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Jeannette Baeza Rivero /Diseñadora de Vestuario- Terral Diseño, Joyas Nativas de Tarapacá “Bien sabemos que la memoria es parte de nuestra vida y está presente en... Memoria para no olvidar

Jeannette Baeza Rivero columnaJeannette Baeza Rivero /Diseñadora de Vestuario- Terral Diseño, Joyas Nativas de Tarapacá

“Bien sabemos que la memoria es parte de nuestra vida y está presente en todas las relaciones sociales definiendo incluso nuestra propia identidad ,por lo mismo no podemos desconocerla ,vivimos y actuamos con ella todo el tiempo ,la memoria adquiere relevancia en las relaciones sociales, ya que sin memoria no puede haber acuerdo o convención posible entre las personas ,en otras palabras no puede haber vínculo .En efecto ,los vínculos con los demás se funden en la memoria ,ello involucra ,igualmente a cualquier práctica humana ,incluida el teatro.” (Vera-Pinto, 2013) Con este fragmento comienza el artículo Coruña: Teatro de la Memoria del destacado Antropólogo Social, Magíster en Educación Superior y Dramaturgo, Iván Vera –Pinto.

En su análisis nos plantea como una urgente y necesaria reflexión y recuperación de la memoria, al fragmentar cada uno de los momentos en que debe estar presente. En nuestras vidas ocurre que perdemos esta facultad, tal vez porque nuestro pueblo se ha estremecido bajo el dominio de un tormentoso poder hegemónico histórico, el cual ha calado tan hondo en nuestras vidas y en las vidas de las vidas, que oscurece esta fase importante del ser humano.

El tiempo nos ha demostrado que no sólo en estas tierras Tarapaqueñas, sino también a lo largo de nuestro enjuto y bello territorio, el poder y la sobredosis de éxtasis “directo a la vena”, ha generado un sistema represor, traumático e inhibidor; ha desatado una corriente de murmullo subterráneo; ha creado unos oscuros capuchones que se liberan tras consignas, piedras, rebeldía, destrozos, sufrimientos, despojados del mundo, con la consiguiente pérdida de identidad. Esta es una realidad que debe ser atendida urgentemente por la sociedad civil.

La pérdida de la memoria y el compromiso social que nos ha conducido este sistema mercantil perverso, se hace patente, entre otros comportamientos, en el alejamiento que tiene el sujeto social de su propia realidad, cerrando ventanas y puertas; viviendo en un mundo de fantasías; encontrando su falsa liberación en lugares cargados de alcohol y diversión sexual. En otras ocasiones se expresa en actitudes de ambiciones de poder, ya sea ocupando un cargo o en la lucha constante por un voto en las urnas. Se abogan propuestas vacías, sin una espina dorsal que las sustente. Es una verdadera ambición de poder que nos ciega en un mar de miles de letreros luminosos y bolsillos vacíos.

En ese escenario caótico y evasivo, nos preguntamos ¿qué han hecho estos señores y señoras que detentan el poder? Es muy fácil responder. Sólo basta girar, abrir los ojos y ver que a nuestras espaldas el mundo se cae en mil pedazos, que sangra en cada noche que se eleva al cosmos una plegaria, un ruego, una lágrima de cada persona que ha desaparecido, que ha sido torturada, que se ha perdido entre las metrallas, que los torturadores y las injustas medidas burguesas camufladas de irónicas sonrisas deambulan en todo el territorio.

Si hablamos de memoria en un pueblo fantasmal, podemos encontrarla, entre el viento que eleva la soledad y las lejanas voces, ese escalofrío que entra por debajo del ropaje y la sensación de introducirse en el pasado. Pero, hoy, estoy convencida que este pueblo fantasmagórico es nuestra tierra, nuestro país, pues las personas no se hacen partícipe de querer entrar en esta historia, oscurecen la necesidad de retroceder y recordar. ¿Estaremos adormecidos? ¿Estaremos todos muertos? ¿Estaremos tan temerosos? ¿Estaremos en un estado de shock? ¿Esteremos convencidos que la voz es solo para expresar lo cotidiano?, en días que se van sin dejar un grano o una semilla que en algún momento pueda germinar y hacer florecer la justicia, la verdad, la democracia.

Así, como plantea Vera-Pinto, “sin memoria no puede haber acuerdo o convención posible entre las personas; en otras palabras, no puede haber vínculos”. Qué importante reflexión. Sin embargo, observamos en los actuales días que nuestro pueblo está siendo dominado por un manto oscuro que manipula las mentes de las personas en un complejo sistema de consumismo que nos orienta a la desvalorización personal, la pérdida de la comunicación, la inexistencia del debate, a la inhibición de la transmisión de ideas y a la falta de retroalimentación.

Es indudable que tenemos como ciudadanos el derecho y el deber de crecer intelectualmente, de potenciar la cultura como medio de comunicación creación y liberación; de abrazar la lucha por nuestros pueblos originarios, por sus creaciones y territorios, por las personas que gritan en silencio (enfermos , desposeídos, abuelos, niños y jóvenes); por este conglomerado social que no puede ser olvidado. No se puede extraviar en nuestras mentes el lema: luchar y no olvidar.

