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Iván Vera-Pinto Soto / Magíster en Educación y Dramaturgo Posiblemente a muchos el nombre Mahfúd Massis les sonará lejano y desconocido. Bueno, para quienes aún... Massis: Un Poeta Olvidado

Iván Vera-Pinto Soto / Magíster en Educación y Dramaturgo

Posiblemente a muchos el nombre Mahfúd Massis les sonará lejano y desconocido. Bueno, para quienes aún no lo conozcan les cuento que fue un destacado poeta, nacido en Iquique, un 19 de marzo de 1916. A los 26 años publicó su primer libro de poemas «Las Bestias del Duelo» y, desde ese momento, su vida estuvo dedicada exclusivamente a las letras. Su estilo era combativo, lleno de adjetivos encendidos y de una atmósfera donde la muerte y la desolación cubrían todo lo que existía. Si tuviéramos que sintetizar cuáles son los ejes de su temática diríamos que son: la maldición y la pesadumbre.

Otro rasgo característico del poeta fue su alto compromiso con los procesos sociales de la época que le tocó vivir. Al respecto él decía: «La sociedad tiende a fragmentar al hombre, a hacerlo pedazos. Quizás la vida no sea otra cosa que la lucha por la unidad coherente del ser frente a un mundo dotado de armas suficientes para destruirlo».  Pues bien,  ese planteamiento que nos habla Massis, no es más que una alternativa que tenemos hombres y mujeres para defendernos del odio, el desamor, la soledad y la injustica que pueblan nuestros entornos sociales e íntimos y que, posiblemente, podemos superar con una constante creación, porque ella está preñada de amor y de pasión, variables básicas para que exista siempre vida.

Como resultado de esta conciencia social sufrió el exilio, durante 20 años en Venezuela, después del golpe de estado ocurrido en Chile en 1973. En una oportunidad, su esposa  Lukó de Rokha, hija del gran Pablo de Rokha, me relató que: «cuando se produce el golpe militar, mi esposo era agregado cultural de Chile en Venezuela. Aunque la Junta le ofreció continuar en el cargo, obviamente no aceptamos y empezamos a organizarnos para ayudar a los que se habían quedado en Chile bajo la dictadura de Pinochet».

De esta manera, Massis, mantuvo en alto sus principios, sin bajar nunca la guardia ante las tentaciones que podían desmovilizarlo. Según su esposa, en Venezuela se le respetaba mucho. Es más, cuando murió le hicieron muchos homenajes, y varios de sus libros fueron publicados con gran éxito. Incluso, tuvo un programa de radio que se trasmitía dos veces al día, donde leía sus crónicas llamadas El Hombre y sus Circunstancias. Fueron más de 10 mil transmisiones en cinco años, con millones de fieles oyentes.

En esa época de odio que vivió, habría sido cómodo evadirse y hacer sonar su lira, decir que ese era su quehacer, y el mundo hubiese aceptado su neutralidad, le hubiese perdonado como perdona a algunos miserables enquistados en todos los gobiernos de turno. Pero no, por el contrario, desde el exilio siguió luchando con su voz y su pluma para que se restableciera la democracia en nuestro país.

¿Por qué se conoce muy poco de la poesía de Massis en nuestro país?  La misma esposa del poeta me comentó que ella cree que quizás se debe a que fue el yerno de Pablo de Rokha y, por lo tanto, se ha extendido subrepticiamente el manto de olvido, de ignorancia y desconocimiento que también existe con la producción literaria de su padre. A pesar de ello, como suele ocurrir con otros artistas, son los jóvenes los que están redescubriéndolo y colocándolo en el tapete de las tertulias y círculos literarios nacionales.

La poesía de Massis es como tormenta que lleva la vida y la muerte juntas. De ahí que pueda decirse que él es un autor existencial. Con maestría une el dolor y el amor; la belleza y lo grotesco; la soledad y la amargura. Esa poesía aflora en él sin concesión, no es una poesía dadivosa es más bien un fenómeno de identificación y de propia identidad. Precisamente, su suegro, Pablo de Rokha, escribe en el prólogo de “Las Bestias del duelo”: «En nadie, quién sabe, brama tan aguda angustia y tan acendrada y macerada desolación humana como en Mahfud Massis, poeta de los viejos aceros y la gran cuchilla mahometana» (pp 5: 1942)

Del mismo modo, Marco Ramírez, en la introducción de la Antología de Massis nos indica: “Su sangre árabe, (es hijo de palestino y libanesa, gravita, fuertemente, como una constante en su poesía, la cual, al fin y al cabo, se alimenta de los zumos americanos más recientes, más hondos y más crueles. Esa dualidad se expresa en el color negro que se repite, como un leitmotiv, tanto en su poesía, como en algunos de sus libros: “Las bestias del duelo”, “Elegía bajo la tierra”, “Sonatas del gallo negro”, “Leyendas del Cristo negro” , “El libro de los astros apagados”, “Testamento sobre la piedra”, “Llanto del exiliado” y “Este modo de morir”” (pp 2: 1990).

Es un poeta que escribe con sangre y quien lo lea, irremediablemente,  sentirá en su corazón un gran temblor, una fuerte erupción, una bestial revolución, que le permitirá percibir el amor de este poeta en una continua inmolación, bajo una constante tormenta funeraria que destruye y da esperanza, al mismo tiempo.

Massis era un poeta integral, ensayista, cuentista y comunicador que tenemos que redescubrir y valorar en su real dimensión. Más aún cuando es uno de los nuestros, un iquiqueño que proyectó sus sueños en toda su aventura terrestre. Aunque él nos diría con su habitual ironía: «como a un idiota me disputan las palabras».

Lamentablemente, en Iquique, como también  ocurre en otras latitudes, sus ciudadanos suelen ser muy frágil de mente y pocos respetuosos con sus personajes insignes. Me parece increíble que en ningún proyecto antológico sobre poetas de Tarapacá esté incluido este importante poeta, el cual tiene merecimiento literario de sobra, muchos más que algunos personajes autodenominados poetas o escritores, que no gozan de una producción literaria sustancial, trascendental y universal, ni menos del valiente compromiso social que tuvo Massis en su tiempo y espacio .

¡Sudor y lava! ¡Eso quiero!

¡Salid, entonces, héroes de las carpas

y los agujeros fríos! Tenéis las llaves. ¡Echad al tigre

de vuestra alacena! Volved al lecho

donde vuestros padres se amaron, y murió el abuelo

oyendo el clamor de las majadas y sus balidos de aguamarina la última

tarde.

(Fragmento del poema Guerrilleros de Palestina)

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