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Un impacto que atravesó las fronteras de Iquique y el país, causó el deceso de Alberto Viveros Madariaga. Y aunque su pronta partida no... Iquique espera a uno de sus hijos: En la pampa y el mar serán esparcidas las cenizas de Alberto Viveros

AVMUn impacto que atravesó las fronteras de Iquique y el país, causó el deceso de Alberto Viveros Madariaga. Y aunque su pronta partida no era una sorpresa, producto de su grave condición de salud, hoy son muchos quienes lo recuerdan y abrazan su legado. Viveros, conocido entre sus cercanos como “Pajaro”, se encontraba en Santiago desde agosto del año pasado, junto a sus hijos, que intentaron vanamente de lograr una recuperación.

Su deceso se produjo este lunes 15, mientras que sus restos son velados en el velatorio del Cementerio Parque del Sendero de Maipú. A las 13.00 hrs de este miércoles 17, se realizará la ceremonia fúnebre, para luego proceder a la cremación de sus restos.

SUS CENIZAS GERMINARÁN EN TIERRA NORTINA

Cumpliendo un sentido anhelo, que dejó claro a su familia en reiteradas oportunidades, incluso, en jornadas de tertulia, cuando la muerte no le rondaba, manifestó que quería quedarse en Iquique. Pidió que cuando el final sobreviniera, deseaba que sus cenizas fueran esparcidas en la pampa, donde nació y vivió;  y en el mar, en el Barrio El Morro, donde se ubica la casa materna y la que habitaba hasta antes de enfermar.

Su hijo Alvaro, Administrador Público y Cientista Político (27 años) dijo que junto a su hermano Alejandro (35), Licenciado en Filosofía y con estudios de doctorado, cumplirán, junto a la familia, el deseo de su progenitor. Esperantraer los restos de Tito, a mediados de marzo para darle una gran despedida. Además, también han manifestado el interés de sumarse a este homenaje, sus alumnos de Sociología de la Universidad Arturo Prat, donde ejerció la docencia; y las agrupaciones de Derechos Humanos.  De hecho, fue uno de los artífices en la unificación de las distiontas organizaciones, en una Corporación de Rescate de la Memoria y los Derechos Humanos.

Y como profesor, sus numerosos alumnos lo recuerdan como un hombre bueno, entregado a lo suyo: su vocación de formador. Y como extremadamente cercano a los estudiantes. Por ello esperan sumarse a los actos de homenaje  que se realizarán en marzo, cuando sus cenizas lleguen a Iquique. «Una persona como él, merece un homenaje y un reconocimiento», señaló el alumno de último año, Mauro Zarricueta.

Mientras, en Ecuador, donde vivió el exilio, tras su paso por el campo de prisioneros políticos de Pisagua, durante un largo y traumático año, los amigos que dejó, también piensan en rescatar su legado, a través de homenajes y testimonios escritos.

MILITANTE DEL MAPU

Uno de sus entrañables amigos, Guillermo Dávalos, hijo de esta tierra nortina y que hoy reside en Santiago, recordó a Viveros como un “iquiqueño y pampino, un sobreviviente de la prisión política, detenido, torturado en Pisagua, relegado  y exiliado en Ecuador, donde continuo sus estudios y su lucha contra la dictadura. Luego se trasladó al Perú”.

Vuelve a Chile tras la recuperación de la democracia, ya como profesional y ejerce la Sociología, primero en Santiago y luego en Iquique, donde volvió a vivir durante los últimos 10 años.

Recuerda Dávalos que Tito Viveros, desde niño se sintió comprometido con las luchas sociales. Ya como adolescente, canaliza esa inquietud en el Comercial de Iquique, donde labra otros entrañables amigos.

Con ellos funda el Mapu, partido que nace a partir de una corriente más de izquierda al interior de la Democracia Cristiana.

En la década de los 70, abandona Iquique para estudiar Sociología  en la Universidad de Concepción. Hasta allá llegaron también, Luis Caucoto Ortega y Francisco Pinto Madariaga, actual gobernador y primo de Viveros.

Recuerda que su compromiso con el Gobierno de la Unidad Popular “le implicó un alto costo, no solo personal,  pero siempre enfrentó la vida con entereza y entusiasmo. Jamás bajo la guardia y siguió bregando por un mundo mejor”.

Destacó en él su gran disposición. “Era alegre, un formador por excelencia, siempre inquieto y con nuevas ideas. Tito, siempre fue una persona apreciada por quienes lo conocieron y su mayor orgullo era y son sus hijos Alejandro y Álvaro”.

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