice oculto de baja vida sexual activa.

Esto es una realidad fenoménica e indicativo de una enfermedad social, que está reprimida, coercionada, acomplejada, que inhibe, o más bien impide que afloren verdaderos líderes. Antiguamente, era reconocida la “guapeza del roto chileno”, la inventiva y la capacidad de improvisación. Después de los 17 años de autoritarismo militar, se logró arrancarle el alma al pueblo chileno y esa generación perdió la capacidad de defender sus derechos, de reconocer sus deberes, de ser tolerantes, de atreverse a hacer propuestas creativas; les es fácil caer en el servilismo, y confunden irreverencia con insolencia.

Al desaparecer las ideologías, también se perdió el nutriente que alimenta el espíritu para formar líderes. En las organizaciones actuales, existen “pequeños reyecitos”  autoritarios, tiránicos, déspotas, prepotentes y no líderes en su actividad, que sean reconocidos como tales por sus semejantes debido a sus cualidades.

El liderazgo, ausente en la sociedad chilena, que se expresa en  la falta de líderes políticos, intelectuales, científicos o artísticos con propuestas novedosas y creativas, genera una suerte de falsos líderes, como jugadores deportivos o personajes de farándula, siendo éstos los que marcan presencia en los medios de comunicación, donde son mostrados como ídolos. Ante esta carencia, se hace necesario, ahora más que nunca, que una generación de nuevos líderes propongan alternativas de modelos de sociedad que dé salida a esta situación, para evitar lo que parece inevitable: El colapso social.

Los agentes de redistribución de la riqueza, o sea, los generadores de empleos, llamados comúnmente el empresariado nacional, en general, es poseedor de características negativas demostradas ante sus trabajadores, clientes y proveedores:

  • El desprecio por los recursos humanos (incumplimiento de leyes sociales).
  • La aplicación de la teoría del mínimo costo en sus proyectos y procesos.
  • Engaño a sus clientes en la calidad de sus productos o servicios.
  • La escasa reinversión de utilidades en el país, privilegiándose hacerlo en el extranjero.
  • Indiferencia y recelo por todo lo científico en las actividades relacionadas con la Administración.
  • Solamente son ávidos de tecnologías de punta en el área de producción.
  • Mentalidad de lucrar al más corto plazo (atraso de pagos a proveedores).
  • Falta de respeto por el medio ambiente.
  • Son potenciales evasores tributarios y deudores difíciles de entidades crediticias estatales.

Estas características del empresariado catalizan aún más la polarización de la sociedad entre ricos y pobres.

  • (Ensayo presentado en 1998)

 

Pronóstico futuro

 

El panorama social actual brinda una  visión catastrófica del futuro: la convergencia de fuerzas antagónicas del mundo desarrollado y del subdesarrollado. Si no se aplica algún tipo de modelo redistributivo entrarán pronto en ruta de colisión y no se conseguirá poner atajo a un período de barbarie, los momentos en que los componentes de la organización se relacionan en aniquilamiento mutuo.

 

Esta es la gran paradoja del sistema neoliberal, aparentemente exitoso en la generación de la riqueza. La realidad es que sólo es exitoso en la concentración de la riqueza en forma acelerada. La injusticia social que provoca será su propio verdugo. La función inteligencia no previó que el medio o los componentes donde actúa el sistema se puede volcar contra el propio sistema, por perturbaciones que no se pueden compensar; de este modo, este se desintegra. Así nacen las revoluciones, y, como el ave fénix, de las cenizas emergerá un sistema sustentable en una sociedad más prospera, justa, solidaria, fraterna, equitativa y sociable, con un nuevo paradigma de la sobrevivencia humana, basada en el bien común, en equilibrio con un medio ambiente frágil, finito, inestable y cambiante.

 

 

 

Los comentarios están cerrados.