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Cambio21.cl A siete meses de la muerte de 21 personas en el avión de la Fach, la periodista entrega criterios del accidente que le... Pareja de Felipe Camiroaga Fernanda Hansen rompe su silencio y critica duramente a la Fuerza Aérea

Cambio21.cl A siete meses de la muerte de 21 personas en el avión de la Fach, la periodista entrega criterios del accidente que le costó la vida, entre otros, a su pareja, Felipe Camiroaga. En su carta pública, que la puede leer al final de la crónica dice textual: «¿No sólo considerando civiles, sino a quienes pertenecen a sus propias filas, es justo incorporarse a la Institución para ‘servir al país’, cuando ésta cada vez que te hace volar, te hace jugar a la ruleta rusa?», expresó.

La periodista Fernanda Hansen, publicó este domingo una carta en el que analizó la información publicada en diversos medios de comunicación y que han derivado a ciertas falencias que desataron la tragedia aérea de Juan Fernández, el pasado 2 de septiembre.

La pareja del fallecido animador de TVN, Felipe Camiroaga, -quien fue una de las víctimas del Casa 212 junto a un equipo del programa «Buenos Días a Todos», más integrantes de la fundación Desafío Levantemos Chile, el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes y de la Fuerza Aérea de Chile- rompió su silencio en torno a este tema en una columna que dio a conocer en el sitio web de Radio Bío Bío.

«He tenido varias invitaciones, genuinas y respetuosas, para referirme a un tema de connotación social que me sitúa como una especie de fuente. Las he denegado porque, al entender el rol de todo periodista, sé que habrá preguntas que no quiero responder, convencida de que lo íntimo me pertenece y no lo considero materia pública», reza al inicio de la misiva en la que explica su rechazo a referirse sobre la tragedia.

Hansen fustigó la desorganización de la Fach en torno a la responsabilidad del piloto de aquel vuelo. «Finalmente no era la teniente Fernández la que comandaba el avión. El plan de vuelo realizado por Mallea (comandante del vuelo) además había sido elaborado 2 veces, por datos errados. La respuesta frente a este hecho fue argumentar que era irrelevante quién figuraba como Comandante pues el Casa 212 permite ser piloteado desde ambos comandos. Y que equivocarse al escribir el plan de vuelo es un detalle que nada tiene que ver con el accidente», explicó.

Agregó que «nada de esto es determinante en que se caiga un avión. Pero sí, habla de una Institución que en una eventualidad no posee información correcta, y se presenta frente a la ciudadanía desorganizada y por decirlo de alguna manera, desordenada dando declaraciones erráticas y peor, erradas».

La periodista no ocultó su desconfianza a la Fuerza Aérea respecto a los vuelos militares y su nula autonomía de combustible para ir y regresar. » ¿En su actuar es responsable la FACh con esta práctica? ¿No sólo considerando civiles, sino a quienes pertenecen a sus propias filas, es justo incorporarse a la Institución para ‘servir al país’, cuando ésta cada vez que te hace volar, te hace jugar a la ruleta rusa?», expresó.

Sobre el sobrepeso que cargaba la aeronave ese día, Hansen señaló que «ahora tras 7 meses… ¡7 MESES! A la Fachh la apodera un tardío ímpetu de transparencia y asume que el vuelo Casa 212 despegó con un 2% de sobrepeso. No se sabe con cuanto sobrepeso despegó el avión. Según la Fuerza Aérea, el documento con el listado del equipaje y carga se perdió con el aparato. Parece que no dejan copia en tierra cuando justamente esa documentación sirve de ocurrir un accidente. Ese 2% de sobrepeso es un calculo de la propia Fach».

La carta completa de Fernanda Hansen

No soy muy buena para escribir, pero soy periodista. Hay temas que preferiría no tratar, pero soy periodista. Y hay momentos en que es más fácil callar, pero soy periodista.

He tenido varias invitaciones, genuinas y respetuosas, para referirme a un tema de connotación social que me sitúa como una especie de fuente. Las he denegado porque, al entender el rol de todo periodista, sé que habrá preguntas que no quiero responder, convencida de que lo íntimo me pertenece y no lo considero materia pública.

Sin embargo, cuando se trata de un accidente que involucra la muerte de 21 compatriotas, una institución pública como la FACh, la investigación de un fiscal y declaraciones obligadas de Gobierno, me es imposible callar. Porque tal como cada uno de los chilenos que libremente se hacen preguntas, yo también me las hago, y, además, como periodista por cierta «responsabilidad profesional» las hago públicas.

