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Haroldo Quinteros Bugueño/ Profesor universitario. Doctor en Educación No existe, ni ha existido nunca, la menor razón para celebrar en Chile el “Día de la... 12 de octubre. Nada que celebrar

haroldo quinterosHaroldo Quinteros Bugueño/ Profesor universitario. Doctor en Educación

No existe, ni ha existido nunca, la menor razón para celebrar en Chile el “Día de la Raza.” En verdad, ese nombre sólo conlleva la más supina ignorancia. Por ejemplo, todavía hay muchos chilenos – y latinoamericanos también – convencidos que este día se refiere a nosotros; es decir, a lo que sería nuestra “raza;” otros, un poco más leídos, creen que el día nacional de España se llama “día de la raza.”

Vamos por parte: En primer lugar, el solo nombre de ese día es un error. Todos los sociólogos del mundo, entre ellos los estadounidenses Mac Iver y Page, enseñan que sólo puede admitirse la existencia de una raza, la humana, puesto que, como lo ha determinado el descubrimiento del genoma, las diferencias entre los seres humanos son biológicamente insignificantes, tanto como lo son el color de la piel o ciertos rasgos de la forma del cráneo. Por lo tanto, desde el punto de vista netamente científico, hoy sólo puede hablarse de “pueblos,” “etnias” y “comunidades,” y no de “raza.”

El gobierno español, advertido por sus hombres de ciencia sobre el ridículo internacional que hacía su país con el divertido nombre “día de la raza,” anuló ese título, y lo cambió, por decreto constitucional de 1987, por el de “Día Nacional de España.” Es decir, no existe el “día de la raza.” Entonces, es muy serio que en nuestras escuelas aún se siga repitiendo ese error. El 12 de octubre, entonces, es el día patrio español.

Sin embargo, hoy una fuerte corriente intelectual y cívica española exige anular definitivamente este día como día nacional, porque recuerda una fecha en que los españoles, cegados por la sed de oro, impusieron a las civilizaciones y pueblos aborígenes americanos el despojo, la esclavitud, los asesinatos en masa, las torturas y mutilaciones más atroces concebibles, sin precedentes en la historia humana, sólo merced a la ventaja que les daba su moderna maquinaria de guerra.

Por cierto, el empalamiento de Caupolicán y la mutilación de Galvarino, por ejemplo, eran actos rutinarios de represión a lo largo y ancho de América, como lo fueron también los descuartizamientos y las quemas masivas de indígenas. Esto lo saben los propios españoles, tanto así que muchos proponen que en lugar del 12 de octubre, el día nacional de España sea uno que recuerde una efeméride acorde con la libertad y los Derechos Humanos, y no es vergüenza.

Ese día podría ser, por ejemplo, el día de la victoria de los Reyes Católicos sobre el Islam a comienzos de 1492, evento que marcó el nacimiento de la España de hoy; el del natalicio de Miguel de Cervantes, el novelista más excelso de la historia; o los días de la heroica resistencia del pueblo español contra el invasor napoleónico en Aranjuez.

Hoy, en toda América Latina, gracias al desarrollo educacional y a la información que nos ha traído la post-modernidad, crece la conciencia de lo que realmente fue el 12 de octubre de 1492, lo que bien reflejan los miles de latinoamericanos que protestan año a año en este día. Si bien es cierto que con la invasión de España el nuevo continente entró en la corriente cultural predominante en el mundo entonces, la europea, no es menos cierto que ello fue al precio de la desaparición, en menos de un siglo, de más de la mitad de los habitantes originarios americanos, víctimas de la explotación en las minas y en las plantaciones de caña o tabaco, de las enfermedades traídas desde Europa, y la más abyecta opresión.

Finalmente, algo harto divertido: Colón no llegó a Guanahani el 12 de octubre, sino el 21 de ese mes, según la corrección del calendario gregoriano con respecto al juliano, ya vigente en 1492. Nada, pues, no hay nada que celebrar el 12 de octubre.

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