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  Luis Caucoto Ortega, Periodista, ex preso político “Plan 22”. Así caratularon al Consejo de Guerra preparado al Partido Comunista, donde fueron torturados y...

 

luis caucoto ortegaLuis Caucoto Ortega, Periodista, ex preso político

“Plan 22”. Así caratularon al Consejo de Guerra preparado al Partido Comunista, donde fueron torturados y ejecutados varios de sus militantes. Entre ellos Nelson Márquez. Recuerdo a Nelson como un espigado joven que derrochaba alegría en esos primeros tiempos de cautiverio, hasta que un día es sacado de la celda y, de vuelta a ella, maltratado, aterrado por las torturas reiteradas propinadas por los equipos que dirigía el fiscal Acuña.

Márquez, agobiado por su deteriorado estado, se sumergió en una profunda depresión, lo que fue percibido por varios compañeros de celda. Llegando a intuir una clara inclinación al suicidio. Trataré de plasmar en este testimonio lo que nos tocó vivir esos días en nuestra celda la “2-4”, sobre todo esa noche que no volvió.

-¿Me prestas el cinturón un ratito?-, le indica el loquito Márquez, apuntando con el dedo la cintura de Pachequito.

Más tarde nos comentaría Pachequito que estaba preocupado porque Márquez podría suicidarse. Acordamos que siempre debe quedarse alguien con él, para evitar cualquier intento de suicidio.

-Déjate de huevear loquito-,  le increpan a Márquez  -shshshsh h….-, replican al fondo de la celda…

Es el juego de Nelson, dar vuelta los párpados y dejar caer la prótesis en la mandíbula inferior, lo que plasmado en su anguloso y enjuto rostro le daban un aspecto de deteriorado príncipe de las tinieblas.

“Es como un niño”, comentamos entre los que estamos sentados y acostados en el suelo. Asusta cuando en las noches nos sorprende gateando como niño entre medio de frazadas y zapatos que se dispersan por la celda…

Fue una noche, como muchas otras en que suenan los eslabones de la cadena que asegura la reja del penal, su sonido como alarma nos indica que algo pasó o va ha pasar…..la avioneta el fiscal y los torturadores…..siempre es igual…..el temor al llegar la noche….ya están aquí…

Los pasos de la guardia arremeten en el piso y continúan de manera resuelta al segundo piso, a la 2-4. Desde mi improvisada cama observo las figura de tres soldados en la puerta de la celda. -¡Arriba Márquez!- , ordena uno de ellos, es el oficial

Del perfil de los tres uniformados que emergen desde las sombras en la puerta, sobre sale uno que dirigiéndose a Márquez le informa, de modo sarcástico…-te toca Márquez-. Es el teniente Carlos Herrera Jiménez.

Nelson, se levanta afirmándose en la pared apretando sus grandes manos tratando de arañar el tabique como intentando pasar sobre él y huir. Se desplaza hacia el rincón, mientras que el oficial le encara :

-Ríe ahora, ríe-, le dice Herrera, dibujando en su rostro una sonrisa que asemeja a un cocodrilo bramando, mostrando sus afilados dientes que emergen de una malformada mandíbula que lo caracterizaba.

-Soldados pasen, llévenselo- ordena el oficial.

Nelson es tomado de los brazos y arrastrado hacia la puerta.

Tres figuras van hacia la puerta y un rostro cargado de desesperación vuelca su rostro hacia donde estamos nosotros. Su rostro asemeja las pinturas de Guayasamín en la Edad de la Ira. Años más tarde le mostraría a Irene en el museo del pintor quiteño, esa imágenes cargadas de dolor que percibí en el rostro de Márquez .

Acompaña el dolor de la escena los golpes de las botas de los soldados que se llevan a Nelson. Bajan la escala y seguro Nelson sigue mirando a su alrededor donde estamos nosotros. Mira, con sus ojos desorbitados, desde el patio grabando en su retina la empalizada que da forma al cuadrado del edificio carcelario.

Quiere llevarse, seguro, la última imagen del lugar, y el espacio de cielo por donde surcaban cada día las aves marinas y los carroñeros que presagiaban visitas oscuras y malévolas. Esa noche no hubo aves, si visitas malévolas.

El cerrojo y la cadena de la reja irrumpen en su última divagación en ese espacio, ya lo cruza….y mira, sigue mirando. Ahora verá los fierros de las rejas que separan a él de nosotros, los que seguimos dentro.

Horas después de la forzada salida de Nelson, nuevamente el sonido de las cadenas y la luz. Esa luz que para muchos es vida, esperanza, amor; en Pisagua se trasmuta….es una luz que asusta, es fría, temeraria, trasunta temor que emerge de nuestros cuerpos…es señal de dolores….

-¡Atención!-, espeta el capitán Krauss, -Se escapó un preso, el que sepa algo que nos informe-…

El capitán sostiene en sus manos una especie de madero donde posan unos legajos de papeles, son las listas de los inquilinos que habitan la cárcel… Somos nosotros reducidos a listas a números…

-¿Si no se encuentra al fugado serán fusiladas 10 personas!-, apunta el capitán, procediendo a leer 10 nombres, al parecer uno o dos por celda…el de la nuestra parece que no se percató por cuanto estaba adormecido, viviendo su propio sueño…ignorando la marcial advertencia del militar.

Ya entrada la noche, casi en la madrugada vuelve Krauss. Ya no lleva en sus manos las listas, va solo, se ubica en el medio de los tres pisos, en el corredor nuestro, y calmo se dirige a nosotros:

-¡Personal tranquilo que ya fue ubicado el preso que se quería fugar!-

Nelson Márquez fue fusilado pocos días antes del Consejo de Guerra que prepararon al partido comunista, donde también fueron fusilados los militantes Luis Yañez y Luis Toro Castillo. Su cuerpo fue encontrado en la fosa.

(Nota Publicada por EdicionCero, originalmente el 10 de septiembre de 2013)

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