Fuerte y claro sentenciaba el presidente Piñera en septiembre del año pasado: «Se cumplieron todos los protocolos de la Fuerza Aérea. No sabemos exactamente lo que pasó y a lo mejor nunca lo vamos a saber… toda la planificación de vuelo, por la información que tenemos, se hizo de acuerdo a los protocolos de seguridad y que la ejecución del vuelo fue de acuerdo a lo planificado».

No soy experto, perito, fiscal ni menos juez. Soy una más de las que sabe de los cientos de rumores que circulan y de las cada vez más informaciones que devela la prensa.

De todo lo que se especuló y se especula, me haré cargo de lo que se reveló y «aclaró» a través de los medios de Comunicación Social.

¿Dónde está el Piloto?

Finalmente no era la teniente Fernández la que comandaba el avión. El plan de vuelo realizado por Mallea (comandante del vuelo) además había sido elaborado 2 veces, por datos errados.

La respuesta frente a este hecho fue argumentar que era irrelevante quién figuraba como Comandante pues el CASA 212 permite ser piloteado desde ambos comandos. Y que equivocarse al escribir el plan de vuelo es un detalle que nada tiene que ver con el accidente.

Y claro, nada de esto es determinante en que se caiga un avión. Pero sí, habla de una Institución que en una eventualidad no posee información correcta, y se presenta frente a la ciudadanía desorganizada y por decirlo de alguna manera, desordenada dando declaraciones erráticas y peor, erradas.

La panne del tonto

Que el avión se quedó sin combustible y que por ello cayó, fue uno de los supuestos. Con el correr del tiempo, nos enteramos que los vuelos militares viajan sin autonomía suficiente de combustible para ir y regresar.

«Así se ha hecho siempre y todos quienes vuelan están al tanto de aquello», se argumentó. Aún si esta no era la causa del accidente, me pregunto: ¿en su actuar es responsable la FACh con esta práctica? ¿No sólo considerando civiles, sino a quienes pertenecen a sus propias filas, es justo incorporarse a la Institución para «servir al país», cuando ésta cada vez que te hace volar, te hace jugar a la ruleta rusa?

Parece algo así como…»que te vaya bien. Tienes sólo una oportunidad. Si no te alcanza para ir, no te molestes en volver». Y aunque se dijo que era una práctica habitual en la aviación mundial, al menos no pareciera hacer sentido cuando se trata de civiles.

«Nunca ha pasado nada» recibí de respuesta cuando cuestioné este hecho. Quizás es hora de darse cuenta que la historia cambió.

Caballitos de batalla

A los pocos días del accidente ya corría fuertemente el rumor, desde filas al interior de la FACh, que a los aviones CASA no se les realizaban las mantenciones pertinentes. Nada se dijo sobre esto, hasta que se reveló por la prensa.

Nuevamente se argumenta que el llamado «perno» no cambiado y que «funcionaba adecuadamente después de diversas pruebas» no tendría incidencia en las causas del accidente.

Y aun así, me pregunto: ¿Corresponde que el documento de la empresa fabricante enviado a la FACh haya sido obviado parcialmente al cambiar sólo 3 de los 4 pernos, como éste instruía?

Tratándose de equipamientos de la Fuerza Aérea costeadas por el Estado con un presupuesto altísimo (se habla que Chile es uno de los países que más invierte en materia de Seguridad), como ciudadana espero y exijo que su funcionamiento esté respaldado no en un 100%; sino un 120%.

¿Quién pagó el impuesto de sobrecargo?

Ahora tras 7 meses… ¡7 MESES! A la FACh la apodera un tardío ímpetu de transparencia y asume que el vuelo CASA 212 despegó con un 2% de sobrepeso.

No se sabe con cuanto sobrepeso despegó el avion. Según la Fuerza Aérea, el documento con el listado del equipaje y carga se perdió con el aparato. Parece que no dejan copia en tierra cuando justamente esa documentación sirve de ocurrir un accidente. Ese 2% de sobrepeso es un calculo de la propia FACh.

Y claro, una vez más, se argumenta que un 2% no incidiría en las causas del accidente. Y se agrega como si fuese más «irrelevante» el dato aún, que esto no provocaría un mayor gasto de combustible para así eximir una supuesta responsabilidad de la autonomía de vuelo del avión como causa del desplome.

Pero insisto y pregunto: ¿es parte del protocolo de seguridad (como dijo el Presidente tras ser informado que se habían cumplido todos) despegar con sobrepeso? ¿Es una práctica habitual de la FACh?

