Edición Cero

 “Durante muchos años aceptamos la versión del Ejército, pero hoy tenemos dudas, por eso queremos que se sepa la verdad. Cuando recién escuchamos que... Familia de soldado Pedro Prado, supuestamente ultimado por extremistas se abre a posibilidad de conocer la otra versión  sobre su muerte

PEDRO PRADO ORTIZ “Durante muchos años aceptamos la versión del Ejército, pero hoy tenemos dudas, por eso queremos que se sepa la verdad. Cuando recién escuchamos que podría haber sido muerto por los militares, para la familia, esa versión, era sólo un rumor”, dijo acongojada Myriam Prado Ortiz, hoy una prestigiosa profesional, que ha vivido con el dolor de la prematura pérdida de Pedro, su hermano. Para los iquiqueños, el Soldado Pedro Prado Ortiz.  Sin embargo, hoy, la familia está dispuesta  –y necesita- acceder a las otras versiones que le permitan aclarar lo que efectivamente sucedió la madrugada del 1 de octubre de 1973, cuando el joven encuentra la muerte.

EL JOVEN PEDRO

Pero Rolando Prado Ortiz, era un chico sencillo y alegre que vivía con su padre y hermanos, en Santiago, en la Comuna de Quinta Normal. Allá, en la capital, el progenitor mantenía un taller mecánico  y Pedro le ayudaba. La familia era muy unida y no registra participación ni militancia política alguna. Este es uno de los temas que Myriam quiere dejar en claro, que su padre, de 80 años y aún con vida, jamás integraron el Partido Comunista u otra colectividad, que les vinculara a los sucesos del 11 de septiembre.

Sector donde ocurrieron los hechos

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Pedro Prado, en 1973 se vino a Iquique para cumplir con el Servicio Militar Obligatorio, compartiendo alegremente con otros jóvenes como él, donde, en su calidad de conscriptos, recibieron instrucción como reclutas militares, pero nada hacía presagiar lo que venía.          El soldado fue destinado al Regimiento de Telecomunicaciones de Iquique, desempeñándose como chofer mecánico. Es el lugar donde se encontraba aquel 11 de septiembre.

Los hechos que le robarían la vida, comenzaron unos días antes de su muerte, ocurrida el 1 de octubre de 1973.  Los supuestos terroristas que habrían ultimado al soldado Prado, Jorge Marín Rossel, 19 años, militante socialista y  William Millar Sanhueza, de 42 años, socialista, trabajador de Ferrocarriles, fueron detenidos en operativos distintos. Se les ubica a ambos, entre el 29 y 30 de septiembre de septiembre en el Regimiento Telecomunicaciones, donde fueron salvajemente torturados, según el testimonio que ha logrado acreditar Héctor Marín Rossel, hermano de uno de ellos.

Supuestamente ambos llegaron ya sin vida, al Cementerio N° 3, ubicado al lado del regimiento, e ingresados por un portón secundario lateral, que conectaba ambos inmuebles.  El operativo se hizo de noche para evitar sospechas. A esa hora, probablemente el joven Pedro Prado, también ya estaría fallecido.

VERSION OFICIAL 

Según la versión de la época sobre lo que ocurrió aquella noche y que fue consignada en el Informe Rettig, tomando como base la información oficial difundida por la prensa, se dispone de la detención de Miller y Millar mediante el Bando N° 64, del 30 de septiembre de 1973 “con orden de disparar sobre dos extremistas que se fugaron del lugar donde estaban recluidos”.

Añade el documentos que: “El conscripto Pedro Prado, que en la información oficial de entonces, aparece como muerto por Marín y Millar, al evadirse, ahora, con nuevas y reiteradas informaciones también oficiales, es declarado como fallecido en otras circunstancias”.

Para la Comisión, también resulta inverosímil, “que dos personas detenidas en un Regimiento Militar, se hayan podido fugar de ese lugar, con medidas de custodia tan severas como las existentes en el periodo”.

LA FAMILIA

¿Qué queda, entonces, de la versión oficial?  Es lo que se pregunta hoy la familia del soldado Pedro Prado, quien nunca militó ni simpatizó con partido político alguno. Recuerda su hermana Myriam que enterada la familia, de los trágicos hechos, su padre y un hermano “tuvieron la dolorosa misión de viajar a Iquique a trasladar el cuerpo de mi hermano fallecido para darle cristiana sepultura en Santiago de Chile”.

La familia recibió la urna sellada, por lo que no pudieron –ni lo pensaron tampoco en ese momento-, en la posibilidad de examinar visualmente el cuerpo del joven conscripto. Con la tremenda pena en el alma, en Santiago se reunieron junto al resto de la familia y le dieron sepultura en un mausoleo militar. “A los años, mi madre  adquirió una sepultura familiar y trasladamos los restos de mi hermano al Cementerio Metropolitano de Santiago”, relata Myriam.

 Hoy lo único que pretenden, es que se establezca la verdad, pero lo que sí tienen claro, que el joven Pedro no fue un asesino. ¿Por qué murió? ¿En qué circunstancias?, son las interrogantes que abundan, especialmente ante esta apertura mediática que permitan que más personas aporten antecedentes para esclarecer la nebulosa.

Fue el caso de la nota publicadas el 11 de agosto en EdicionCero,  en que se desarrolla la tesis que Miller, Marín y el soldado, son víctimas de las mismas circunstancias. O una entrevista de La Red a un soldado que servía en el mismo regimiento, junto Pedro Prado, quien asegura que no fue muerto en manos de terroristas, sino que de los mismos militares.

“Estas versiones para mi familia, antes, eran sólo rumores. Ahora queremos saber la verdad y que nadie dude de la honorabilidad de mi hermano, que era un niño en aquella época, alegre, amante de su familia… con toda una vida por delante”, concluye Myriam, con voz serena y tranquila.

Escrito por: Periodista Anyerlina Rojas V.

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