El carácter regional de la UNAP ¿Universidad de la Integración?
Opinión y Comentarios 20 marzo, 2014 Edición Cero
Víctor Guerrero Cossio. Dr. en sociología. Académico UNAP
La Universidad Arturo Prat es dentro de las universidades derivadas – aquellas que fueron sedes regionales de la Universidad de Chile – una de las que ha enfrentado más problemas para su continuidad, funcionamiento y proyección. Su endeudamiento, disminución de alumnos y puntajes, son factores que la han conmovido de manera importante.
En los últimos años, sus rectores Carlos Merino y Gustavo Soto, entre los que han compartido veinte años de gestión académica, han usado diferentes fórmulas para enfrentar las crisis que les han afectado. Merino optó por la expansión extra regional de la actividad docente (sedes y centros universitarios) y Soto se abocó a una reestructuración interna (estableciendo Facultades y racionalizando plantas docentes).
La expansión de la Universidad Arturo Prat ya demostró su ineficacia, mostrando como saldo negativo el enorme déficit financiero que llegó a poner en riesgo la sobrevivencia del principal centro de educación superior de la región. Su inorganicidad también deprimió la imagen institucional, lo que afectó en importante medida la acreditación de calidad.
La reestructuración institucional, basada en nuevas políticas internas, ha tenido como saldo positivo un alivio en materia financiera y orden institucional, sin embargo ello no asegura su viabilidad futura en tanto no revierta la imagen heredada de los años inciertos ni posicione con fuerza un proyecto universitario propio.
En el año 2014 la UNAP aumentó considerablemente su matrícula de nuevos alumnos de pregrado, pero este importante crecimiento con respecto a los años anteriores refleja a su favor el impacto del cierre de la Universidad del Mar, que incluso permitió abrir las carreras de Odontología y Fonoaudiología, como también fortalecer sustantivamente la Facultad de Salud.
Seguramente son muchos los factores a considerar para mejorar en cantidad y calidad a la UNAP, pero ninguno de ellos será suficiente si la reflexión académica no construye un proyecto universitario acorde a la demanda de conocimiento específico que requiere la región de Tarapacá. Docencia, Investigación y Vinculación con el medio deben imbricarse de manera estratégica y conducirse desde una racionalidad sustantiva (compleja, estratégica, integral), superando la razón instrumental (simple, inmediata y unidimensional) que la ha guiado en los últimos años.
Es fundamental la instalación de un sello académico de carácter regional, que la posicione, caracterice y destaque, en el marco de la educación superior. Así como en Antofagasta sus universidades se asocian a la minería y la Universidad de Talca a su agricultura, la UNAP puede admitir la vocación regional hacia la Integración de América y su conexión con el mundo, que Tarapacá ha instalado como su impronta más poderosa.
El estudio de carreras relacionadas con el transporte vial y marítimo, el idioma portugués, derecho comparado, la antropología y la arqueología, la educación intercultural, como también investigación asociada a los efectos socioculturales, sanitarios, comerciales y ambientales que traerá consigo el futuro corredor bioceánico, aparecen como tremendas oportunidades para un proyecto universitario pertinente y sustentable.
La UNAP puede transformarse en referente de los procesos integracionistas, así como de sus efectos virtuosos y perversos, lo que llevará naturalmente a que su carácter y nombre la posicione como la Universidad de la Integración.