Sin ser experta, sé que si los aviones tienen un límite de peso, no es por un tema arbitrario, sino justamente porque hay entre otras, materias de seguridad involucradas en ello.

«No hay camino a la verdad, la verdad es el camino»

Supongo que la FACh, entre otras cosas, prepara a su gente para la guerra. Y desde aquella consiguiente relación con la muerte, la importancia emocional que cumple la Institución para con los deudos.

Y he aquí el punto más delicado. No se trata de petróleo, piezas ni balanzas, se trata de personas, de ciudadanos. El goteo de verdades con el correr el tiempo sólo profundiza el trato incierto y emocionalmente pobre en el que se ha caído.

Cuando las cosas desde el origen están mal, se siguen desarrollando mal

Ese mismo viernes 2 de septiembre de 2011 en el Grupo 10 de la FACh, se dieron las primeras muestras de escasez de tino e información.

Todos quienes estuvimos ahí podemos dar fe de que las informaciones que se entregaban no iban acordes a la realidad ni menos a la verdad.

«No podemos descartar nada. El avión incluso pudo amarizar y hay que esperar», decían autoridades de la FACh, mientras por la radio, el alcalde de Juan Fernández, hablaba del hallazgo no sólo de cuerpos, sino que incluso de tripas (disculpen la crudeza, pero esa es la verdad aunque ésta a veces duela). ¿Es un actuar responsable crear falsas esperanzas aún teniendo el conocimiento que el avión CASA 212 entre otras cosas, NO PUEDE amarizar?

En Juan Fernández se manejaba más información que en la propia Institución y fuente oficial. La incertidumbre sobre la verdad es una forma de tortura en la espera y es imposible no cuestionar que la FACh o Gobierno hayan demorado más que los medios de comunicación en informar a los familiares de las víctimas.

Y como acápite aparte, mezquinamente a mi juicio, se dieron a conocer las calificaciones de un piloto de la propia Institución.

Siento que la FACh le falló a uno de los suyos al permitir (existiría la sospecha que éstas fueron incluso filtradas por la misma Institución para desviar la atención) un desprestigio y una agudización del dolor de la familia y madre del Teniente Mallea que hoy lloran doblemente a su hijo, por los juicios que le han hecho. No es justo para esa familia.

Soy una más de las indignadas. Y no hablo desde lo personal, lo digo desde mi rol ciudadana y manifestando la opinión que tantas veces me han solicitado revistas, diarios y demáses.

Me preocupa y me parece que el accidente de Juan Fernández -además de ser un dolor en el corazón de muchos- es materia de Estado. Me siento frente a una Institución que no ha tenido un actuar pertinente a su calidad.

No pretendo hacer denuncias ni perseguir negligencias. Si las hay, ya habrán instancias para aquello. Sí, exponer mi opinión frente a un hecho que demanda transparencia, fin de las especulaciones y reparos en el actuar y proceder de la Fuerza Aérea.

El Ministro Mera es el encargado de juntar las verdades, aunar datos y resolver muchas dudas. Sin embargo pienso que en el intertanto, el Ministro Allamand, quien hoy incluso suena como futuro candidato presidencial de la Nación, debiera en su rol de Estado ordenar, corregir protocolos y vacíos expuestos por consecuencia de este accidente.

Entre ellas, balizas que debieran funcionar o existir; chalecos salvavidas que permitan a los cuerpos emerger; autonomía de combustible; mantenciones adecuadas, e incluso realización de acciones kamikazes como lanzar buzos desde aviones al mar, en plena noche y con las condiciones meteorológicas adversas, sin tener si quiera idea de la localización del avión siniestrado; entre otros.

Y hago hincapié especial, en tomar medidas y protocolos para manejo de crisis y comunicaciones. No es posible que una Institución como la Fuerza Aérea ligada a Gobierno no tenga una manera prudente, exacta y transparente de entregar información a los ciudadanos, pero por sobre todo a los familiares de víctimas.

Creo que no sólo las familias de las víctimas, sino todos los ciudadanos reclaman para poner fin a la inseguridad e incertidumbre que genera enterarse primero por rumores y luego por la prensa, de diversas materias como también de antecedentes sobre este caso.

Y por sobre todo, porque creo en los roles de las Instituciones en Democracia y la importancia de que den garantías a la ciudadanía, es vital. Y justamente por ello, es imprescindible cuidar de éstas y que nada empañe su reputación

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