En los últimos días he leído a fondo cada artículo de Vera-Pinto, los cuales me han llevado a reconocer que en Iquique se puede hablar con libertad, verdad y pasión. Si bien llegué a esta ciudad hace 20 años, me he integrado como una más nacida en esta tierra, algo que me enorgullece. Soy chilena y en cada región del país creo que todos podemos ser considerados por igual, sin título que marque diferencias. Me ha tocado vivir una experiencia no única en cuanto al trabajo social y como emprendedora que he realizado en esta ciudad.

Aunque todos sabemos que cualquier acción cultural y emprendimiento significa sudor y lágrima; impotencia tras la burocracia pública o por celada de los gigantes adinerados (compañías mineras) que aseguran no tener recursos para apoyar una iniciativa cultural “porque la cosa no anda bien en su empresa” o simplemente no está dentro de sus políticas corporativas. Con todo, siguen destruyendo tierras, desterrando pueblos y eliminando gran parte de la cultura Tarapaqueña. Para tranquilidad de sus conciencias continúan entregando dádivas a algunas personas ingenuas (otras no tanto) que se adapten a sus intereses empresariales.

Por otro lado, concuerdo con la idea que estamos viviendo bajo un sistema perverso que transforma a hombres y mujeres en simples clientes, ya que se reitera la concepción que todos los ciudadanos podemos ser empresarios. ¿Empresarios o deudores del sistema financiero? La realidad nos demuestra que el sistema nos inculca a seguir la senda del endeudamiento con los bancos, instancia de la cual jamás podremos salir, perdiendo nuestros sueños, proyectos y pequeños ahorros. Lamentablemente esos son los derroteros que nos enseñan en los inagotables cursos de consultoras que terminan llevándose un porcentaje importante de los mismos proyectos. Y en esa rueda fatal, tenemos que seguir adelante intentándolo mil veces hasta morir con la frustración. ¿Este es el gran apoyo de las entidades de gobierno? Recibir miserables aportes que no alcanzan ni siquiera a fundar el proyecto; dejándonos en una disyuntiva, entre el miedo y el cansancio, la presión y la lucha de no rendirte.

Saco a colación estos ejemplos, pues están directamente vinculados al tema cultural. Es por ello que comencé este artículo comentando algunas premisas del Teatro de la Memoria que sustenta Vera-Pinto, como el “lugar de almacenaje de información y conocimientos históricos”.

Estimo que cada una de las personas que han trabajado y trabajan en el ámbito cultural mantiene almacenadas situaciones, frustraciones, dolor, burocracia, y aprovechamiento que han lapidado algunos de sus proyectos y han limitado su crecimiento personal, entre otras razones, porque los recursos son insuficientes para lograr los objetivos de los creadores. Esta es una situación generalizada (que la propaganda oficial no reconoce), salvo casos excepcionales han podido sortear estos obstáculos gracias a que se que se sustentan en recursos propios.

En este contexto, me sumo y apoyo abiertamente los planteamientos de los movimientos sociales y artífices que propugnan cambios radicales en nuestra sociedad, ya que en particular los trabajadores del arte tenemos que hacer mil cosas para poder salir adelante. No podemos hacernos los desentendidos ni menos quedarnos conformes con promesas políticas efímeras. Por el contrario, sostengo que todos los ciudadanos debemos luchar por alcanzar una vida mejor. Por lo mismo, es importante crear conexiones culturales, especialmente, entre los sectores postergados socialmente, trabajar con las bases y expresarnos con claridad, convicción y pasión sobre lo que demandamos.

No hay que seguir guardando silencio ni pasividad. No más miedos. Somos ciudadanos libres y soberanos para decidir nuestros destinos y para exigir a nuestras autoridades que hagan con calidad lo que se comprometieron hacer por la ciudad. Todos tenemos ese derecho, pues como toda persona pensamos, amamos, sentimos y deseamos una vida mejor y justa.

Por todo, me gustaría que otras y otros se expresaran libremente frente a la realidad que vivimos. Debemos exigir cambios reales y necesarios para que se genere una cultura en la que no se privilegie el silencio, sino, por el contrario, la memoria y las demandas democráticas y populares.

Este bello sentir de cada una de las personas que damos vida en el teatro, la danza, la artesanía, los telares, los diseños, la música, el clown, la literatura, la poesía, la dramaturgia y muchas otras áreas artísticas que guardan relación con las sensibilidades humanas, se valore socialmente, ya que todas ellas están realizadas por hombres y mujeres que entregan con pasión lucha y eterno amor lo mejor de sí.

Entonces, luchemos por lo justo, lo que es necesario para nuestro desarrollo integral. Dejemos de ser simples espectadores del devenir social e histórico. Procuremos ser protagonistas de los cambios y no olvidemos nunca nuestra historia como pueblo y sujetos sociales. Con esa convicción estoy segura que podemos elevarnos a las alturas de la felicidad y se podrá plasmar nuestros sueños y utopías, los que encierran imágenes de mejores días y mejores realidades para los que vienen.

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