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Daniel Ramírez G. / Ingeniero Comercial –  Economista Hace años atrás, en uno de los tantos viajes que tuve que hacer a los pueblos rurales... La histórica intoleranca de la iglesia con los derechos de la mujer

Daniel Ramírez comDaniel Ramírez G. / Ingeniero Comercial –  Economista

Hace años atrás, en uno de los tantos viajes que tuve que hacer a los pueblos rurales del interior de Arica, tuve la oportunidad de visitar una pequeña iglesia que era conservada como una reliquia histórica y que se abría ocasionalmente para hacer misa, cuando un sacerdote visitaba el pueblo. Siempre recuerdo la impresión que me causó el ver los hermosos dibujos que decoraban uno de sus muros interiores. Varios ángeles alados, preferentemente rubios,  cubrían la parte alta del muro, desde donde, pasando por la tierra, bajaba un camino hacia el infierno. Los ángeles eran todos varones y el camino al infierno en la parte baja estaba señalado por varias figuras de mujeres, que aumentaban en número en la medida que se acercaba al final.

La iglesia católica no ha cambiado y desde el estigma con que marcó a María Magdalena, esposa de Jesus según evangelios descubiertos últimamente, ha insistido en que la mujer es uno de los instrumentos favoritos del demonio, para conseguir la perdición del hombre y de la humanidad. De ahí su preocupación histórica por mantenerla cautiva de la cultura humana, diseñada y estructurada para que sea el hombre el que maneje esta sociedad de acuerdo a sus intereses, que desde luego son también los intereses de la iglesia.

A pesar de los adelantos sociales logrados en la humanidad, la iglesia mantiene en su estructura orgánica aquella rigidez primitiva, según la cual, la mujer sigue siendo un ser de segunda categoría, que a pesar de sus votos, dedicación y devoción, está imposibilitada de administrar los sacramentos.

Basta escuchar al actual cardenal, monseñor Ezzati, para darse cuenta del nivel de atraso político y cultural en que está la iglesia católica.

Esta actitud y el dominio cultural sin contrapeso que ha ejercido la iglesia por más de 1.500 años en el mundo occidental, ha sido el freno principal a las aspiraciones libertarias de la mujer. La represión fue inclemente. Fueron miles las mujeres acusadas de brujas que fueron condenadas a morir en la hoguera y eso, no era porque existieran realmente las brujas.

No es casualidad que la única figura relevante de la religión que es mujer, sea una virgen. Una mujer que tuvo un hijo, sin haber tenido nunca relaciones sexuales, cosa que sabemos hoy que es imposible.

El sexo siempre ha sido obsceno y perverso para las mentes de sacerdotes, torturados por la conducta antinatural impuesta por los votos de castidad.

Ahora bien, Ezzati, vocero actual de la iglesia chilena, dice que oponerse a la ley  de despenalización del aborto terapéutico, es estar por la defensa de la vida, de lo cual habría que alegrarse, porque podría significar que la iglesia defenderá la vida humana entregando gratuidad en la atención de la clínica de su universidad. O podría también ayudar a la vida de muchas familias dando enseñanza gratuita en sus universidades y colegios. O podría ayudar incrementando los dineros destinados a políticas públicas pagando los impuestos que le correspondería pagar. Pero, el cardenal cree que la vida es solo nacer.

El juntar un espermatozoide con un óvulo es voluntad humana, y más aún, a partir del momento en que se juntan y pasan a ser uno solo, este nuevo ser es propiedad y responsabilidad total del cuerpo que habita. La madre cederá parte de sus energías y parte de si misma, como contribución al desarrollo de ese nuevo ser. También le restará, porque le aportará sus carencias y males del momento. ¿Quieren respetar la vida? Comencemos respetando la vida y los derechos de la madre. Nadie más que ella desea y necesita el nuevo ser. Si ella ha tomado la dolorosa decisión de interrumpir el embarazo, nadie está en condiciones morales de reprochárselo.

Los que creen en dios, dicen que este, para diferenciarlo  de las bestias, dio al hombre la capacidad de decidir, lo que significa que esa capacidad también se la dio a la mujer, porque una cosa es creer en un dios creado a imagen y semejanza de nuestros defectos y  otra, que efectivamente  exista un dios que discrimine a las mujeres, que supuestamente también son su creación.

Si dios dio algunas reglas, esas deben ser universales y voluntarias. La iglesia no está para obligar a cumplirlas, sino para enseñar a cumplirlas.

Tampoco está bien el rector de la U.C., cuando dice que aquellos médicos que no acepten la forma en que ellos piensan que se defiende la vida, no podrán trabajar en esa clínica de la universidad.

En una sociedad que supone la igualdad entre las personas y la libertad de pensamiento y de conciencia a que ellas tienen derecho, no se puede discriminar ideológicamente para otorgar empleo.

En un caso de violación, malformación del feto o peligro para la madre en la continuidad del embarazo, el médico está obligado a darle al paciente las alternativas médicas entre las cuales, el paciente, la mujer, puede escoger. Esa es la función del médico, para eso estudió y para eso les pagan. Se habla de respetar la libertad de conciencia, pero se está tratando de violentar la conciencia de médicos llevándolos a un campo que no les corresponde y desnaturalizando su profesión.

 

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