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Haroldo Quinteros Bugueño/ Profesor universitario. Doctor en Educación El caso de Sebastián Dávalos ha conmovido al país en sus bases morales. El ciudadano común hoy... ¿A quién creerle?

haroldo quinterosHaroldo Quinteros Bugueño/ Profesor universitario. Doctor en Educación

El caso de Sebastián Dávalos ha conmovido al país en sus bases morales. El ciudadano común hoy se pregunta: “¿bueno, a quién creerle… si todos son iguales?”  Cuando la derecha había sido ampliamente derrotada en las elecciones pasadas, y mucho más aun en las encuestas; cuando luego de aventarse el caso PENTA se había desenmascarado su vinculación con los grandes imperios económicos, los que por esa obvia razón financiaban sus campañas electorales; cuando Nueva Mayoría (NM) parecía  demostrar al país su completa separación de aquéllos y de los personajes más ricos del país, como Andrónico Luksic, el mismísimo hijo de la Presidenta se encarga de demostrar lo contrario. Ahora, la derecha criolla ha sanado milagrosamente de su depresión, ha dejado en segundo plano sus planes de reagrupamiento, y unida, organiza el contra-ataque con querellas y bulliciosas exigencias judiciales de investigación sobre el “caso Dávalos.

” Esa es la objetiva verdad, aunque, por supuesto, el caso Dávalos, el “Mopgate,” y cualquier otro escándalo de la ex – Concertación, son una alpargata al lado de la venta a precio de huevo de las empresas estatales luego del golpe de estado a los grandes empresarios que han financiado siempre y masivamente las campañas electorales de la derecha, los “pinocheques,” la asunción por el Estado de la quiebra general de los bancos privados en los 80’; el escándalo Piñera y el fraude el Banco de Talca, el caso PENTA, etc., etc. Es así porque,  un acto de corrupción, pequeño o grande, no deja de ser eso: un acto de corrupción, pero, claro, con esta alpargata, la derecha ha conseguido el empate.

Al comienzo, los voceros de gobierno y toda la NM argumentaron que todo el asunto se reducía a una transacción legal entre privados. Ese fue el primer error de NM, porque era una mentira.  También fue un error alzar al “primer damo,” un individuo mediocre, sin luces ni antecedentes académicos, a cargos y tareas de gobierno que no merecía (hasta llegó a oficiar de asesor en tratos comerciales con China y países asiáticos). Otro error fue el desparpajo con que actuaba el delfín Dávalos. En efecto, hace un año, Dávalos, aparentemente un chileno de clase media más, de pronto apareció luciendo tres automóviles Lexus, cada uno avaluado en 30 millones.

Finalmente, el colofón de oro: su mujer, dueña de una empresita con un capital base de 6 millones, obtiene un crédito por un valor de 500 veces esa suma, algo imposible para un pequeño empresario o un  chileno común. Luego, con esa platita, compra un terreno y enseguida lo vende al doble. ¿De dónde obtuvo el dato que el precio de ese terreno subiría? Desde luego, el dueño anterior del terreno, de saber de la inminente alza de su precio (que fija el Estado), no lo habría vendido a la señora Dávalos, sino habría esperado unos días para venderlo él.

La sospecha de información privilegiada, el delito de enriquecimiento ilícito, y el crédito otorgado por Luksic por sólo ser la mujer del hijo de la Presidenta, caen de Perogrullo.  Michelle Bachelet no debió esperar su renuncia, sino despedirlo, ella misma e ipso facto, de su cargo de gobierno. Mas aun, debió exigirle la inmediata anulación de esa sucia transacción. En fin, mientras el país no tenga un rearme moral político pronto, “¿a quién creerle?”

 

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