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Haroldo Quinteros Bugueño/ Profesor universitario. Doctor en Educación Las condiciones de político de Sebastián Piñera, son innegables; por lo menos, de político profesional tradicional en... Adiós, Piñera

haroldo qHaroldo Quinteros BugueñoProfesor universitario. Doctor en Educación

Las condiciones de político de Sebastián Piñera, son innegables; por lo menos, de político profesional tradicional en un país en desarrollo. Imposible negar su simpatía, buen humor y la gran destreza verbal que surge en su auxilio cuando debe responder preguntas de periodistas, aunque, por cierto, a veces no las responda en absoluto. Quizás su mayor falla es su inveterado y acendrado personalismo. Según sus propios cercanos, mientras fue Presidente de la República, las más de las veces sus decisiones no fueron resultado de un acabado y bien reflexionado consenso en el seno de la coalición oficialista. Por ello, no consiguió mantener unidos a los dos partidos políticos que consiguieron llevarlo a la primera magistratura del país hace cuatro años; ni siquiera mantener un liderazgo que fuera indiscutido dentro de su propio partido, Renovación Nacional (RN).

Es eso lo que explica por qué su ambición, muy personal por cierto, de volver al gobierno en 2018, ya se ve eclipsada por el rechazo que esta característica suya despierta en importantes sectores y caudillos de RN y la UDI. Demasiado confiado en sí mismo, sin procurarse las debidas asesorías en materia económica y asuntos de cultura general, Piñera, demasiado a menudo, en un afán enfermizo de parecer como un hombre culto y que lee mucho, demostró infinidad de veces exactamente lo contrario. Esto último dio a sus opositores políticos y pasquines cómicos la feliz oportunidad de lanzarle todo tipo de chanzas, que se hicieron proverbiales en las famosas “piñericosas.”

El inflado ego del saliente Presidente lo llevó a arriesgar en demasía su prestigio político cuando, por probar los supuestos logros de su gobierno, daba los más alegres datos sobre nuestra realidad económica. Al cuento del ex – presidente Ricardo Lagos que “estamos en el umbral del desarrollo,” que Piñera no dejó de repetir durante cuatro años, se suman otros, como que “crecemos más que todos los países de América Latina”, “somos superiores a los tigres asiáticos” y “tenemos la cesantía más baja del subcontinente.”

Todos estos mitos fueron una y otra vez desmentidos no sólo por la dura realidad que viven millones de familias chilenas cada día, sino por lapidarios informes de, por ejemplo, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), entidad técnica dependiente de las Naciones Unidas. Según un reciente informe oficial de la CEPAL, con sólo un 4 %, Chile crecerá menos que Paraguay (13%), Panamá (7,5%), Bolivia (6,4%), Perú (5,2%), Nicaragua (4,6%), Uruguay (4,5%) y Argentina (4,5%). No sólo eso, las cosas seguirán así por mucho tiempo. En 2014 el crecimiento regional estará encabezado por Panamá, con 7%, seguido por Bolivia (5,5%), Perú (5,5%), Nicaragua (5%), República Dominicana (5%), Colombia, Haití, Ecuador y Paraguay (los cuatro con 4,5%).

En otras palabras, todos estos países crecerán más que Chile, y sin tomar en cuenta que Chile es uno de los países que acusan las mayores desigualdades en el ingreso per cápita. Las grandes cifras sobre desempleo, además de no tomar en cuenta las decenas de miles de ambulantes que para las estadísticas oficiales son considerados “empleados,” son otra fantasía. La CEPAL informa que la tasa de desempleo para la región de América Latina se mantiene este año estable al pasar de 6,4% en 2012 a 6,3% en 2013. En otras palabras, la cesantía en Chile no es ni será en el mediano plazo mayor ni peor que la que se observa en los demás países de Latinoamérica.

En fin, es muy difícil que don Sebastián vuelva a liderar la coalición de derecha en 2018. Al paso ya le salió Andrés Allamand, un fiero y poderoso contendor de su propio partido, que lo ha criticado acerbamente en los últimos días. Llegado el momento, Allamand, que no se anda con chicas, bien podría enrostrarle sus oscuros negocios con Ricardo Claro en el Banco de Talca, que lo obligó a vivir prófugo de la justicia por mucho tiempo. Así que, al parecer… adiós Piñera.

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